Carta a los adventistas de Sudamérica
Ana Paula de Egipto: una relectura de la carta a los Filipenses escrita por el apóstol Pablo a todos los seguidores de Cristo y líderes cristianos.
En junio de 2022 cumplimos cinco años viviendo en Egipto.
Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ustedes, mis amigos adventistas de Sudamérica, especialmente del Brasil, mi tierra natal. En todas mis oraciones en favor de ustedes, siempre oro con alegría por la cooperación que han dado al evangelio desde el primer día que pasé a ser representante de Cristo hasta ahora. Estoy convencida de esto: el que comenzó en ustedes la buena obra la completará hasta el día de Jesucristo.
Es justo que sienta esto de todos ustedes, porque los llevo en mi corazón; pues en los desafíos que enfrentamos aquí, ya sea defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo de la gracia de Dios. Dios es testigo de cuánto quiero a nuestro pueblo, nuestra Iglesia, con profundo afecto de Cristo Jesús.
Esta es mi oración: que el amor de ustedes aumente cada vez más en el conocimiento en toda la percepción, para discernir lo que es mejor, y sean puros e irreprensibles hasta el día de Cristo, llenos del fruto de justicia, fruto que procede por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
Quiero que sepan, hermanos, que los desafíos que pasamos aquí han servido para el progreso del evangelio. Como resultado, se ha hecho evidente a todos que conviven más cerca de nosotros que estamos aquí por causa de Cristo. Y muchos amigos, en su mayoría motivados en el Señor por nuestra vida aquí, están también anunciando la palabra con mayor determinación y sin temor.
Es verdad que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen de buena voluntad. Estos lo hacen por amor, sabiendo que aquí me encuentro para la defensa del evangelio. Los que predican a Cristo por ambición egoísta, sin sinceridad, pensando que pueden causar sufrimiento, mientras aquí estamos impedidos de anunciar libremente las buenas nuevas. Pero ¿qué importa? Lo importante es que, de cualquier forma, sea por motivos falsos o verdaderos, Cristo está siendo predicado, y por eso me alegro. Y me continuaré alegrando, pues sé que lo que ya pasamos aquí resultará un día en nuestra “liberación”, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo.
Anhelo ansiosamente y espero que en nada seamos avergonzados. Al contrario, con toda la determinación de siempre, también creo que Cristo ha sido engrandecido en mí siendo débil como soy, y continuará siendo, ya sea por la vida o por la muerte; porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Si continúo viviendo en el cuerpo, veré el fruto de mi trabajo. Y ya no se qué escoger. Estoy presionada de los dos lados: deseo partir y estar con Cristo, lo que es mucho mejor; pero es más necesario que permanezca aquí, viviendo en él.
Convencida de esto sé que voy a permanecer y continuar con todos ustedes para contribuir con el progreso y la alegría en la fe de nuestra familia cristiana, a fin de que por mi existencia la felicidad de ustedes en Cristo Jesús, de alguna forma, también continue desbordando para alcanzar a otros.
No importa lo que suceda, ejerzan su ciudadanía de manera digna del evangelio de Cristo, para que así, ya sea que regrese a nuestro país y los vea, o que solo tenga noticias de ustedes en mi ausencia, sabré que permanecen firmes en un solo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio, sin dejarse intimidar por los que se oponen a ustedes. Para ellos eso es señal de destrucción, pero para ustedes, de salvación, y esto parte de Dios; pues a ustedes les fue dado el privilegio de no solo creer en Cristo, sino también de sufrir por él, ya que ustedes también están pasando por conflictos muy semejantes al que algunos de ustedes me vieron enfrentar y oyeron hablar de que todavía enfrento.
Así, mis amigos amados, pongan en acción la salvación de ustedes con temor y temblor, pues es Dios quien efectúa en ustedes tanto el querer como el realizar, de acuerdo con su buena voluntad. Hagan todo sin quejas ni discusiones, para que lleguen a ser puros e irreprensibles, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación corrupta y perversa, en la cual ustedes brillan como estrellas del universo reteniendo firmemente la Palabra de vida.
Hago mías las palabras de Pablo y Timoteo a los Filipenses en una relectura tan directa y relevante para nuestros días, para nuestro pueblo. Que la gracia y la paz de Cristo estén con ustedes como súbditos fieles del Reino de Dios todavía en esta Tierra, hasta que él vuelva.
*Basada en la carta a los Filipenses [NVI]