Tricampeón mundial de levantamiento de peso ora antes de las competencias
El atleta decidió ser miembro de la Iglesia Adventista después de más de 40 años desde el primer contacto que tuvo con la denominación.
Conquistar tres veces el título de Campeón Mundial de Levantamiento Supino de peso no es fácil, garantiza Enio Amaral, que venció la disputa tres veces en la categoría más de 125 kilos: en 2007, 2009 y 2016, además de salir segundo en 2013. El atleta se entrena desde los 14 años, y ya logró levantar 302 kilos, que es su record personal.
“Yo era un chico muy delgado y tenía el deseo de ser fuerte. Comencé el entrenamiento en casa, con pesas de cemento, participé de campeonatos de halterofilismo, consiguiendo rápidamente ser campeón en el debut mundial, y comencé a participar de campeonatos regionales, estatales, nacionales, hasta llegar al nivel mundial”, comenta.
En más de 35 años de carrera, Enio sufrió contusiones y enfrentó problemas como la diabetes, que lo dejó fuera de las competencias por cinco años. “Para poder levantar una gran cantidad de peso, necesito ingerir muchos carbohidratos, de donde viene la energía. El carbohidrato se transforma en glucosa. Por eso mi entrenamiento es muy complicado, y tengo que cuidarme siempre”, explica.
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El atleta vive en Maringá, en el norte de Paraná, Brasil, donde tiene un gimnasio en su casa para mantener su preparación física, y también para entrenar a otras personas. Según él, ya entrenó allí a seis campeones mundiales en diversas categorías.
De ahora en adelante se dedicará al ejercicio de la fe
Cuando tenía 4 años, en 1972, Enio tuvo el primer contacto con la Iglesia Adventista del Séptimo Día, por medio de sus tíos. “Estuvimos años apartados porque mi familia no era adventista, solo mis tíos, pero en mi cabeza quedó el deseo de ser adventista”, recuerda el atleta, que también tuvo influencia de la iglesia porque estudió un año en una Escuela Adventista.
En 2014, un alumno del gimnasio decidió ser adventista y lo invitó a ir a la iglesia. Él aceptó la invitación de inmediato. “Yo sentía nostalgia del ‘clima’ adventista. Era lo que yo quería para mí”, afirma. Aunque quedó sin el contacto con la denominación durante tanto tiempo, reconoce el papel de la oración. “En mis victorias y en mis competencias, yo siempre oré. Oré cada vez antes de presentarme. Oré por mí, por mis competidores. Y siempre digo: mi mayor fuerza no está en mis músculos, está en mi corazón”, asegura al referirse a su fe.
Después de los estudios bíblicos y una participación asidua en los cultos, Enio fue bautizado el 3 de diciembre de 2016 en el templo adventista de Guaiapós, en Maringá, Brasil. Emocionado, reconoce: “Estoy teniendo la oportunidad de recomenzar. Hasta ahora yo ejercité el aspecto físico, los músculos, y ahora debo ejercitar mi fe”.
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