La iglesia remanente en la pandemia
¿Como debiera vivir la iglesia remanente en medio de las catástrofes como la que estamos viviendo hoy en día con el COVID-19?
Cuando hablamos de remanente, nos referimos a lo que queda, un resto,[1] una parte de algo mayor. Los adventistas del séptimo entendemos el remanente como aquellos que sobrevivían a calamidades, sean estas guerras, cautiverios, pestes, hambrunas, “a quienes Dios en su misericordia preservaba para continuar siendo su pueblo elegido”[2]. En el A. T. lo podemos ver en diferentes momentos. En el diluvio Dios preservó una familia (Gén 9), en José que cuido a su familia en Egipto (Gén 45:7), con el profeta Elías como único profeta del Señor que quedaba (1 Rey 18:22), con la tribu de Judá que quedo de las invasiones de Asiria (2 Rey 17:18), con la invasión Babilónica escaparía un remanente (Ez 7:16), en Babilonia con Daniel y sus compañeros, en los repatriados (Esd 9:14), etc.
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La mayoría apostataba, pero siempre quedaba un remanente. En el N.T. Pablo presenta a la iglesia cristiana como remanente, heredera de las promesas, los privilegios y las responsabilidades del pacto (Rom 9-11). En este artículo nos queremos centrar en el remanente, pero del tiempo del fin. Se sabe según la profecía que el período de 1260 años, donde en Apocalipsis se describe a la mujer huyendo al desierto y siendo sustentada por Dios (Ap 12:6 y 14), termina en el año 1798 y comienza el tiempo del fin. Apocalipsis 12:17 presenta que habría un definitivo remanente (“resto”), una iglesia que surge después de 1798 y que estaría hasta el final de la historia.
A este remanente de Apocalipsis 12:17 el diablo le ha declarado la guerra, está en conflicto con él. Tras sus fracasos en destruir a Cristo y a la mujer (periodos 1260 años), ahora descarga toda su ira al perseguir al remanente y hacer guerra con ellos. Ranko Stefanovic explica en qué consiste este conflicto final, mencionando que es “una batalla por la mente de cada ser humano sobre la tierra para que se ponga del lado de Dios y su pueblo fiel, o escoja seguir a Satanás y sus aliadas”[3].
También Jesús mencionó que la iglesia remanente del tiempo del fin enfrentaría condiciones adversas mundiales. En Mateo 24:5- 7 revela que vendrán falsos Cristos, habrá guerra y rumores de guerra (nación contar nación), pestes, hambres y terremotos en distintos lugares. Y si bien estas condiciones son elementos que han estado una y otra vez presentes a través de la historia, “se están recrudeciendo más y más a medida que nos acercamos al fin.[4]
Ahora bien, ante estos escenarios tan lúgubres ¿cómo será posible que el Remanente obtenga paz? La paz según Isaías está muy asociada con el mesías. Él dijo que se le llamaría “Príncipe de paz” (Is 9:6) porque traería la paz y la salvación (Is 52:7). Y es posiblemente en esa dirección que Jesús dijo: “mi paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da…”. Samuel Pérez Millos plantea dos aspectos relacionales en cuanto a este texto, el primero al decir “mi paz os dejo” está dejando algo permanente y es la restauración de la relación rota con Dios producto del pecado. Es decir, a través de Cristo el creyente en Jesús experimenta la obra de la justificación y esto se traduce en seguridad, paz y esperanza en la certeza de la salvación.
El cristiano vive tranquilo en un ambiente de paz en donde se manifiestan las bendiciones de Dios, porque sabe que tiene un Dios que le ama y está reconciliado con él. La paz del mundo es pasajera y está relacionada a un contexto, la paz de Dios es interna y permanente, es decir supraterrenal[5].
Lo segundo está relacionado con el hecho de que Jesús habla de “su paz”. Sólo Él la tiene, le pertenece a Jesús, pero “se hace experiencia de vida en el creyente porque el Espíritu implanta a Cristo en la vida del salvo”. Continúa diciendo “Jesús prometió enviar al Espíritu Santo y esta bendita persona Divina, reproduce a Cristo en la vida del creyente y hace que el amor y la paz sean aspectos del fruto Suyo en el Cristiano”[6].
También Jesús nos dejó la esperanza, en Mateo 24:6 él dijo que ante escenarios de guerra, pestes, engaños, etcétera, “no os turbéis”, es decir no se dejen asustar, no se intimiden, no se alarmen[7]. Cualquiera de estos acontecimientos no nos deben sorprender porque estas cosas deben suceder.
Lo otro, cuando veamos estos escenarios, Jesús agrega en el paralelo de Lucas la palabra “ergios” (21:28). El termino ἀνακύπτω se usa en dos sentidos, el primero literalmente que quiere decir un enderezarse del cuerpo (Luc 13:11; Juan 8:7) y el segundo, el que usa Lucas, metafórico que quiere decir “alegrarse triunfalmente”. Jesús ocupa los ejemplos de la higuera (24:32) y la mujer embarazada (24:8). Cuando se ven los brotes de la higuera se sabe que viene el tiempo bueno, cuando la mujer comienza con contracciones se sabe que viene muy pronto el bebé. Así el cristiano con fe y esperanza ve más allá de este presente momento de dolor y preocupación y se goza porque prontamente se encontrará con su Señor.
La esperanza del cristiano se experimenta de manera más viva, con una convicción muy firme, porque la batalla que decide la victoria final ya ocurrió con la muerte y resurrección de Jesús en la cruz del calvario.
Anotaciones y referencias:
[1] λοιπός junto con λεῖμμα y Καταλείπω provienen del verbo λείπω que tiene el significado de dejar, dejar atrás, abandonar. De ahí que el adjetivo λοιπός signifique remanente. W. E. Vine, Diccionario Expositivo de palabras del nuevo testamento (Caribe: 1999) 1015. El termino λοιπός se encuentra 8 veces en el libro de Apocalipsis (2:24,3:2,8:13,9:20,11:13, 12:17, 19:21,20:5) pero solamente en dos ocasiones se recuerda la idea de resto (Apo 11:13 y 12:17) y solamente en 12:17 no se habla de un nuevo comienzo sino definitivo. Coenen Lothar, Beyreuther Erich, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Vol. IV) (Sígueme: Salamanca, 1994) 88.
[2] Diccionario bíblico adventista, “Remanente”.
[3] Stefanovic, Ranko, La revelación de Jesús Cristo (Andrew University Press:Michigan,2013) 437
[4] Comentario revista adventista 6 Junio 2016 (http://revistaadventista.editorialaces.com/2016/06/07/eventos-de-los-ultimos-dias)
[5] Perez Millos, Samuel. Comentario Exegético, Juan (Clie: Usa, 2016) 1377
[6] Ibíd. 1378
[7] El verbo θρεομαι en su forma pasiva expresa un fuerte sentir “¡No os dejéis asustar! Horst Balz y Gerhard Schneider, Diccioinario Exegetico del Nuevo Testamento (volumen I),(Sígueme: Salamanca, 2005), 1902