Profesiones altruistas x tiempos modernos
Profesionales como pastor y periodista exigen posiciones en los tiempos actuales. Lo ideal es que se tenga como base la Biblia.
De las bellas profesiones, tengo dos de las más increíbles y complicadas: ¡soy periodista y pastor! Y quiero decir que admiro a todas por su valor intrínseco, servicio social y naturaleza del oficio. ¡Todavía, tal vez ninguna de las demás “sufra del mal” del altruismo! Explico: un médico, un contador, un ingeniero, un dentista u otros tantos profesionales, dichos “técnicos” tienen, por la naturaleza del oficio, una llamada cuota de mercado natural. Ninguno se arroga el derecho de ejercer bajo pena, de acuerdo con la ley, de ser responsabilizado por ejercicio ilegal de la profesión.
Antes que de principio sea malinterpretado y, dice un refrán que “gato escaldado teme al agua fría”, ¡aclaro que este artículo no trata de cuota de mercado! Trata de defender que el altruismo del pastorado y del periodismo da derechos a todos, pero el paquete ha excluido los deberes de los “practicantes”.
Todos tenemos derecho a opinar, escribir, objetar, informar y, en el Periodismo, con el advenimiento de las redes sociales, se fortaleció aun más el concepto de “Periodismo Ciudadano”… Todos instantáneamente son no solamente la fuente sino, muchas veces, el propio canal de la información con sus publicaciones, fotos y videos. El periodismo es cada vez más plural, amplio, irrestricto e incondicional. No obstante, pocos se dan cuenta de que la viaºººcalle es de doble mano. Quien ejerce el derecho, ¡tiene que ocuparse del deber! El deber de la imparcialidad, de la averiguación irrestricta, de minimizar al máximo el error, de ampliar el espectro de la información o de la opinión fundamentada, estudiada y confirmada. El “opinadorismo” no tiene lugar en el periodismo.
Tiempo atrás leí un artículo de la reconocida periodista Eliane Brum, del cual extraigo la cita: “es, también, de condominios y de muros que se trata cuando, en las redes sociales de la Internet, se torna imposible escuchar el argumento del otro, porque el lado de acá, sea cual fuere, tiene el privilegio de las certezas o del bien y de la justicia y de la crítica”. En el fondo, porque todos tienen derechos, deberes no todos.
En cuanto al pastorado, igualmente se “sufre del mal del altruismo”. Aunque que existan diferencias interpretativas en cuanto al significado del sacerdocio y el pastorado. Pero el punto es que, más allá de la duda exegética, el sentido común permite que todos tengan su opinión, su punto de vista bíblico, espiritual y religioso. El derecho al ministerio de todos los creyentes no es libre, va mucho más allá, porque presupone condición sine qua non para el establecimiento del Reino, de ahí que no se trata de negar el derecho, ¡sino de exaltar el deber!
¿Y cuál es el deber? ¡Estudiar! Opinar con base escritural, respaldo académico, fuentes confiables, criterios objetivos y no susceptibles a tendencias subliminales de conducta. Tal vez, tanto en el periodismo como en el pastorado, sería utópico imaginar que, en un mundo ideal, con todos preparados, habilitados y capacitados no hubiese diferencias saludables a la buena convivencia. Ocurre que vivimos lejos de ese así llamado “mundo ideal” y pienso que haría bien a nuestra convivencia aquí un poco más de interés por cavar más hondo en las posibilidades de conocimiento.
El periodismo y el pastorado son oficios de dolores. Duele cuando se recibe crítica. Duele cuando se es malinterpretado. Duele cuando no se da el beneficio in dubio pro reo. Duele cuando se da margen a una posible intención subliminal que nunca estuvo en la consciencia. Duele cuando se imagina que del otro lado no se quiere construir. Por otro lado, el periodismo y el pastorado son oficios de placer. Da placer escribir y predicar, investigar y aconsejar. Da placer ser leído y ser oído. Da placer construir y, a veces, deconstruir también por medio de un texto de TV, internet, radio y periódico o, quién sabe, un sermón, una visita, una capacitación teológica.
Invito a todos los que ya comparten conmigo esos bellos oficios a que lo hagan, que experimenten las alegrías pero que, por favor, no olviden de considerar los deberes. El más bonito de ellos, creo yo, es que propician el protagonismo. No el protagonismo egocéntrico que nos aleja de Dios, delante de quien somos todos colaboradores, sino el protagonismo de la acción, de la actitud y del riesgo. No renuncio a eso. Aunque duela, el placer es mayor. Soy periodista y pastor. Oficios de dolores y placeres, ¡ellos se dan porque son altruistas! Y tal vez por ahí me ayuden a ser un ser humano mejor.