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Siete hábitos que toda familia cristiana debe tener

consejos de una especialista para que la familia cristiana sea aquello que Dios espera.


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La familia cristiana también posee sus desafíos y orientaciones prácticas son importantes para el cotidiano. Foto: Shutterstock

Hoy, 15 de mayo el país hace un homenaje a la institución familiar por constituir un núcleo esencial para la formación moral de todos los individuos. Su importancia debe ser divulgada en la sociedad por medio de mensajes de amor, respeto y unidad. Y deben recordarse sus derechos y responsabilidades. Todo para que lleve a la diversidad de formación, cuestiones sociales, económicas y demográficas que la rodean. Para nosotros, cristianos, sumado a estos importantes aspectos, la institución de la familia tiene el compromiso y la responsabilidad de ir más allá de la formación moral.

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El impacto de la institución y la relación familiar permanece por toda la vida. Es ella quien da forma a las otras relaciones con amigos, profesores, cónyuge, colegas de trabajo, etc. Es la familia quien satisface necesidades de afecto, apego, desapego, seguridad y disciplina. Por eso, el papel que recae sobre cada uno de sus miembros y especialmente sobre los padres cristianos, es inmenso. De ellos es la responsabilidad de proteger la felicidad y los intereses de los hijos, como también hacer del hogar lo más atractivo posible. Este aspecto, inclusive, es considerado como “más importante que adquirir propiedades o dinero”. Además, “la felicidad de la sociedad, el éxito de la iglesia, y la prosperidad de la nación, dependen de las influencias del hogar”.

Entre otros elementos esenciales innumerables para una vivencia feliz, saludable, dentro de un contexto de cuidado, desarrollo y crecimiento en el contexto familiar, hay algunos hábitos que pueden fortalecer el vínculo afectivo entre sus miembros. Y que benefician no solamente la unidad familiar, sino que también a cada persona individualmente. Ellos son:

Adoración: culto individual y colectivo: Todavía recuerdo con nostalgia que cuando era niño me despertaba todos los días con el canto de mi padre después de hacer su culto individual. Era una forma de despertarnos y llamarnos para el culto en familia. Pocos minutos después estábamos todos a su lado, a veces enroscados en mantas. Infelizmente la religión en el hogar ha sido cada vez más descuidada. Sin embargo, por medio del culto familiar diario se invita a Dios a estar presente. En el caso que sea descuidado cada miembro de la familia perderá innumerables las bendiciones. Al contrario, “cuando la religión es algo práctico en el hogar se logra un gran bien”.

Disponibilidad: tiempo de calidad y en cantidad: Qué tal si planea ir a un buen restaurante cuando está con mucho apetito. Al llegar, solicita el menú y mientras demora un poco su apetito aumenta. Cuando le traen el plato usted mira sin poder creer lo que ve, impecablemente dispuesta en un formato perfecto, apetitoso y solo en el centro del plato hay una porción de comida no mayor a la del tamaño de una pelota de tenis. Todos nosotros, no solo nuestros niños, adolescentes y jóvenes sufrimos cada vez más la falta de interacción en cantidad y calidad. Muchos siguen la vida sin lograr entenderla completamente. Eso es porque no tienen a alguien que la traduzca, que les explique sus matices, sus innumerables facetas y su diversidad. Eso lleva a la debilidad mental. Decida disponer de tiempo de cantidad y calidad para sus familiares. ¡Desconéctese de las tecnologías e invierta en lo que realmente vale la pena!

Motivación: aliento mutuo: La motivación mueve a una persona, la pone en acción o la hace cambiar un recorrido. Lleva a una elección, instiga, hace iniciar un comportamiento en una dirección y asegura la persistencia para determinado propósito. El papel de la familia es motivar a sus miembros. Hay mucho que aprender, que enseñar, que persistir, que luchar. Los más jóvenes necesitan ser motivados a no descuidar su fe, su Dios, sus creencias, sus valores. Deben recibir la motivación a mantenerse limpios de manos y de corazón. La familia debe motivar a sus miembros a no perder de vista la esperanza de la salvación y de la resurrección ante las pérdidas que enfrentan, como también la seguridad de que hay un Dios que nunca los abandona. Forme el hábito de motivar a sus familiares para las cosas buenas y nobles de la vida.

Organización: disciplina y orden: “si el hogar debe ser el lugar más atractivo del mundo” la limpieza, el aseo y el orden son indispensables en la formación de los hábitos de cada miembro de la familia. Si el culto personal y familiar contribuye a acercarnos a Dios y a mantener nuestra mente pura y limpia, ese mismo proceso debe contribuir para organizar nuestra vida exterior. El desorden, el descuido y la falta de esmero nos apartan de un Dios que todo lo creó con orden y belleza. Los hijos disciplinados, por otro lado, son una bendición para la escuela donde estudian y para la sociedad en la que se desempeñan.

Perdón: disposición para ofrecer y recibir perdón: El tema del perdón no debe estar presente solo en una oración, muchas veces repetida automáticamente. Debe permear, en primer lugar, nuestras relaciones con cada miembro de la familia. El perdón abre camino para la cura y la reconciliación de las relaciones. Tener la conciencia de que Dios perdona nuestros pecados, arrojándolos al fondo del mar, debe ser el modelo principal de acción ante la intención de juzgar, condenar o tomar represalias cuando alguien nos hiere intencionalmente o no. Practique el hábito de perdonar. Adquiera el hábito de perdonar más, de apretar más la mano de alguien, de abrazar. “Actualice la foto de las personas todos los días”.

Comunicación: disposición para dialogar. Cuando se dirigen elogios, palabras lindas a hijos, madres, padres y amigos en alguna red social, se espera que las personas allí homenajeadas hayan también recibido estas declaraciones, de lo contrario no tienen ningún sentido. De nada nos beneficia vivir unidos bajo el mismo techo si no hay diálogo, un intercambio de sentimientos y experiencias de vida. El diálogo es una terapia. Permite saber lo que el otro está pensando y sintiendo. Es la mejor forma de resolver desentendidos o de ofrecer alguna aclaración. Practique fielmente el hábito de preguntar cómo se siente cada miembro de su familia. Dedique momentos para mirar a los ojos escuchando con el corazón. Trate de demostrar respeto por medio de sus actitudes a las criaturas especiales de Dios. Ese hábito contribuirá para que todos los miembros de la familia sepan relacionarse y ser más felices. No se olvide de incluir siempre a los más jóvenes y a los de más edad en los diálogos. Es una forma de construir y mantener la historia de la familia por medio de todos sus protagonistas.

Servicio: disposición para colaborar:Entre los hábitos saludables de la familia cristiana está el servicio, y el voluntariado. Cuando la familia se une para realizar alguna cosa juntos, sea preparar comida, hacer huerta, limpiar un patio, ayudar a alguien, algo increíble se fortalece: el espíritu de equipo y la unión en busca de un objetivo. De esa forma el voluntariado se fortalece, desarrollando cualidades nobles en las personas, como compasión y altruismo. En este contexto se preparan buenos misioneros para un servicio más allá del hogar, donde Dios también será temido, amado y adorado.

Usted puede ampliar esta lista en su hogar o también construir una nueva lista a partir de ideas de su propia familia. Pida ayuda a cada miembro, valore cada idea. Pregunte por qué cada miembro considera importante ese ítem. Al final, colóquele el nombre de su familia y encuádrelo en un marco en un lugar bien visible en su casa. Sobre todo, incentive a cada miembro a practicar los ítems de esta lista.

 Referencias:

 Boruchovitch, E., Bzuneck, J. A. (2009). A motivação do aluno. Petrópolis, RJ: Vozes.

Oliver, W. Oliver, E. (2018). Esperança para a família. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira.

White, E. G.  El hogar Cristiano. Bs. As, Asociación Casa Editora Sudamericana.  

 

 

Janete Suárez

Janete Suárez

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Janete Tonete Suarez es graduada en Letras y Psicología, es magíster y doctora en Psicología por la Pontificia Universidad Católica de Campinas. En la actualidad, es profesora temporaria en la Universidad de Brasilia, en el departamento de Desarrollo Humano y Aprendizaje y psicóloga clínica de PsySon – Christian Mental Care – terapia online. Investiga sobre la identificación y el desarrollo de talentos a través de la mentoría.