Discipulado en el Antiguo Testamento
El discipulado ya estaba presente en la cultura de los patriarcas bíblicos.
En relación al tema bíblico del discipulado, los estudiosos generalmente mencionan los escritos del Nuevo Testamento (NT). Pero también es necesario saber cómo Dios trabajaba en el Antiguo Testamento (AT).
1. El discipulado era un proceso teocéntrico y diario. Una palabra hebrea traducida por discípulos es מֻּד (limud). La Biblia de las Américas la tradujo por discípulosen Isaías 50:4. “Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos”. ¡Esto es comunión! Este texto esclarece que el discipulado era un proceso diario, y de iniciativa divina. Isaías es explícito al informar que Dios era el verdadero discipulador.
Los discípulos eran “discípulos del Señor” (Isaías 8:16), pues eran “enseñados del Señor” (Isaías 54:13). Dependemos de Dios para despertar, escuchar y aprender. La versión Almeida Revista e Atualizada (ARA) tradujo limuden Jeremías 2:24 y 13:23, como “costumbre”. Por nosotros mismos no podemos ser discípulos del Señor, pues como un burro salvaje, nos “acostumbramos al desierto”. Y así como el etíope no puede cambiar su piel, y ni el leopardo sus manchas, nosotros tampoco podemos hacer el bien, pues estamos acostumbrados a hacer el mal.
El proceso de discipulado, sin embargo, no era antropocéntrico, o centrado en el hombre, sino teocéntrico, causado y conducido por el Señor Dios. Si consideramos el AT todavía válido en relación al tema, debemos tener mucho cuidado con la idea de que somos discipuladores, pues el resultado del proceso debe ser alguien a la imagen de Cristo y no del hombre. Usar la expresión “discipulador” exige humildad. El cumplimiento de la orden “haced discípulos” (Mateo 28:19), en realidad, es para dejarnos llenar del Espíritu Santo (Efesios 5:18) y ser “testigos” de Cristo (Hechos 1:8), y revelarlo en nosotros a aquellos a quienes predicamos el evangelio (Mateo 24:14).
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Debemos crear un ambiente de testimonio y enseñanza y pasar “un buen tiempo con las personas, con la confianza de que, tarde o temprano, el Señor hará que se decidan por el bautismo” (BURRILL, 2009, p. 27, énfasis nuestro). Nuestra parte es importante, pero infinitamente pequeña en comparación a la de Dios, ya que “solamente el Creador puede hacer las grandes cosas, como convertir, ganar, llevar al arrepentimiento o a la decisión – toda la autoridad es solamente de él” (BRUNNER, 1990, p. 1097, énfasis nuestro).
2. El discipulado era una relación más de padre e hijo que de instructor y alumno. El término בֵּן, בְּנׄו, לַבֵּן (bēn, bənw, labēn) aparece 4.834 veces en el AT, siendo traducido 10 veces por la ARA como “discípulos” (2 Reyes 2:3, 5, 7, 15; 4:1, 38, 5:22, 6:1, 9:1), una vez como “discípulo” (Amós 7:14), 2.547 veces como “hijos”, y 1.923 veces como “hijo”.
Este uso del término hebreo para discípulo que hace la ARA, y abundante para hijos, principalmente indica referencia mayoritaria al respecto genético de la filiación, pero también sugiere que en los escritos del AT hay una relación entre las palabras discípulo ehijo. No es forzar a las Escrituras a concluir que desde Génesis se presentan aspectos de discipulado en las relaciones entre padres e hijos (Génesis 18:19; Éxodo 12:26; Deuteronomio 4:10; 6: 6, 7). Recordemos las palabras de Elena de White: “Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar” (Consejos para la iglesia, p. 108).
Las escuelas de los profetas reflejaban este modelo. Esos hombres de Dios no actuaban simplemente como maestros, sino como padres. La expresión “el que servía al hombre de Dios” en 2 Reyes 6:15 parece referirse a un joven a quien Eliseo trataba como hijo. Si cada familia en Israel hubiera provisto un lugar de piadosa y sana instrucción, posiblemente no habría habido necesidad de las escuelas de los profetas, ya que “En la vida común, la familia era escuela e iglesia, y los padres eran los maestros, tanto en las cosas seculares como en las religiosas” (La educación, p. 41).
Las declaraciones del NT referidas a la generación espiritual de un hijo, además de reflejar el lenguaje de Génesis, capítulo 5, apuntan a la mencionada relación padre-hijo y a las escuelas de los profetas. Por ejemplo: Pablo le escribió a Filemón: “te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones” (Filemón 10). Él llamó a Timoteo “verdadero hijo en la fe” (1 Timoteo 1:2; 2 Timoteo 1:2).
A su vez, el apóstol Juan llamó a sus lectores “hijitos” (1 Juan 2:1). Evidentemente, este exhijo del trueno aprendió de Jesús el concepto de discipulado padre e hijo basado en el AT. Jesús dio: “Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo…” (Juan 13:33). Como notamos, hay raíces del AT en el lenguaje de Jesús, Pablo y Juan. Sin duda, esto es relacionamientogenuino , porque va más allá del estudio bíblico, de la reunión en la iglesia o en el grupo pequeño. Por otro lado, no deberíamos olvidar que la casa de Dios también era un escenario de discipulado.
El término hebreo תַּלְמִיד (talmîd), en 1 Crónicas 25:8, fue traducido en ARA como discípulo. “Y echaron suertes para designar sus cargos, todos por igual, tanto el pequeño como el grande, tanto el maestro como el discípulo”. Aunque haya diferencias funcionales evidentes entre los servicios del antiguo templo del AT y de la iglesia actual, esta continúa siendo un lugar de discipulado, donde los dones del Espíritu Santo se ponen al servicio de Cristo (Romanos 12:3-13).
Misión activa
3. El proceso del discipulado estaba basado en la Palabra de Dios y resultaba en sellar la ley en el corazón. Deberíamos agradecer a Dios por despertarnos cada mañana para escucharlo a través de su Palabra, ya que el resultado es maravilloso. “Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos” (Isaías 8:16). En este texto, ARA también tradujo el término hebreo limud como “discípulos”. El sellamiento de la ley de Dios en el corazón es una marca decisiva del discipulado bíblico. Este sellamiento ocurría y todavía ocurre como resultado de la comunión con Dios, por la actuación de su Espíritu (Jeremías 31:31-34; 2 Corintios 3:3-5; Hebreos 10:15-17).
Según Elena de White, un verdadero discípulo tendrá la ley de Dios sellada en el corazón, con el énfasis en el cuarto mandamiento. “El Señor manda por el mismo profeta: ‘Ata el rollo del testimonio, y sella la ley entre mis discípulos’. Isaías 8:16 (VM). El sello de la ley de Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único de los Diez Mandamientos que contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás” (El conflicto de los siglos, p. 446).
4. El discipulado, además de incluir comunión y relacionamiento, era un proceso misionero. El hecho de que Dios sea el causador y el agente del discipulado no excluye la participación humana. El mismo versículo que dice: “Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos”, también declara: “El Señor Dios[a] me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado” (Isaías 50:4, énfasis nuestro). Dios despertaba a Isaías para escuchar su Palabra. En este proceso, sellaba su ley en el corazón y le daba al profeta “lengua de sabio” para decirle “una palabra al fatigado”. El objetivo era capacitar a Isaías para la misión(Isaías 6:1-8).
Si también le permitimos a Cristo que él sea nuestro Señor y discipulador, el resultado del proceso será el mismo, pues “Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero” (Servicio cristiano, p. 14). Considerando que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16), y que no hay declaración del NT que anule estos principios de discipulado del AT, con seguridad están vigentes y deben ser practicados.
Referencias
BIBLIA. Español. La Biblia de las Américas: Antiguo y Nuevo Testamento. La Habra, California: The Lockman Foundation, 2007.
BÍBLIA. Português. A Bíblia Sagrada: Antigo e Novo Testamento. Traducción João Ferreira de Almeida. Vers. Elet. Barueri, SP: Sociedade Bíblica do Brasil, 2005.
BURRILL, Discípulos modernos. 2. ed. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileña, 2009.
STRONG, James. Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Nashville, TN – Miami, FL: Editorial Caribe, 2003.
WHITE, Elena G. de Consejos para la iglesia, p. 108, BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora Sudamericana.
_____. La educación. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora Sudamericana.
_____. El conflicto de los siglos, p. 446. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora Sudamericana.
_____. El Deseado de todas las gentes. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora Sudamericana.