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Lo que necesita saber sobre la viruela del mono

Conozca las causas, síntomas y qué hacer al identificar la enfermedad.


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El crecimiento del número de casos ha preocupado a los especialistas en todo el mundo. (Foto: Shutterstock)

Aún bajo el impacto global de la pandemia de SARS-COV2, el mundo se encuentra con casos de una “nueva” y emergente enfermedad viral con potencial epidémico: la viruela causada por el virus Monkeypox (MPXV), comúnmente llamada viruela del mono. Hasta finales de junio, ya se habían registrado más de 3.4 mil casos, distribuidos en cerca de 50 países. Diecisiete de esos casos se registraron en Brasil.

La enfermedad causada por ese virus produce un cuadro clínico similar al de la viruela, única enfermedad infecciosa erradicada gracias a la vacuna creada a finales del siglo XVIII por el médico británico Edward Jenner. Este inmunizante ofrecía una protección cruzada de un 85% para el MPXV. Con la erradicación de la viruela en 1980, y la subsecuente interrupción de su programa de vacunación, el efecto protector contra el MPXV se fue perdiendo, y ahora vemos la eclosión de nuevos casos de este tipo de viruela animal.

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La viruela del mono es una zoonosis raramente transmitida al ser humano. El virus fue descubierto en monos en 1958 en un laboratorio dinamarqués, y el primer caso en humanos fue documentado en 1970, en un niño de 9 meses en Zaire, actual República Democrática del Congo. Desde entonces, el virus se volvió endémico en ese país, se difundió a otras naciones del centro oeste del continente africano, y el primer caso fuera de África se registró en 2003.

Existen dos subtipos (grupo de microorganismos originados de un único ancestro común) del virus: el de África occidental y el de África central. La mortalidad es del 3,6% para el subtipo de África occidental, y del 10,6% para el de África central. Felizmente, estudios iniciales muestran que el actual subtipo que circula fuera de África es el de menor letalidad.

En las décadas de 1970 a 1990, todas las muertes ocurrieron en niños y, en los últimos 20 años, solo el 37,5% fueron en niños menores de 10 años. Aunque muy debatidas, las razones para el resurgimiento de los casos de MPXV parecen pasar por la disminución de la inmunidad contra la viruela, por alteraciones en el genoma viral y por la desforestación, que permite un contacto más cercano con los animales portadores del virus (especialmente roedores). La adquisición de la infección ocurre por el contacto directo o indirecto con la sangre, líquidos corporales y lesiones cutáneas o de mucosas de los animales que están infectados. Por otro lado, la transmisión interhumana se da por el contacto de la persona con secreciones respiratorias, lesiones de la piel de la persona infectada o por el contacto con objetos que hayan sido contaminados. La transmisión a partir de las vías respiratorias por gotitas requiere un contacto más prolongado con el paciente portador.

El periodo de incubación, o sea, entre el contacto con el virus y el inicio de los síntomas, es de seis a trece días, pero puede extenderse a tres semanas. Los síntomas son fiebre, astenia, dolor de cabeza, aumento en el tamaño de los ganglios linfáticos y un sarpullido que evoluciona en vesículas, pústulas y costras que se inician en el segmento cefálico, especialmente en la cara, y en menor intensidad alcanzando las extremidades, incluso la palma de las manos y las plantas de los pies. Las lesiones cutáneas pueden durar hasta tres semanas y todas se presentan en la misma fase, lo que permite diferenciar la enfermedad de la varicela producida por el virus VVZ, cuyas lesiones surgen en diferentes etapas de evolución y no afectan palmas y plantas de los pies.

El diagnóstico se realiza por el cuadro clínico y la confirmación de laboratorio por exámenes moleculares. El tratamiento es básicamente sintomático. Posiblemente, dos drogas antivirales con acción para la viruela común, brincidofovir y tecovirimat, podrán ser útiles para los casos más graves y para ayudar a reducir la transmisibilidad de esta enfermedad.


Dorival Duarte es infectólogo y se desempeña como director clínico del Hospital Adventista de São Paulo (HASP).

(Artículo publicado originalmente en la sección Bienestar de la Revista Adventista de julio/2022).