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Enseñar compasión, ¿es responsabilidad de quién?

La compasión juega un papel fundamental en el proceso de perdón y restauración de relaciones y debe ser desarrollada desde niños.


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Desarrollar compasión en los niños, es un proceso gradual que requiere la atención y valorización de los adultos. (Foto: Shutterstock)

En este mundo turbulento en que vivimos demostrar compasión, muchas veces, es un acto de heroísmo y ¡hasta de riesgo! Pero, como dice Pablo “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:32, NVI).

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Recordar el perdón inmerecido de Dios como pecadores que somos, nos anima a ser así con otros. También, frente al sacrificio de Jesús en la cruz, cualquier intento humano de demostrar compasión, queda opacado… ¡pero es necesario hacerlo!

¿Cómo es que una persona llega a ser compasiva? ¿Cómo ayudar a los niños a ser compasivos?

¿Qué es la compasión?

La compasión es un valor humano que conjuga la empatía y la comprensión hacia el sufrimiento de los demás. Lo opuesto es la indiferencia o la impiedad. Ser empático se relaciona con compasión, pero no es lo mismo: empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás. En cambio, la compasión está un nivel superior, es tener compromiso y herramientas para aliviar el sufrimiento.

Según Goleman (1) desde la perspectiva neurológica, la compasión es un reflejo de tres funciones neuronales o cerebrales:
- Empatía cognitiva: saber qué pasa con el otro.
- Empatía emocional: sentir lo que el otro siente.
- Preocupación empática: detenerse en el camino; parar el ritmo de la ajetreada vida diaria y mirar a la otra persona.

La compasión en la experiencia espiritual

Para los cristianos, la Biblia es la fuente por excelencia de ejemplos de compasión, pero el mejor ejemplo es Jesús, quien tuvo compasión de sus discípulos, de los enfermos, de los hambrientos, de los pobres… de nosotros pecadores. Usa esas historias para aprender y reflexionar con los niños sobre la compasión.

Elena de White, muchos años antes de teorías que hoy exaltan la importancia de la compasión en el desarrollo emocional y social, ya destacó los beneficios de ayudar a otros. En el capítulo 41, “Bendiciones que retornan” del libro Ministerio de la Bondad (2) encontramos por ejemplo que:

- El que da para beneficiar a otros, se beneficia a sí mismo en un grado aún mayor.
- Ayudar a otros, produce en la persona satisfacción y paz interior que es suficiente recompensa.
- El placer de servir a los demás, además de beneficiar a otros, redunda en beneficio al cuerpo: aviva la circulación de la sangre y promueve la salud mental y física.
- Cuando la compasión humana está combinada con el amor y la benevolencia y santificada por el Espíritu de Jesús, es un elemento que puede producir un gran beneficio.

¿Por qué es importante enseñar a los niños a ser compasivos?

Cada niño nace con una cierta tendencia a mostrar bondad y compasión hacia los demás (personas, animales o cosas). El desarrollo de estos valores es gradual y cuando los adultos dan atención y valorizan estas expresiones de amor, sin duda fomentan que el niño los siga practicando. ¿Pero qué pasa si estos valores no son desarrollados? Es solo cuestión de mirar las noticias para ver ejemplos de maldad, impiedad, indiferencia a las necesidades y miserias de las personas, ¡todo eso a gran escala!

¿Cómo ayudar a los niños a desarrollar la bondad y la compasión?

Habenicht (3) menciona algunas pautas que pueden orientar los esfuerzos de padres y líderes de los niños. Estas son:

  1. Comunica una profunda desaprobación cuando se lastima a las personas o a los animales. Establece límites claros en cuanto a lastimar a otros.  Esto le comunica al niño que las otras personas tienen sentimientos que deben respetarse.
  2. Ayuda a los niños a entender cómo se sienten las otras personas. Para ser empáticos, los niños deben poder colocar nombre a los sentimientos y saber en qué contextos usarlos. Esto facilitará la tarea de ponerse en el lugar del otro y permitirá que podamos razonar junto a ellos.
  3.  Muestra con tu ejemplo cómo ser bondadoso con otros. Los adultos que son cálidos y amigables que ejemplifican una conducta altruista y que les enseñan a los niños a ser generoso y ayudadores, constituyen la enseñanza más efectiva para ayudar a los niños a crecer siendo altruistas.
  4. Fomenta una visión positiva de las personas. Pensar lo mejor de los demás evita las críticas y las declaraciones negativas acerca de las personas.
  5. Dales a los niños muchas oportunidades de ayudar. Permitir que los niños que tengan muchas oportunidades para ayudar, ya sea en el hogar y fuera de él.  
  6. Anima a los niños a pensar en sí mismos como personas serviciales y bondadosas. Haz que esto forme parte de su autoconcepto. Ayudar a los niños a desarrollar un sentido positivo de respeto propio, beneficia muchas áreas de la vida.
  7.  Contrarresta las inclinaciones naturales hacia el egoísmo. El egoísmo y la envidia son lo opuesto al amor y el servicio. Provee oportunidades para que puedan ser bondadosos con otros y desarrollen el hábito de compartir.

Aprovecha y genera situaciones que promuevan estos valores que hoy por hoy, ¡hacen la diferencia en el mundo!


Referencias:

(1) Goleman, D. “La bondad, la compasión y la neurociencia” (2015). Disponible en:  https://eduardoandere.blog/2015/04/02/la-bondad-la-compasion-y-la-neurociencia/
(2) White, E. “El Ministerio de la bondad” (1977) Pacific Press Publishing Association. Disponible en: https://m.egwwritings.org/es/book/1758/info
(3) Habenicht, D. “Diez valores cristianos que todo niño debería conocer” (2009). ACES

Cuca Lapalma

Cuca Lapalma

Construyendo el futuro

Porque el futuro de nuestra sociedad, los niños de hoy, está en nuestras manos.

Licenciada en psicopedagogía, dejó su trabajo en gabinetes escolares para dedicarse a cuidar de sus pequeños hijos. Administra una página web con recursos digitales para maestros de Escuela Sabática de niños; además de un canal en YouTube destinado a fortalecer la vida espiritual familiar, denominado: Como la brújula al polo.