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El aislamiento social trajo oportunidad para fortalecer matrimonios

Permanecer más horas en casa puede significar más tiempo para aprender a enfrentar y superar crisis.


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Las pequeñas actitudes pueden ser fundamentales para la salud de las relaciones (Foto: Shutterstock)

Las pequeñas actitudes pueden ser fundamentales para la salud de las relaciones (Foto: Shutterstock)

Muchas familias están por completar tres meses en casa desde que la pandemia del nuevo coronavirus generó un estado de atención alrededor del mundo. La medida usada para disminuir los índices de transmisión de la enfermedad también trajo una situación para la cual mucha gente no estaba preparada: pasar más tiempo en el mismo ambiente que el cónyuge y los hijos.

Además de la crisis en sí que se enfrenta por el COVID-19, se presentaron otras que impactaron directamente los hogares, como el desempleo, la interrupción de las clases, la disminución del salario y la complicación de las relaciones. Para comprender ese contexto y considerar qué pueden hacer las familias en momentos como esos, la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias conversó con el pastor Alacy Barbosa, director del Ministerio de la Familia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para ocho países sudamericanos.

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Con más de 30 años de experiencia en orientación de matrimonios y resolución de conflictos familiares, Barbosa dirigió, de 12 hasta 14 de junio, un fin de semana dedicado a señalar caminos para construir relaciones más fuertes y duraderas, especialmente ante el escenario actual.

El proyecto titulado Invencibles con Dios fue transmitido gratuitamente por los perfiles oficiales de la Iglesia Adventista en YouTube y Facebook.

¿Cuál fue el objetivo de ese encuentro y por qué fue creado? 

Fue pensado para mostrar la relevancia que tiene la familia para la Iglesia Adventista en el contexto en que vivimos hoy. La familia es la célula mater de la sociedad. Nosotros queremos orientar a las familias en las varias dimensiones en que se desarrolla la vida: espiritual, financiera, formación de los hijos, sexualidad. El objetivo es mostrar a las personas los caminos para enfrentar sus luchas personales, especialmente ante una situación de crisis. De tanto en tanto, todas las familias enfrentan crisis. Puede ser un accidente, una enfermedad, la pérdida del empleo, un conflicto familiar, un divorcio, problemas con los hijos.

Queremos ayudar a las familias con consejos prácticos, caminos seguros y bíblicos para solucionar sus problemas, sus crisis y sus dificultades.

¿Cuáles son los principales dilemas que enfrentan los matrimonios en la actualidad? 

Uno de ellos es el egoísmo. Cada uno está pensando en sí mismo. Y muchas veces no es capaz de pensar en el otro, de mirarlo, ver sus principales necesidades y de estar dispuesto a atenderlo, a ser una fuente de bendición, de aliento. Sin embargo, el deseo siempre es que el otro sea una fuente de bendición y aliento para uno.

También existe el problema del individualismo. Aunque haya una actividad grande, intensa, muchas veces trae demandas positivas, justas y buenas. Pero cada uno corre para su lado, mira su carrera, sus necesidades, sus intereses. Por eso, el individualismo es un problema muy grande.

Una tercera situación es la falta de una buena comunicación, de conversar, de expresarse con respeto, claridad y amor. Claro, estar dispuesto a detenerse para escuchar al otro, sus palabras, sus emociones y necesidades reales.

La crisis del nuevo coronavirus ¿agravó o expuso alguno de ellos? 

Pienso que puso en evidencia cerca del 80% de los problemas antiguos que eran parte de la vida del matrimonio, que por la agitación de la vida y por la situación de distanciamiento familiar no se detenían a enfrentar. Era más fácil salir, dar una vuelta, una caminata o estar ausente por un motivo justo como el trabajo, la facultad, y siempre quedaba para después. Y, muchas veces, eso no se resolvía, quedaba dentro de casa, debajo de la alfombra. Con el pasar del tiempo se iba deteriorando, al punto de destruir la familia y el matrimonio.

Por otro lado, hay algunos problemas nuevos, de hecho. Nosotros no estábamos acostumbrados a estar tan cerca. Vivíamos un distanciamiento familiar y una cercanía social. Y ahora se convirtió en un aislamiento social con una cercanía familiar, eso expuso algunas situaciones nuevas sobre cómo tratarse a sí mismo, cómo interactuar con el otro y con la realidad actual.

Internet, muchas veces, puede ser un intruso en las relaciones. ¿Es posible transformarlo en una herramienta de acercamiento? ¿Cómo?

Internet en sí no es bueno ni malo. Es solo una herramienta. Pero la forma en la que lo utilizo, mi propósito, mi intención, es lo que puede ser un problema o una gran bendición. Como vivíamos muy aislados en el aspecto familiar, a pesar de estar en la misma casa, estábamos separados de los miembros de la familia. Muchas personas, no para todas, estaban tan inmersas en el mundo de allá afuera (o virtual) que se olvidaron de vivir el mundo dentro de la casa, o el mundo real de carne y hueso, de emociones reales.

Pero Internet también es una herramienta maravillosa porque puede acercar a las personas. Se transformó en una herramienta poderosa de trabajo y, al mismo tiempo, nos quitó esa sensación de soledad, porque podemos estar conectados con el mundo. El problema es el equilibrio en el dosaje de uso, el equilibrio en la forma de amar y de relacionarnos con quiénes están a nuestro lado.

El matrimonio perfecto solo se ve en cuentos de hadas. ¿Cuál es el secreto para tener una vida feliz de a dos? 

En los cuentos de hadas se ve solo una vislumbre porque no hay matrimonio perfecto. Pero debemos luchar cada día para construir un matrimonio saludable; y eso lleva tiempo.

El secreto número uno es tener en el corazón la percepción del amor de Dios y la forma como debemos compartirlo con el cónyuge. Se necesita mirar hacia él y buscar entender cuáles son sus necesidades reales.

Eso requiere una mirada atenta, cuidadosa, para después pasar a la segunda etapa, que es orar al Señor para que él, por su accionar, lo transforme en una persona capaz de atender las necesidades de quien está a su lado.

Y, por último, la comunicación es fundamental para expresar al otro de manera equilibrada, objetiva, honesta y respetuosa, lo que se siente, lo que se piensa. Eso genera en la pareja una intimidad profunda, además de dar una atención a la forma y al cuidado para escuchar al otro.

¿Cuáles son los elementos que ayudan a un matrimonio a enfrentar y vencer cualquier crisis?

Son muchos, pero voy a citar solo dos. Uno es el compromiso: la decisión intencional de avanzar con el otro a pesar de las circunstancias adversas que se enfrenta. Si hice una promesa, voy a cumplirla. Esto nos hace seres humanos especiales, diferentes e hijos del Señor: prometemos y cumplimos.

Otro aspecto fundamental es la complicidad de estar juntos, de hacer actividades juntos, compartir, ceder, proteger, cuidar, valorizar, fortalecer al otro. Ese compromiso y esa complicidad son fundamentales para avanzar frente a las crisis.

También es importante considerar el sentimiento de pertenencia: de pertenecer a esa familia, de pertenecer a esa situación, de pertenecer a ese momento de la historia del otro. Esto nos ayuda a tener valor, percibir el valor del otro y así apoyarnos mutuamente en las limitaciones y fortalezas y avanzar de crisis en crisis, de victoria en victoria.

La transformación que trajo la pandemia, incluyendo la permanencia del matrimonio en casa por más tiempo, ¿debe verse como una oportunidad para repensar y fortalecer la vida matrimonial? ¿Cómo puede afrontarse?

La pandemia obligatoriamente nos acercó más el uno al otro: físicamente, emocionalmente. Eso es algo importante, pues puede generar conflictos, distanciamiento, pero puede generar más intimidad y más proximidad. La pandemia puede usarse para fortalecer el matrimonio. ¿Cómo? Haciendo cosas juntos, ya que están en casa; dedicar tiempo juntos a la oración; separar más momentos para escuchar al otro, lo que generará más intimidad y conocimiento.

Uno de los puntos fundamentales que trajo la pandemia es la posibilidad de hacer cosas juntos, y eso fortalece la vida del matrimonio emocional, espiritual, sexual y financiera. Es una intimidad total y completa para el matrimonio.

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