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Movidos por principios: la distribución de los recursos

Comprenda cómo el modelo de gestión financiera adoptado por el pueblo de Israel se refleja en las prácticas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.


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La Iglesia Adventista adopta el modelo bíblico para mantener el ministerio pastoral (Foto: Shutterstock)

En el artículo anterior, comprendimos que la Iglesia Adventista posee una base bíblica fuerte en cuanto a los diezmos y ofrendas. En él dejamos pendientes preguntas como: ¿de qué manera deberían recogerse esos recursos? ¿Cómo sería el proceso de pago a los pastores? ¿Cada templo debería pagar a su propio pastor? Veamos.

No todos hacían lo mismo, pero todos ganaban con la misma base

Si usted estudia los detalles del trabajo de los levitas en la Biblia, descubrirá que esa tribu estaba dividida por familias y que cada una tenía una actividad específica. Había una familia cuya única atribución era dirigir la alabanza en el templo; otros actuaban como porteros del tabernáculo; otra se ocupaba en armar y desarmar el campamento. La más conocida era la de Aarón, responsable de dirigir todo el ritual del sacrificio. El principio aquí es el siguiente: ni todos los levitas hacían los mismo, pero todos ganaban con la misma base salarial.

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Y eso se describe en 2 de Crónicas 31:15: “Y a su servicio estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías, en las ciudades de los sacerdotes, para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones conforme a sus grupos, así al mayor como al menor”. El término “así al mayor como al menor” muestra que todos los sacerdotes, ya sea el sumo sacerdote o el levita que era el portero, ganaban su salario con la misma base.

Ese principio también fue adoptado por la Iglesia Adventista. Todos sus pastores reciben su salario con la misma base. La denominación adopta un factor porcentual para remunerar a cada uno, independientemente de dónde trabaje o cuál sea la función que ejerza. Ya sea en un templo, en un cargo administrativo o al dirigir algún departamento, todos tienen el mismo sueldo, así como sucedía con los levitas.

Ese principio se aplica al sueldo, pero algunas funciones pastorales demandan una atención en un territorio mayor que otros y exigen un reembolso diferente de un cargo a otro. Por ejemplo: la geografía de actuación de un pastor distrital con ocho templos no es la misma que la de un director de departamento de una sede administrativa responsable por uno o más Estados (Uniones), el cual atiende a 200 iglesias. Entonces, el sueldo de ambos tiene la misma base, pero lógicamente los gastos de viaje no pueden ser los mismos. A eso se lo llama reembolso y no forma parte de la base salarial del pastor por tratarse de gastos operativos del trabajo.

La recolección y distribución de los recursos  

Vea qué maravilloso lo registrado en la Biblia: cuando el pueblo de Israel entró en la tierra de Canaán, Josué hizo la distribución del territorio entre las tribus. Cada una recibió su porción. Solo a una tribu no se le asignó territorio: la de Leví. Dios entonces orientó a Josué que separara 48 ciudades a lo largo del país donde vivirían los levitas (Números 35:7-8). A ese modelo lo podríamos llamar distritos pastorales de los levitas.

Mapa muestra los límites de cada una de las 11 tribus de Israel. (Imagen: Wikipedia)

Y ¿cómo debían pagarse? Lo más fácil y lógico era que cada tribu pagara a sus propios levitas. Pero Dios orientó que no debería ser así. Los diezmos debían ser recogidos em todas las tribus y llevados a un solo lugar, a Jerusalén, y después debería ser distribuido a los levitas.

Imaginen la complicación: no existía banco ni transferencias bancarias. Y ¿por qué Dios lo indicó así? Aquí está la belleza de la sabiduría divina.

Imagine que usted fuera un levita en una ciudad cercana a la región del desierto de Sim, en la tribu de Judá, y otro levita conocido suyo trabajara en los valles fértiles de la tribu de Neftalí. Imagine ahora que hubiera una sequía muy grande en la región de Sim y los habitantes no tuvieran recursos para devolver los diezmos para pagar a los levitas de su región, mientras los habitantes de la tribu de Neftalí tuvieran una cosecha extraordinaria, elevando el valor del diezmo a las alturas.

Probablemente usted pensaría: “No quiero seguir siendo levita aquí en Judá. Quiero cambiarme a la región de Neftalí para poder mantener a mi familia”. Ese no era el plan de Dios. Por eso, todo el diezmo de Israel era enviado a un solo lugar, Jerusalén. De esta manera los levitas designados recorrían todas las 48 ciudades para pagar a cada uno de los que actuaban en ellas (2 Crónicas 31:11-15). Esa era la manera como Dios hacía que un levita no tuviera envidia al que estaba en otro lugar o que un levita fuera rico mientras otro pasaba necesidades. Así es como procede la Iglesia Adventista con sus pastores.

Al devolver el diezmo, el miembro no remunera a su pastor, sino lo envía a la sede administrativa más cercana (Asociación/Misión), que recibe el diezmo de todas las iglesias y les paga a los pastores con la misma base salarial. Ningún ministro adventista necesita preocuparse por atender en un templo con más o menos recursos financieros, pues todos reciben la misma base salarial. Esos principios descubiertos en la Biblia por los pioneros de la Iglesia Adventista son el fundamento del modelo utilizado hasta hoy.

Sin embargo, hay una pregunta más que debemos responder: El pueblo de Israel ¿siempre actuó así en relación con los diezmos y las ofrendas? Esto lo descubrirá en el próximo artículo.

Josanan Barros

Josanan Barros

Primero Dios

Historias y pruebas de fidelidad a Dios en todos los momentos y circunstancias de la vida

Josanan Alves de Barros Júnior está formado en Teología. Es el actual director del departamento de Mordomía Cristiana de la sede sudamericana de la Iglesia Adventista. @JosananAlves