El verdadero ayuno
El ayuno puede ser muy beneficioso para la salud, además de cumplir un papel espiritual importante.
El ayuno ha sido practicado por muchas religiones: cristianismo, judaísmo, islamismo y budismo que adoptaron el acto como parte de sus ceremonias. La Biblia menciona situaciones de ayuno, y hasta Jesucristo pasó 40 días sin comer. Ciertamente la privación alimentaria tiene una aplicación espiritual y, junto a la oración, es una actividad que facilita o aumenta la comunión con Dios. Pero, el objetivo de este artículo son los efectos físicos de la práctica.
Durante las primeras horas de ayuno el cuerpo gasta la glucosa que todavía está circulando, pero, cuando las reservas de glucosa se agotan, el cuerpo comienza a gastar los depósitos de grasa y, finalmente, si el ayuno se prolonga, se usan las proteínas para promover energía. Por esa razón, las personas que pasan por un ayuno prolongado quedan delgadas y demacradas, ya que sus músculos se usan para producir energía. De esa forma, el ayuno puede tener un efecto positivo en cuanto se está “quemando” grasa, pero en el momento en que la persona comienza a perder proteínas, puede ser de riesgo para la salud.
Según estudios en animales y en humanos, el ayuno disminuye el colesterol total, el colesterol LDL, la glucosa, los triglicéridos y la presión arterial. El mecanismo principal puede ser la pérdida de peso, pero también hay evidencias de que la práctica aumenta la sensibilidad de la insulina. Así, enfermedades como la diabetes, enfermedades cardíacas, presión alta y otras enfermedades crónicas podrían beneficiarse con el ayuno.
El problema principal del ayuno se relaciona con los tipos de enfermedades que beneficia: las enfermedades que no se curan, o mejor, enfermedades que sobrevienen a causa del estilo de vida inadecuado. Así, cualquiera que sea el tratamiento, la enfermedad tiende a volver si la persona no sigue el régimen alimenticio o de salud adecuado.
Por ejemplo, una persona puede perder peso suficiente durante el ayuno, pero si no cambia su estilo de vida, especialmente haciendo ejercicio y dieta, el peso volverá. Lo mismo puede suceder con otras enfermedades. Un amigo mío pasó 21 días de ayuno con limón. Estaba siguiendo el consejo de un médico, a causa de un problema de piedras en la vesícula. Perdió peso y expulsó algunas piedritas. Después de algunos meses fue a una fiesta y comió unas pizzas, más de lo que debía. Pocas horas después el amigo comenzó con dolores en la parte derecha del abdomen y el dolor se hizo tan intenso que tuvo que ir al hospital. Era la vesícula de nuevo y esta vez tuvo que pasar por una cirugía de emergencia y le retiraron más de cien piedras junto con su vesícula.
Para contrastar con ese episodio voy a reportar el caso de uno de mis pacientes. El ciudadano tenía más de 60 años, sin ninguna historia seria de salud, pero hacía años sufría de dolor también del lado derecho del abdomen con el diagnóstico de piedras en la vesícula biliar. En ese caso no se realizó ningún ayuno especial, sino un estilo de vida específico y saludable. Le recalqué que no debería ingerir grasa saturada y nunca comer en exceso alimentos grasosos de cualquier tipo. Por más de diez años acompañé el caso de ese paciente y nunca hubo una crisis de vesícula biliar.
Volviendo al ayuno, parece que la privación corta hecha alternadamente con un período de alimentación, lo que se llama ayuno intermitente, puede ser benéfica. En ese caso, el ayuno pasa a ser parte de un estilo de vida donde no hay cambios bruscos, y la persona aprovecha todos los beneficios de la restricción. El ayuno completo o también parcial con jugos de vegetales puede realizarse durante 24 horas dentro de un período alimentario de una semana, dos semanas o hasta mensualmente.
“La intemperancia en el comer es a menudo causa de enfermedad, y lo que más necesita la naturaleza es ser aliviada de la carga inoportuna que se le impuso. En muchos casos de enfermedad, el mejor remedio para el paciente es un corto ayuno, que omita una o dos comidas, para que descansen los órganos rendidos por el trabajo de la digestión. Muchas veces el seguir durante algunos días una dieta de frutas ha proporcionado gran alivio a personas que trabajaban intelectualmente; y un corto período de completa abstinencia, seguido de un régimen alimenticio sencillo y moderado, ha restablecido al enfermo por el solo esfuerzo de la naturaleza. Un régimen de abstinencia por uno o dos meses convencerá a muchos pacientes de que la sobriedad favorece la salud.
“Algunas personas recibirían más beneficio de abstenerse de alimentos durante un día o dos por semana que de cualquier tratamiento o consejo médico. El ayunar un día por semana les sería de beneficio incalculable” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 224).