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¡Alguien está viendo!

Dios es alguien que acompaña nuestra fidelidad a Él y espera que hagamos lo correcto cuando se trata de adorarlo.


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Las reflexiones, a partir del relato de la viuda pobre y su ofrenda presentado en los evangelios, son imprescindibles para la vida cristiana de hoy (Foto: Somos de Cristo).

Testifico ante mis hermanos y hermanas que la iglesia de Cristo, por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual él concede su suprema consideración” (Elena de White).

Debemos tener una disposición individual de hacer esfuerzos considerables para alcanzar y mantener la unidad de la iglesia” (Ángel Manuel Rodríguez).

Cierta vez, un hombre decidió invadir los campos de un vecino para hurtar un poco de trigo. “Si yo junto un poco de cada campo, nadie lo notará”, pensó. “Entonces tendré una gran cantidad de trigo con facilidad”. Esperó una noche oscura y nublada para realizar su plan. Salió de su casa a escondidas y llevó consigo a su hija.

Lea también:

—Hija, —le dijo bajito, —quédate vigilando y avísame si aparece alguien.

El hombre entró despacito en el primer campo y comenzó la cosecha. Apenas había comenzado cuando escuchó a su hija gritar: —¡Papi, alguien te está viendo!

El hombre miró a su alrededor, como no vio a nadie, amarró el trigo que había recogido y se fue rápidamente al segundo campo.

—¡Papi, alguien te está viendo! —Dijo la hija nuevamente.

El hombre miró bien a todos lados, pero nuevamente no vio a ninguna persona. Irritado dijo a la hija: —¿Por qué me dices que alguien me está viendo? Ya miré a todos lados y no veo a nadie.

—Papi, —murmuró la niña, —alguien te está viendo desde allá arriba.[1]

El evangelio de Marcos registra una historia que nos enseña la misma lección de ese padre deshonesto. ¡Hay un Dios que está viendo! La historia está registrada en Marcos 12:38-40.

“Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación”.

El mal ejemplo de los escribas

Inmediatamente después de esa conversación, está el relato de una viuda pobre que entrega todo lo que posee como ofrenda en el templo. Eso es curioso. Jesús deja claro que él había observado la actitud pública de la viuda como la actitud privada de los escribas.

La palabra escriba viene del verbo hebreo escribir. Los escribas eran judíos que tenían la función de copiar los manuscritos, enseñar e interpretar la Torá y otras literaturas judías, y realizar tareas en el templo. Además, actuaban en la preparación de diversos documentos como escrituras y registros; eran como notarios/escribanos de la época. Muchos de ellos eran miembros del Sanedrín, una especie de corte suprema judía. Algunos de ellos formaban parte de la secta de los fariseos o saduceos, otros eran sacerdotes y levitas.[2]

Seis puntos citados por Cristo

Jesús los denunció como orgullosos, egoístas, hipócritas e indignos de confianza. Y en seguida enumera seis puntos de sus malas actitudes.

  1. Les gustaba andar con vestidos largos. Y usaban una franja de tela alrededor del cuello que también usaban los sacerdotes. Tenía la función principal de diferenciarlos de las personas comunes.[3]
  2. 2. Les gustaba recibir salutaciones en las plazas. Jesús censuró el deseo de reconocimiento público de superioridad.
  3. Les gustaban las primeras sillas en las sinagogas. Los que se sentaban en la parte del frente tenían la doble ventaja de estar cerca del encargado de la lectura y la oración y de frente a la congregación, desde donde podían ver a todos. Además, era considerada una señal de honra ser invitado a sentarse en ese lugar.[4]
  4. Les gustaban los primeros lugares en los banquetes. Eso también era considerado una señal de superioridad en la época de Cristo.
  5. Devoraban las casas de las viudas. Al comentar sobre ese punto, Elena de White declara: “Los fariseos ejercían gran influencia sobre la gente, y la aprovechaban para servir sus propios intereses. Ganaban la confianza de viudas piadosas, y les indicaban que era su deber dedicar su propiedad a fines religiosos. Habiendo logrado el dominio de su dinero, los astutos maquinadores lo empleaban para su propio beneficio”.[5]
  6. Intentaron justificarse con largas oraciones. En Mateo 6:6-8 Jesús ya había denunciado la práctica hipócrita de hacer oraciones largas y audibles en público para atraer la atención.

Esas prácticas de los líderes religiosos de la época de Cristo eran ampliamente conocidas por todos. Y Jesús, aun conociendo las actitudes de ellos, elogió a la viuda por llevar su ofrenda al templo, recursos que serían administrados por ellos. El teólogo Etwood Sanner hasta instiga nuestra imaginación con la siguiente pregunta: “¿Sería esa pobre viuda una de aquellas cuyas casas eran devoradas por los escribas?”.[6]

Desde el punto de vista humano, tal vez fuera más razonable que Jesús desestimulara la práctica de la devolución de las ofrendas en el templo, ya que la corrupción prevalecía entre los líderes religiosos de la época.

Según Elena de White, muchos le hubieran dado a ella el siguiente consejo:

“Muchos le habrían aconsejado que guardase su pitanza para su propio uso. Puesto en las manos de los bien alimentados sacerdotes, se perdería de vista entre los muchos y costosos donativos traídos a la tesorería. Pero Jesús comprendía el motivo de ella. Ella creía que el servicio del templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo”.[7]

Devolución de los diezmos y ofrendas

En este momento necesito entrar en un punto muy delicado. A lo largo de mis veinte años de ministerio he encontrado personas que me dicen ser incapaces de devolver los diezmos y ofrendas por no estar de acuerdo en cómo la iglesia utiliza sus recursos, y por no concordar con el estilo de vida de algunos pastores y no notar transparencia en el uso de los recursos de la iglesia. Ellas me preguntan y generalmente imaginan que yo afirmaré que los líderes de la iglesia son infalibles e incuestionables. Sin embargo, cada vez que converso con personas que presentan esas preguntas yo les respondo que a lo largo de mi ministerio también me hice mis preguntas.

No está prohibido tener dudas y preguntas, pero la gran cuestión es decidir qué hacer y cómo actuar cuando surgen. La historia de la viuda me ayudó a entender ese punto. Jesús había terminado de cuestionar la actitud de los líderes religiosos y, después, estaba en el templo elogiando a la viuda por entregar la ofrenda a esos líderes cuestionables.

Las actitudes correctas

Jesús nos enseña que, si esperamos actitudes correctas de las personas, debemos actuar correctamente. Martin Luther King Jr., dijo: “Un gran peligro para nosotros es la tentación de imitar a las personas a quienes nos oponemos”. Piense conmigo: La actitud de los líderes era incorrecta, era completamente condenable, pero si la viuda decidía no ser fiel a Dios con lo que poseía, ella también estaría actuando con deshonestidad. Ella decidió responder a la infidelidad de ellos con una actitud de fidelidad.

Muchas veces queremos enseñar valores correctos con actitudes incorrectas. Queremos defender la verdad yendo a las redes sociales a hacer acusaciones. Queremos cambios profundos con represalias. Eso puede hasta ser estimulado en el trastornado ambiente social en el que vivimos, pero necesitamos mirar a la Palabra de Dios y entender que los valores y principios del reino de Dios son diferentes de los valores y métodos del mundo.

Entonces usted se debe estar preguntando: “Todo bien, pastor, pero ¿cómo debo actuar cuando no estoy de acuerdo con la manera como se conducen las cosas en la iglesia?” Esa es una pregunta tan importante que me gustaría responderla con una cita de la profetisa Elena de White.

“Presentad vuestras quejas, clara y abiertamente, con el debido espíritu, a quienes incumba. Enviad vuestras peticiones para que se ajusten y pongan las cosas en orden; pero no os retiréis de la obra de Dios, ni os demostréis infieles, porque otros no estén haciendo lo recto”.[8]

Cinco lecciones importantes

Esa cita nos enseña cinco aspectos muy profundos:

  1. La decisión de ser infiel por notar que se hacen cosas equivocadas con los recursos de la iglesia, Dios la considera como un robo.
  2. Presente su queja. Usted no necesita omitir su percepción y cerrar los ojos a los errores cometidos.
  3. Esa presentación de la queja debe hacerla de manera franca. Franco es alguien que es sincero y no disimula el pensamiento. La franqueza es una virtud, pero, así como en otras virtudes, Satanás puede transformarla en un defecto. Algunas personas pareciera que les gusta llamarse francas alegando que dicen lo que piensan, a quien quieren, y en el momento que consideran mejor. De esa manera, la franqueza se vuelve destructiva.
  4. Para que la franqueza sea una virtud cristiana debe presentarse en su “debido espíritu”. No sería un error agregar: “en el debido espíritu cristiano”. Ore antes de presentar la queja, pida a Dios que ponga amor en sus palabras y le dé sabiduría al presentar sus interrogantes. Póngase en una posición de alguien que quiere ayudar y no destruir.
  5. Presente las observaciones a personas competentes. Yo podría agregar: “No la presente en las redes sociales”. No siga el espíritu revolucionario de la época en que la idea se expone públicamente pues es la única manera de resolverse. Finalmente, no observe a todos los que están al frente de la causa de Dios como aprovechadores y deshonestos, sino como seres humanos que han dado lo mejor de sus vidas por la causa de la cruz. Y que, al mismo tiempo, no pasan de seres humanos falibles y con posibilidades de equivocarse voluntaria o involuntariamente. Y lo más importante, admita estar equivocado cuando las explicaciones presentadas así lo demuestran.

La cita concluye afirmando: “pero no os retiréis de la obra de Dios, ni os demostréis infieles, porque otros no estén haciendo lo recto”. No se retire de la obra de Dios. Él tiene una obra en esta tierra y lo invita a unirse completamente a ella.

El Señor está más interesado en poner orden a su causa que usted, por eso no responda con infidelidad a los errores cometidos por algunos. Necesito terminar este capítulo alabando a Dios, porque a lo largo de los años, noto que, en la abrumadora mayoría de las veces, he visto que la causa de Dios fue conducida con sensatez y responsabilidad. Dios ha conducido a su iglesia y quiero permanecer unido y comprometido con ella hasta el fin.

Tal vez, usted haya perdido la confianza en la manera como la obra de Dios ha sido conducida. Por eso, quiero invitarlo a orar en este momento y pedirle a Dios sabiduría para actuar de acuerdo con la orientación profética, y especialmente para continuar involucrado en la causa de la verdad con fidelidad.

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Referencias:

[1] Adaptación del libro de las virtudes para niños. Organizado por William J. Bennett. 1977. Editora nova fronteira, p. 68.

[2] Peter Tan-Gatue, J. D. Barry & L. Wentz (Orgs.), Lexham Bible Dictionary (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014), p. 432.

[3] W. Hendriksen, Comentário sobre o Novo Testamento: O Evangelho segundo São Marcos (Grand Rapids, Ml: Challenge Brooks, 1998), p. 506.

[4] Ibíd, p. 506.

[5] White, Elena. El Deseado de todas las gentes. (Bs. As. Asociación Casa Editora Sudamericana), p. 565.

[6] A. E. Sanner, Comentario Bíblico Beacon: Mateo hasta Lucas – Tomo 6 (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), p. 384.

[7] White, Elena de. El Deseado de todas las naciones. (Bs. As., Asociación Casa Editora Sudamericana), p. 566.

[8] White, Elena. Obreros Evangélicos. (Bs. As., Asociación Casa Editora Sudamericana), p. 238.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Josanan Barros

Josanan Barros

Primero Dios

Historias y pruebas de fidelidad a Dios en todos los momentos y circunstancias de la vida

Josanan Alves de Barros Júnior está formado en Teología. Es el actual director del departamento de Mordomía Cristiana de la sede sudamericana de la Iglesia Adventista. @JosananAlves