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Joven relata cómo fue participar de Un Año en Misión, en pandemia

La argentina, Florencia del Valle, relata en una entrevista cómo fue participar del proyecto Un Año en Misión en plena pandemia.


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un año en misión

Florencia integró el grupo de "Un año en misión", desde febrero a noviembre del año 2020. (Foto: Unión argentina)

A continuación la entrevista con Florencia del Valle

¿Cómo llegaste a ser parte del proyecto Un Año en Misión sudamericano?

Durante el año 2019 estuve participando de Un Año en Misión nacional en la ciudad de San Juan, Argentina, como parte del proyecto que integraban 52 jóvenes distribuídos en diferentes zonas del país. Allí colaboré con las actividades de la iglesia local, especialmente dando estudios bíblicos, culto joven, Conquistadores y otras actividades. De ese grupo fui elegida para el OYIM 2020 en Ecuador.

¿Cuáles eran los planes en Ecuador para el proyecto?

Los planes consistían en que seríamos 18 jóvenes de los diferentes países de Sudamérica para colaborar en el surgimiento de dos centros de influencia en la ciudad de Guayaquil, Ecuador. Ninguno tenía experiencia en este tipo de obra misionera, así que íbamos a aprender durante el desarrollo de las actividades.

El 4 de febrero de 2020 llegué a Guayaquil. Luego de 10 días de capacitación en el Colegio Adventista de Ecuador nos instalamos en la casa donde viviríamos junto a un pastor y su esposa que eran los líderes. Solo había rumores de la pandemia. Pero al poco tiempo llegó a Ecuador y Guayaquil fue la ciudad más afectada del país. Había toque de queda. Así que hubo que replantear todo lo que se había proyectado.

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¿De qué manera llevaron adelante la misión durante la pandemia, en Ecuador?

Estuvimos sin salir de la casa los primeros 5 meses. Al principio había rumores de que el proyecto podía cancelarse. Fueron momentos de mucha incertidumbre. Pero dado que las fronteras estaban cerradas y no podíamos volver a nuestros países, continuamos viendo de qué manera avanzar teniendo que adaptar todo a la modalidad online. ¡No podíamos quedarnos todo el año sin hacer nada!

Los centros de influencia proyectados estaban en plena fase de construcción. Entonces se decidió que el proyecto continuaría de forma virtual con cursos, talleres, predicaciones, semanas de evangelismo y otras actividades. El desafío era cómo contactarnos con personas no adventistas para invitarlas a participar de estas propuestas. Así que comenzamos a hacer publicidad por Facebook, por Whatsapp con oración, para que muchos se puedan inscribir. Gracias a Dios el problema de no tener personas se convirtió en el desafío de cómo poder atenderlas. ¡Se inscribieron 600! No teníamos horarios ni tiempo para poder trabajar con todas ellas. ¡Fue una gran bendición!

Manejábamos nueve cursos diferentes para todas esas personas, de lunes a viernes. Yo me encargaba del taller de inglés, algo que nunca había hecho. Los sábados apoyábamos las actividades online de la iglesia local con la Escuela Sabática, sermón, Culto Joven; y los domingos participábamos en el Club de Conquistadores. Además, nos sumábamos a las semanas de oración y de evangelismo. Si los participantes de los cursos tenían necesidades, tratábamos de estar atentos para asistirlos con comida, ropa o lo que tengamos, cuando se empezó a flexibilizar la cuarentena.

Participantes y misioneros OYIM en el nuevo centro de influencia

En los últimos 3 meses del proyecto pudimos hacer actividades presenciales en el centro de influencia que se pudo terminar de construir, donde participó un alumno de mis cursos de inglés. Él se integró, también, a otros cursos y se hizo amigo de los chicos. También comenzó los estudios bíblicos junto con su esposa y continúa avanzando. Incluso cuando se desarrollo el proyecto Impacto Esperanza, él distribuyó libros. Es uno de tantos que se integraron a las propuestas presenciales.

un año en misión

Florencia (al centro) con dos compañeros del equipo OYIM. (Foto Instagram: OYIM DSA)

¿Qué significó para vos toda esta experiencia de vida?

Los hijos de Dios no estamos exentos de sufrir problemas. Pero él nos guio en todo y mi vida espiritual se vio muy fortalecida. Varios de los integrantes nos contagiamos el COVID-19. Yo fui la que tuvo los peores síntomas, que se extendieron por tres semanas. Aunque mis padres no son adventistas, me apoyaban para que pueda continuar y estaban al tanto de cómo me encontraba, confiando en los cuidados que recibía de mis líderes.

Lo que aprendí es que se puedo hacer misión con todos los medios. Nunca pensé que lo haría por Internet. Cuando uno quiere llevar el evangelio, no importa si hay o no gente, si existen o no los medios. Dios abre puertas.

OYIM me hizo crecer como persona, fortalecí mi relación con Dios y también aprendí a valorar todas las cosas que uno tiene.

Informe en video del OYIM 2020

 

Más información del proyecto OYIM aquí: https://www.adventistas.org/es/jovenes/proyecto/un-ano-en-mision/.