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Detox 2016

¿Ya escuchó hablar sobre aquella expresión "Detox digital"? Entiéndalo mejor con el artículo del pastor Odailson Fonseca.


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¡No tuve otra opción! Finalmente, cedí a la presión. Después de tanta insistencia incesante y sin fin, realicé el deseo de mi hija millennial, Thalissa, de seis años:

Le di un IPhone de regalo.

Eso mismo, ¡el MÍO! Le explico.

Hice una “apuesta de cambio” en este último Año Nuevo: durante 15 días eternos, entregar en sus manitas un “pedazo de mí”, o sea, mi Smartphone omnipresente y vital. Ella desconectó todas mis redes sociales, wi-fi, 3G y cualquier aplicativo capaz de exiliarme en el mundo virtual. Además, lo escondió para que no tuviera “recaídas de crisis de abstinencia”. Ah y fue un Pacto Transmedios - incluyendo tableta, notebook y hasta la Smart TV.

¿Perdí el juicio? Puede ser. ¿El resultado de la apuesta? Prepárese para las declaraciones bomba de un sobreviviente…

¿Si morí? Sinceramente, no. ¿Entré en “convulsión digital”, al borde de un colapso mental? No. ¿Si tuve reacciones alérgicas de “nostalgia tecnológica”, insomnio descontrolado, erupciones pos traumáticas en la piel o actitudes amenazadoras? NO. ¿Me deprimí? NO. ¿Perdí el mundo a mí alrededor? ¡NO!

No. No. ¡NO!

¿Quiere saber realmente? Fue la experiencia más libertadora que saboreé en la vida. No fallecí sino resucité. No colapsé, y sí, me relajé. ¿Desaparecí del mundo? ¡Nada! Me encontré en un verdadero paraíso. No perdí grandes negocios, pero busqué tesoros todavía mayores. Desactualicé timeline de mi Facebook por un verdadero update familiar. Cambié fotos de Instagram por clics mentales inestimables, y hasta descubrí sonidos increíbles que no oía en mi playlist del Spotify: carcajadas infantiles, sinfonía de olas, cuchicheos románticos, susurros de la brisa y mucho más.

En verdad, se habla tanto de alimentos desintoxicantes, jugos vigorizantes, spas saludables y nuevos hábitos rejuvenecedores, que faltaba una encantadora niña para provocarme al más importante de los desafíos:

¡DETOX DIGITAL!

Atropellado por el tsunami de la tecnología, interacción, sobreexposición, redes sociales y respuestas “on-time, on-demand y on-line”, reconozco no notar fácilmente cuánto me sumergí en el pozo sin fin de los hábitos embrutecidos por la digitalización humana. ¿Solución? O saltamos de este remolino antisocial vicioso en busca de equilibrio, o nos exiliaremos en el deterioro extremo de las verdaderas relaciones que, en la cultura off-line de otrora, un día nos hizo “a la imagen de Dios” (Gén. 1:26).

¿Vamos a las lecciones de mi reality show particular de detox digital?

ALIENACIÓN. Palabra dura e incómoda como arena en el iris, pero pertinente al extremo, ella define nuestra antipatía social trágica. Ninguno más parece alguien, a menos que esté conectado a la distancia. ¿El problema de esto? Solo estamos presentes con los ausentes, y quien está al lado que conviva con los “ausentes”. El otro día, mi esposa me dio una “bofetada verbal” al leer una frase: “VIDA es lo que pasa mientras usted se pierde en el celular”. Hay gente que, sin notarlo, termina haciéndose ermitaño en la clausura cibernética de sus mejores intenciones de sociabilización virtual. ¡Viva el presente de la presencia!

IMPACIENCIA. Estamos cada vez menos misericordiosos con el tiempo de respuesta de las cosas. Si el sabio dijo que “hay tiempo para todo” (Eclesiastés 3:1), no parece que esto se encuadre en los grupos de WhatsApp o direct messages de Twitter. ¡Tecleamos para hoy exigiendo retorno para ayer! El peligro es que, de herramientas simpáticas de interacción, las redes sociales se deforman en amenazadoras armas de obsesión. ¿Quién ya no se “comió” las uñas, o “subió” a las paredes, en la ansiedad por el feedback instantáneo? Calma, ¡take it easy! [Tómelo con calma] “Por nada estéis afanosos” (Filipenses 4:6). Es necesario respetar el PLM de respuesta, o sea, “período de latencia mínima” en las relaciones saludables y constructivas. Huyamos de la traicionera carencia por el inmediatismo que nos deja sofocados, irritados y agresivos (#quiennunca, ¿eh?).

FRUSTRACIÓN. Investigar la vida ajena jamás hará a alguien sentirse mejor. Más aun en la “mirada de vitrina” de los medios sociales. Porque nadie posta allá lo que realmente es, sino lo que le gustaría que fuera. Calma, no me condene, pues sé que no siempre es así. La cuestión aquí es el marketing volviendo a una sobreexposición publicitaria de nosotros mismos con una proyección al estilo “familia del comercial de margarina”, ¿recuerda? Solo que en la tentativa de seducir a otros en nuestras fantasías de perfección acabamos devorados por la misma concurrencia ajena de los paraísos idealizados. Para viciados en mirar todo de todos siempre, publicando lo máximo de sí, la amenaza es deprimirse en el “encanto de las sirenas” de los que más parece que son. ¿Y si pierden seguidores? Es mejor que convertirse en un perseguidor de la Tierra del Nunca. No deje que las interminables secuencias de páginas de fotos de otros esclavicen su gratitud a Dios por lo que usted es y tiene.

SOLEDAD. Le presento el verdadero “mal del siglo”, depresión y estrés se convirtieron en vicio. Pues el mayor desafío es detectar cuánto se deforma la agradable sociedad digital al aislarse de la realidad. Es un fenómeno furtivamente imperceptible, pero la dependencia virtual provoca solitarios padeciendo de cuidado y control, en una relectura contemporánea de “correr tras el viento” (Eclesiastés 2:17). Ojos cansados, mal humor, desatención, pereza, letargo, tristeza y desánimo denuncian límites sobrepasados de la generación touch-screen.  Confieso que me esforcé en los primeros momentos aparentemente ociosos para “encontrar qué hacer” además de teclear mi universo paralelo. Pero fue contagioso volver a disfrutar con personas, sentimientos, toques e imágenes reales que pasaban desapercibidos. Fue cuando noté cuántas cosas buenas, divertidas y excepcionales me estaba perdiendo al alcance de mis brazos, más que en la evasión de los dedos.

OPTIMIZACIÓN. Del tiempo, ¡es obvio! Sorprende ver cuánta energía de acción puede ser capitalizada en los momentos que sobran después de reducir el uso de la tecnología virtual. En este caso, de extremos involucrados, menos es más. Tiempo no es lo que tenemos, sino lo que hacemos con él. Por eso, puede ser la hora de cambiar los binoculares digitales para ver dónde se pisa. Los medios sociales ayudan (y mucho), pero jamás sustituirán las conexiones personales. ¿O usted vio cerrarse un gran negocio vía Snapchat? ¡No da! ¿Qué tal invertir más tiempo en planes concretos, proyectos de vida y potencializar sus iniciativas con “hechos concluidos”? Productividad es el resultado de la competencia enfocada. Si fuera necesario, es mejor reducir la marcha en la embriagante pista supersónica de las actualizaciones en los medios sociales a fin de ventilar, planear y reflexionar sobre lo que, consistentemente, vale la vida. Sin contar que la agenda del día volará a terabytes por segundo.

VIDA QUE SIGUE. ¿Lo más sorprendente de todo? El mundo no se detuvo, los amigos no desaparecieron, mantuve mi empleo, ni las cuentas dejaron de pagarse por causa de esta “carta de abstención virtual” que me desenjauló saludablemente. Me sentí todavía más creativo y fortalecido para mirar menos a los demás y valorizar más lo que soy. ¿Quiere más? No es para menos que el Libro más “real” del universo nos alertó hace milenios: ame al prójimo, sí. Preocúpese, interésese y esté con él, pero en la medida que usted ama, se valoriza y se realiza a sí mismo (Mateo 22:39 adaptado). La fórmula no cambia: la felicidad es la plenitud de espíritu obtenida de la paz de contemplar sueños divinos conectados con actitudes humanas. Explore lo que es poderoso: el equilibrio personal blindado con el libre albedrío que se libera de cualquier extremismo. ¿Y la vida on-line? Que sea facilitadora de la increíble y desafiante existencia off-line. Al final, las redes sociales son excelentes redes de pesca para despertar el interés por Dios, reencontrar buenos amigos, y construir diálogos con buenas informaciones.

¿Qué tal?, ¿le sirvió la censura a usted también? Si le es difícil encuadrarse en la Zona del Buen Criterio Virtual, hable conmigo. Le pediré a mi hija que le proporcione un infalible Detox Digital ¡para usted también!

Liberación garantizada.

 

Odailson Fonseca

Odailson Fonseca

ON

Innovación joven bajo una perspectiva inteligente

Teólogo y publicitario, dirige el departamento de Comunicación de la Iglesia Adventista para el estado de Sao Paulo, Brasil. @odailson_ucb