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Rumbo a Battle Creek

En un viaje por el interior de los Estados Unidos, Tiago y Elena de White le permitieron a Dios mostrar el camino para la expansión del ministerio de Publicaciones.


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Durante el período de formación del Ministerio de Publicaciones, los pioneros de la página impresa tenían que recorrer largas distancias hasta que la incipiente editora fuera establecida en un lugar estratégico para la distribución de la literatura adventista (Foto: Shutterstock)

Pasadas las dificultades que casi llevaron a Jaime White a desistir de publicar, los White se mudaron a Saratoga Springs, en el estado norteamericano de Nueva York, donde se imprimían las publicaciones de los adventistas sabatistas. Los investigadores Richard Schwarz y Floyd Greenleaf escribieron que fue en esa ciudad donde, durante los nueve meses que vivieron allí, “apareció el primer libro pequeño de Elena, Sketch of the Cristian Experience and Views of Ellen G. White [Esbozo de la experiencia cristiana y visiones de Elena G. de White]. Además de los breves datos biográficos, ese volumen incluía relatos de varias visiones de Elena que anteriormente habían aparecido como volantes o como artículos en The Present Truth [La verdad presente” [1].

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Esos mismos autores relatan que “el 12 de marzo de 1852, Bates, Rhodes, Edson, Andrews y otros se reunieron con los White en la casa de Jesse Thompson al sur de Saratoga Springs. Después de estudio y oración, decidieron comprar una impresora de tipos móviles. Edson (Hiran) vendió su hacienda a fin de prestar al pastor White los 650 dólares necesarios para comprar una prensa manual Washington y mudarse a Rochester, Nueva York, una ciudad mejor ubicada para la distribución eficiente del periódico” [2]

Cuando llegaron las donaciones, fue posible establecer el taller gráfico Review and Herald. Los tres años en que el “Office” (como se lo llamó) permaneció en Rochester fueron tiempos de expansión y progreso. En agosto de 1852, Jaime White lanzó The Youth’s Instructor, publicación mensual de ocho páginas con el propósito de promover lecciones semanales de la Escuela Sabática sobre asuntos doctrinales y material de lectura ‘para interesar e instruir a los niños’.

Al comienzo, prácticamente, solo escribía para la Review, “pero en el transcurso de la década de 1850, las contribuciones de J. N. Andrews, J. H. Waggoner, R. F. Cottrell y Uriah Smith, se hicieron más frecuentes” [3].  Fueron incluidas otras secciones en la revista, donde se registraban las cartas recibidas de los ministros itinerantes que contaban sus experiencias religiosas con el propósito de producir ánimo e integración. Sería también como organismo informativo anunciando el lugar y la fecha de las reuniones y encuentros.

Las producciones de esos años no se limitaron a los periódicos. Arthur Spalding, reconocido historiador adventista, afirma que “muchos otros materiales fueron producidos, especialmente libros y un himnario, que también contribuyeron favorablemente para fortalecer a los adventistas en ese período formativo”[4].

En dirección al oeste

La primera vez que Jaime y Elena fueron en dirección al oeste, al Estado de Michigan, se quedaron impresionados positivamente con la disposición y la generosidad de los que residían allí. Cuando volvieron una segunda vez, en 1853, los hermanos de las ciudades de Sylvan y Jackson decidieron patrocinar un emprendimiento de evangelismo. Después de hacer una recaudación de fondos, entregaron los recursos a M. E. Cornell, para que adquiriese una carpa, a fin de armarla en la ciudad de Battle Creek. Cornell y Loughborough iniciaron enseguida la primera experiencia adventista sabatista en evangelismo público, una carpa circular con más de 18 metros de diámetro.

Ese acontecimiento condujo naturalmente los pensamientos de los líderes adventistas sabatistas a considerar la posibilidad de un traslado de la gráfica a Battle Creek. Muy pronto las familias Palmer, Kellogg, Lyon y Smith ofrecieron un adelanto de 300 dólares cada uno para la adquisición de un terreno y la construcción de una tipográfica en esa localidad. Con la excepción de Palmer, los otros tres vendieron propiedades para honrar su palabra. Ante esa iniciativa, la ofrenda fue aceptada después de varias reuniones se decidió nombrar un comité de publicaciones para hacer la supervisión de los asuntos financieros de la Review, compuesto por Palmer, Lyon y Smith.

Entre otros asuntos, ese comité liberó a Jaime White de la sospecha de usar cualquier beneficio financiero con las operaciones realizadas y aprobó el pago de las deudas contraídas para el mantenimiento de la gráfica. El comité debía ser asistido por delegados de varios Estados. J. N. Loughborough, uno de los pioneros adventistas y testigo ocular de ese hecho, informa que “el primer número de la Review publicado en Battle Creek, en las oficinas de propiedad de los adventistas, fue fechado el 4 de diciembre de 1855”[5].

Nuevas perspectivas

El traslado a Battle Creek desligó al matrimonio White de la responsabilidad de proveer alojamiento y alimentación a los empleados que trabajaban con dedicación solo por cama y comida. Jaime pasó a recibir un pequeño sueldo y por primera vez, después de diez años de intensas luchas y mucho trabajo, fue liberado de muchas presiones que había soportado con resignación por tanto tiempo.

Con la nueva motivación, el pastor Jaime White, que actuaba como una especie de gerente general de la oficina de la Review, pasó a tener más tiempo para planear la producción de literatura en otros idiomas, especialmente, alemán y francés, y a dedicarse a la preparación de títulos nuevos para ser lanzados.

En 1857 se inició una campaña para la adquisición de una prensa accionada a vapor, para abarcar la creciente cantidad de materiales a ser publicados. La recaudación de 2.500 dólares se concluyó con éxito en una época de desafíos económicos nacionales. Con la oficina de la Review funcionando satisfactoriamente y la gráfica debidamente equipada, Jaime podía ahora apartarse un poco de las actividades que condujera con tanta determinación y firmeza, y que había sido muchas veces, en las palabras de su esposa, su única fuente motivacional.

El gran protagonista del ministerio de publicaciones de los adventistas fue, sin duda, Jaime White. Pero él no hubiera hecho lo que hizo, y no hubiera llegado tan lejos, si no fuese por las visiones y la permanente motivación profética de su esposa, Elena de White. Y esa combinación, unida a la oración y un fuerte sentido de misión y urgencia, permitió que esos pioneros publicaran el primer libro, el primer himnario, las primeras lecciones para la Escuela Sabática, comprar la primera prensa y adquirir la primera propiedad adventista. ¡Bendito don profético! “…creed en sus profetas y seréis prosperados” (2 Crónicas 20:20).


Referencias

[1] Schwarz, Richard W. e Greenleaf, Floyd. Portadores de Luz. Unaspress, 2009, p.74.

[2] Idem, p.75, 76.

[3] Idem, p. 79.

[4] Spalding, Arthur W. Origin and history of seventh day adventists. Review and Herald Publishing Association, 1962, v. 3, p. 187.

[5] Loughborough, John N. O Grande Movimento Adventista. Jasper: Adventist Pioneer Library, 2014, p. 243.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Helio Carnassale

Helio Carnassale

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Teólogo, y magíster en Ciencia de las Religiones por la Universidad Metodista de São Paulo, Brasil. Fue pastor de iglesias y fue orador de la Voz de la Profecía. Trabajó en la Casa Publicadora Brasileña, Superbom, Unasp y fue director de Libertad Religiosa y Espíritu de Profecía de la sede sudamericana adventista.