La amenaza del coronavirus
El pecado es siempre una amenaza. Sabemos que esto pasaría y también sabemos que esto pasará. Mateo 24 es claro al respecto.
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” (Salmo 91: 2-4).
De pronto, un impensado temor se apoderó de mi cuerpo sin que lo note. Hasta entonces, y en plenas vacaciones, la noticia de un extraño virus surgido en un recóndito mercado chino era una más, entre tantas. No obstante, con el correr de los días, notaba que se iban sumando más casos en el mundo de esta nueva epidemia llamada Coronavirus.
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Y fue así que apareció, en los medios de Argentina, una noticia que decía que una turista italiana estaba en observación en un hospital de El Calafate, lugar del que acababa de regresar. Y me sobrevino el miedo. Era evidente, la pandemia había llegado desde el Lejano Oriente para instalarse en innumerables países del mundo. Ya estaba aquí, muy cerca de mí.
Comencé a informarme. Muchas veces, la información despeja el temor. Y, si no lo hace, puede ayudar a prevenirlo. Leí que esta epidemia es una más de las tantas, que no es tan peligrosa como una gripe, pero hay que tener mucho cuidado en la higiene personal, en el contacto con otros y, fundamentalmente, en el cuidado de nuestro cuerpo. Las defensas altas, desde luego, nos ayudan a alejarnos de la enfermedad y, si nos afecta, podremos salir mejor de ella.
Mientras escribo estas líneas, ese impresionante mecanismo de información al instante que es Internet me avisa en vivo que hay en el mundo ahora 95.122 casos confirmados de Coronavirus, que 51.171 ya fueron sanados y que 3253 personas murieron a causa de esta enfermedad. Desde luego, estos números van a cambiar mientras lees esta nota.
Pero el Coronavirus ha hecho mucho más que causar una pérdida irreparable de vidas en cientos de familias. Ha cancelado espectáculos deportivos, ha derrumbado las acciones de las bolsas del mundo, ha suspendido clases en establecimientos educativos, ha multiplicado por miles el uso (y el precio) de los barbijos, ha impedido millones de saludos, besos y abrazos, ha reconfigurado el turismo (especialmente en Asia y en Europa) y ha reducido drásticamente el tráfico aéreo mundial (inclusive Flybe, una aerolínea británica low cost, quebró debido a esto).
Y así como la información ayuda; la sobreinformación puede crear distorsiones y paranoias. El Coronavirus es el tema de moda en todos los portales de Internet, entrevistas de radio y programas de televisión. Todo el mundo habla de esto por lo que es casi lógico y natural que se instale el pánico en esta aldea global, que no es otra que nuestro planeta.
En relación a esto, sé que como adventista tengo, al menos, dos certezas que se resumen en una frase: Cada día estamos más lejos del Edén del Génesis pero más cerca de la Tierra Nueva del Apocalipsis.
1-La epidemia de la enfermedad por Coronavirus actual se denomina COVID-19 y comenzó a fines de diciembre de 2019 en un mercado de animales de la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei en China. Las autoridades creen que se originó en un lugar donde se vendían mariscos y carne de animales salvajes, incluyendo a murciélagos, ratas y víboras. Los murciélagos serían uno de los principales conductores de esta nueva pandemia.
Entonces, la gran pregunta es: ¿Por qué estamos contrayendo cada vez más enfermedades transmitidas por animales? La pandemia de gripe aviar de 2004 vino de unos pájaros y los cerdos nos dieron la pandemia de gripe porcina en 2009. También se descubrió que el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) vino de los murciélagos, animales que también nos dieron el ébola.
Sabemos la respuesta: nuestro estilo de vida y nuestra dieta actual está en contraposición con el plan original de Dios en el Edén. El consumo de todo tipo de carnes afecta no solo a nuestro organismo, sino a toda la sociedad. Necesitamos volver a los orígenes: consumir legumbres, frutas y verduras. Además, una buena salud (que incluye el beber agua, el descansar adecuadamente y el realizar ejercicio regularmente) nos permitirá estar con las defensas altas para este o para cualquier otro tipo de virus.
2-El coronavirus es una nueva amenaza. En realidad, desde Génesis 3 vivimos permanentemente amenazados. Los traumas, las angustias, las separaciones, los dolores, las enfermedades, las pestes y las muertes nos atacan diariamente. El pecado es siempre una amenaza. Sabemos que esto pasaría y también sabemos que esto pasará. Mateo 24 es claro al respecto.
“Al unir un eslabón con otro en la cadena de los acontecimientos, desde la eternidad pasada a la eternidad futura, las profecías que el gran YO SOY dio en su Palabra nos dicen dónde estamos hoy en la procesión de los siglos y lo que puede esperarse en el tiempo futuro. Todo lo que la profecía predijo como habiendo de acontecer hasta el momento actual, se lee cumplido en las páginas de la historia, y podemos tener la seguridad de que todo lo que falta por cumplir se realizará en su orden. Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que habían de preceder su venida” (Elena de White, Maranata: El Señor viene, 1º de marzo).
¿Qué debemos hacer ante este cuadro de situación? Estar preparados para la Segunda venida de Jesús, orando, estudiando la Biblia y predicando a otros. “Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo estudiando diligentemente la Palabra de Dios y esforzándose por conformar su vida con sus preceptos” (Ibíd).