Cómo Elena de White enfrentó una pandemia
La manera como la profetisa y escritora Ellen White reaccionó a una pandemia en su época nos enseña valiosas lecciones espirituales para la vida.
El año 1891 fue marcante en la vida de Elena de White. El 6 de febrero ella le escribió una carta a su hermana gemela Elizabeth haciéndole un llamado para que entregara la vida a Jesús. Lizzie, como la llamaba, murió el 21 de diciembre de ese mismo año, sin que se sepa si recibió a Cristo como Salvador[1].
Del 5 al 25 de marzo, se realizaron en Battle Creek, estado de Michigan, las reuniones del 29ª Congreso general de los adventistas. Durante el congreso, Elena de White recibió un llamado para ir a Australia. Ella estaba por cumplir 64 años. Al lado de su hijo, William C. White, desembarcó en Sydney, el 8 de diciembre.[2]
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En Australia ella escribió el 10 de julio de 1892 sobre ese llamado: “Algunas veces, antes de salir de los Estados Unidos, pensé que el Señor no quería que yo fuera a un país tan distante, a mi edad y cuando tenía exceso de trabajo. Pero obedecí las indicaciones de la Asociación [General], como siempre he procurado hacer cuando no tenía yo misma una comprensión clara”[3]. ¡Qué ejemplo de fe, coraje, dedicación y sumisión a la iglesia y su liderazgo!
En Australia
Durante el período que vivían en Melbourne, Elena se enfermó de gravedad de malaria y reumatismo inflamatorio. Fue el sufrimiento más terrible de toda su vida”[4].
Pero esa carga tuvo un lado alegre, escribió: “Mi Salvador parecía estar bien a mi lado. Sentía su santa presencia en mi corazón y estaba agradecida. Los meses de sufrimiento fueron los más felices de mi vida, por la compañía de mi Salvador”[5]. Aunque no podía explicar y entender el sufrimiento, Elena de White sintió la preciosa fuerza que provenía de la presencia de Jesús a su lado. Hay muchas cosas en nuestra vida que no podemos comprender. Pero esas circunstancias pueden convertirse en oportunidades para percibir la presencia especial del amoroso Señor a nuestro lado.
En ese mismo año, 1892, se publicó el libro El camino a Cristo. Ese fue el primer volumen preparado con la intención expresa de Elena de White de dar más énfasis a la vida y al carácter de Cristo. Después vinieron: El discurso maestro de Jesucristo (1896), El Deseado de todas las gentes (1898) y Palabras de vida del gran Maestro (1900)[6]. Todos fueron preparados mientras ella estuvo en Australia.
En la edición electrónica de la Advent Review del último 4 de abril[7], Melchor Ferreyra mencionó una carta escrita por Elena de White, el 13 de agosto de 1894, para Stephen N. Haskell, presentando profunda preocupación por las personas que estaban muriendo por el virus de la influenza. Ella escribió:
“En Nueva Gales del Sur, fuimos probados y testeados con la epidemia de la gripe. Casi todas las familias fueron afectadas en las ciudades y en el campo. Algunos están ahora muy, muy enfermos. Sus vidas están colgando de un hilo. Oramos por los enfermos e hicimos lo que pudimos financieramente y ahora esperamos el resultado. […] En un solo día, la semana pasada hubo once funerales. […] Fui atacada severamente y no puedo participar de reuniones hace cuatro semanas; pero no desistí de levantarme cada día. Escribí mi cuota de páginas casi todos los días, a pesar de toser, escupir y sangrar por la nariz. Casi todo el mundo a mi alrededor sufrió, pero agradezco al Señor por estar mejorando y tengo buena confianza en el Señor. Haremos todo lo que podamos en nombre del Señor. […] El pueblo de Dios está siendo probado y testeado, y que Dios me conceda ser capaz de ayudarlos durante este tiempo […] que yo pueda apegarme a Jesús con más firmeza que nunca” (Carta 30, 13 de agosto de 1894).
De acuerdo con registros y datos históricos[8], el mundo sufrió, entre 1889 y 1890, una terrible pandemia del virus de influenza (H2N2) que se hizo conocida como “gripe rusa”. Se estima que murieron cerca de un millón de personas. Muy probablemente en 1894 Elena de White haya enfrentado una nueva ola de esa epidemia.
Su actitud ante la epidemia
Se destacan algunos aspectos de su actitud con relación a la crisis que estaba enfrentando.
- Ella no se entregó a la enfermedad, a pesar de estar bastante afectada y de permanecer confinada en cuarentena.
- Elena de White mantuvo una actitud positiva y de valentía en medio del dolor.
- Ella no perdió el foco en la misión, pues continuó realizando su trabajo como escritora, aun sin poder salir de su casa.
- Tampoco fue indiferente al sufrimiento de las personas, por el contrario, demostró preocupación por lo que estaba sucediendo.
- Al mismo tiempo, expresó gratitud al Señor por estar mejorando.
- Elena de White no solo oró, sino que también ayudó financieramente a los que lo necesitaban y dio apoyo al pueblo de Dios.
- Ella hizo de la crisis un motivo para acercarse más firmemente a Jesús.
¡Qué tremendo ejemplo nos dejó Elena de White! Estos tiempos han sido de muchos desafíos para la iglesia y sus miembros, para los líderes y la población. Pero no permitamos que el desánimo se apodere de nuestro corazón.
En verdad, no hay mejor remedio para cualquier ola de desgracia que apegarse firmemente a Dios, mantener el foco en la misión, continuar sirviendo al Señor y hacer nuestra parte para disminuir el sufrimiento de los que están a nuestro alrededor. Ese es el papel de una iglesia relevante, una iglesia que sirve. Que el Señor nos llene de valor para no desanimarnos y para que hagamos de estos días difíciles un puente de oportunidad para testificar del gran amor de Dios.
Referencias
[1] Fortin, D. e Moon J. (ed). Enciclopédia Ellen G. White. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2018, p. 77
[2] Ibíd.
[3] White, Elena G. de. Mensajes Selectos. Asociación Casa Editora Sudamericana, t. 2, p. 247.
[4] Fortin, D. e Moon J. (ed). Enciclopédia Ellen G. White. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2018, p. 78
[5] Ibíd.
[6] Fortin, D. e Moon J. (ed). Enciclopédia Ellen G. White. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2018, p. 87
[7] https://www.adventistreview.org/what-ellen-white-did-during-a-pandemic