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El desafío de obedecer

La trayectoria terrestre de Cristo hizo evidente el incondicional amor de Dios por el ser humano. Conoce más sobre este tema en este artículo.


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La trayectoria terrestre de Cristo hizo evidente el incondicional amor de Dios por el ser humano.

Para continuar con la serie sobre la influencia del don profético en el establecimiento y confirmación de la obra de publicaciones de los adventistas del séptimo día (vea el primero aquí y el segundo aquí), en los próximos artículos presentaremos lo que sucedió después que Elena de White recibió la visión sobre ese tema. Aunque Jaime White había aceptado la indicación que se le había designado por medio de su esposa, ellos no disponían de recursos financieros para poner en práctica las orientaciones recibidas.

En lo posible, él siempre buscaba algún trabajo manual para proveer para las necesidades de su familia, ahora aumentada con la presencia de un bebé. No tenían una residencia fija, vivían en casa de personas amigas que les ofrecían albergue y apenas tenían dinero para proveer para sus propias necesidades. Aun así, el deseo era invertir lo poco que ganaban en la producción de un periódico. Preocupado en obtener recursos para cumplir el propósito de publicar el pequeño periódico, Jaime se olvidó de la promesa mencionada por Elena, de que se les enviarían los recursos.

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Pero, reanimado con la advertencia y las palabras de su esposa, decidió buscar una gráfica que pudiera hacer el trabajo que enviaría posteriormente. Un impresor que estaba a 13 km de distancia de la casa donde vivían estuvo de acuerdo en hacer la impresión. Pasados nueve meses de la reunión en Dorchester, en julio de 1849 nacía The Present Truth [La verdad presente], un periódico de ocho páginas, que tuvo varias ediciones y duró hasta fines de 1850, cumpliendo así la profecía de Elena de White.

La bendición de los recursos

La primera edición de mil ejemplares fue dedicada especialmente a tratar la cuestión de la observancia del sábado. Al buscar el material impreso, Jaime recorrió a pie el trayecto entre Rocky Hill, donde estaban viviendo en la casa de Albert Belden, y Middletown, donde quedaba la gráfica. Después de doblar el periódico y definir a quién enviarían esos primeros números y, antes de llevar los periódicos al Correo, ellos se arrodillaron en torno a los ejemplares e hicieron una fervorosa oración. Suplicaron el cumplimiento de la bendición prometida, de que los recursos llegarían.

Tres números más fueron preparados en los dos meses que siguieron. Y, antes de fin de septiembre, los primeros recursos comenzaron a llegar, aunque en pequeñas cantidades, pero lo suficiente para animar a Jaime White a continuar publicando. Con dos números más editados en diciembre de 1849, la publicación del periódico fue interrumpida por la escasez de donaciones y por una divergencia del matrimonio White con Bates, sobre la validez del método de publicar y distribuir literatura en vez de utilizar la predicación convencional. Elena de White no deseaba que el trabajo fuera abandonado y ella insistió a su esposo para que continuara el deber que Dios le había dado que era “escribir, escribir, escribir, escribir y esparcir el mensaje y dejar de preocuparse”[1]. Con eso, fueron preparados cuatro números más al principio de 1850.

A pesar de que la gran responsabilidad de publicar sin recursos era demasiado pesada y a pesar de ser afligido por duras críticas por parte de sus compañeros, Jaime decidió iniciar un nuevo emprendimiento editorial. Se trataba de la publicación de una revista que contuviera los grandes trechos de la prensa millerita que habían sido publicados antes del 22 de octubre de 1844, con el objetivo de recordar a los hermanos que ese movimiento había sido dirigido y designado por Dios. Fueron publicados cuatro números de la Advent Review [Revista del Advenimiento], con 16 páginas cada una, todavía en 1850. Frente a eso, el matrimonio decidió mudarse a Paris, Maine, por dos motivos principales: por haber recibido apoyo de dos familias residentes en esa ciudad y por haber encontrado en el lugar una gráfica buena que facilitaría la impresión de los materiales.

Así, en el mes de noviembre de 1850, fueron producidos los últimos números de Present Truth y Advent Review. En ese mismo mes, un año después de la primera edición de los primeros mil ejemplares, surgía la revista Second Advent Review and Sabbath Herald [Revista del segundo advenimiento y Heraldo del sábado], que llegaría a ser ‘la revista oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día’. Su nombre cambió varias veces, siendo el último Adventist Review [Revista Adventista], comúnmente llamada solo Review[2].

Los tiempos que siguieron serían de preparación para el lanzamiento de las raíces definitivas de las publicaciones adventistas. Unidos nuevamente por los ideales de continuar publicando, los pioneros decidieron ofrecer un equipo de apoyo editorial para el matrimonio White. Formaban parte de ese grupo el veterano Bates, Samuel Rhodes, y el joven ministro John N. Andrews, que fue de valiosa e indispensable ayuda, llegando a ser uno de los principales escritores de la Review.

Pero las pruebas y muchas dificultades hicieron que Jaime se desanimara nuevamente al punto de anunciar que no publicaría más. Antes de incluir la nota de cierre en la que para él sería la última edición de la revista, Elena de White reafirmó a su esposo que el Señor los sustentaría y que él debería continuar publicando. Jaime resolvió no desistir y nunca más se mostró desanimado con su responsabilidad. A pesar de que las dificultades no cesaron, dieron un paso más de fe. Y sobre eso vamos a tratar en el próximo artículo. Precioso don profético que instruyó animó y exhortó a los pioneros cuando todo parecía derrumbarse. Alabado sea Dios.

Helio Carnassale

Helio Carnassale

Manteniendo la visión

La importancia de la manifestación moderna del don profético

Teólogo, y magíster en Ciencia de las Religiones por la Universidad Metodista de São Paulo, Brasil. Fue pastor de iglesias y fue orador de la Voz de la Profecía. Trabajó en la Casa Publicadora Brasileña, Superbom, Unasp y fue director de Libertad Religiosa y Espíritu de Profecía de la sede sudamericana adventista.