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¿Cuánto cuesta su honestidad?

Este principio debe ser colocado en práctica en todas las áreas de la vida.


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La honestidad debe ser una de las marcas del cristiano (Foto: Shutterstock)

Transparencia Internacional es una organización no-gubernamental (ONG) que se presenta como una coalición global contra la corrupción. Uno de sus trabajos más importantes es presentar el ranking de corrupción entre los países del mundo. Entre otras cosas, contempla el funcionamiento de las instituciones públicas, la honestidad de sus funcionarios y el buen cuidado del dinero público. En febrero de 2018 fueron divulgados los resultados de 2017[1]. Los diez países menos corruptos son:

Clasificación País Puntos en 2017 Puntos en 2016 Puntos en 2015
1 Nueva Zelanda 89 90 91
2 Dinamarca 88 90 91
3 Finlandia 85 89 90
3 Noruega 85 85 88
3 Suiza 85 86 86
6 Singapur 84 84 85
6 Suecia 84 88 89
8 Canadá 82 82 83
8 Luxemburgo 82 81 85
8 Países bajos 82 83 84

 

Es triste observar que, en 2017, Brasil ocupaba el 96o lugar, perdiendo 17 posiciones en relación a 2016, cuando ocupaba el 79º lugar.[2] Es igualmente triste saber que a pesar de ser una nación muy rica, por ejemplo, en recursos naturales, esa riqueza no se muestra en la calidad de algunos servicios públicos, porque hay mucha deshonestidad, mucha corrupción.

El Salmo 33:12 dice: “Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová”. Si los países y sus gobernantes adoptasen al Dios de la Biblia como su Dios, seguramente todos seríamos felices, porque no habría corrupción, no habría robo.

El mandamiento bíblico

Esto nos lleva directamente al octavo mandamiento, donde el mensaje de Dios es corto y al punto: “No hurtarás” (Éxodo 20:15). El principio que sostiene este mandamiento es la honestidad. O sea,  lo que Dios está diciendo es: “Sea honesto”.

Mi foco aquí no es hablar de la honestidad de los gobernantes y de los países. Mi propósito es hablar de nuestra honestidad como cristianos. Déjeme hacerle una pregunta: ¿Usted es honesto? ¿Usted es honesto en todo? ¿Cuánto cuesta su honestidad?

Fundamentos de la honestidad

La honestidad se fundamenta en tres principios:

El primero es el principio de la propiedad privada. Si no es mío, entonces no es mío y punto final. No lo debo tomar para usar, no lo debo tomar para llevar, no debo. No es de mi propiedad. Y eso no se refiere solo a las cosas, sino a usar algunas cosas de modo indebido. Por ejemplo: Si en una sala está escrito “Sala del director”, entonces no debo entrar sin autorización. Si en una sala está escrito “Sala de profesores”, entonces no es para los estudiantes; es para los profesores.

Obviamente, somos lo suficientemente inteligentes como para entender que, aunque a veces no haya una prohibición expresa, debemos usar el “desconfiómetro” para medir nuestro comportamiento. Lo ilustro: En el piano de una sala o en el teclado de un templo puede no estar escrito “Prohibido tocar”. Obviamente, esa no es propiedad de quien frecuenta el templo. Imagine usted si ahora todo el mundo quiere tocar esos instrumentos. En pocas semanas tendría problemas técnicos.

El derecho de la propiedad privada me dice que no debo tomar lo que no es mío. Veamos algunos ejemplos más:

Usted trabaja en un sector donde hay bastante papel A4, justamente lo que usted necesita para imprimir su trabajo. ¿Qué hacer? Es muy sencillo: Usted no debe usar esos papeles. Ellos no son suyos.

Usted trabaja en un sector donde circulan alimentos, tan necesarios para usted que necesita alimentar a su familia. ¿Qué hacer? Es muy sencillo: Usted no debe tomar esos alimentos. Ellos no son suyos.

El segundo principio en el cual se fundamenta la honestidad es el principio de la buena administración. Explico mejor, además de no tomar cosas que no son nuestras, honestidad también significa usar adecuadamente las cosas, el tiempo, las circunstancias que están bajo nuestro control. Veamos:

Usted trabaja en un lugar donde tiene el acceso a Internet a su disposición. La honestidad (y las reglas de la empresa) dice que en el lugar de trabajo usted no debe entrar a Internet para uso personal. Usted debe administrar esto de manera correcta, y la manera correcta es: lugar de trabajo es lugar de trabajo.

Usted informa diariamente ocho horas de trabajo. Entonces debe trabajar las ocho horas.

Como estudiante, usted afirma que leyó todo el libro; entonces debe haber leído todo el libro hasta el momento de entregar el informe.

Honestidad significa usar de manera adecuada las cosas, el tiempo, las circunstancias que están bajo nuestro control. Significa buena administración de lo que está bajo nuestro control.

El tercer principio de la honestidad es el principio de la justica. Somos honestos cuando no sacamos ventaja, cuando somos justos en la división de tareas, cuando no nos aprovechamos de las personas. Coteje dos ejemplos:

Usted está haciendo un trabajo en grupo, y el grupo marcó cuatro encuentros. Entonces debe participar de los cuatro encuentros, cumpliendo con la responsabilidad combinada.

Usted combinó con los vecinos que cada familia pagaría 25% de los gastos de la fiesta de fin de año; entonces es eso lo que debe ocurrir.

Parece tan obvio, pero nosotros fallamos justamente en hacer las cosas obvias.

Los tipos más comunes de hurto/robo

La deshonestidad se manifiesta en diversas actitudes y circunstancias, algunas de las cuales son muy comunes; vea una lista[3]:

  1. Hurto. Tomar algo sin el consentimiento del propietario.
  2. Copia ilegal. Hacer una copia que prive al autor de sus derechos, sea copia impresa, digital o de otra forma.
  3. Plagio. Es presentar la obra o respuestas de otras personas como si fuesen las propias, a fin de obtener beneficio para sí.
  4. Manipulación de información. Mentir, exagerar, hacer trampa, fraude.
  5. Calumnia, difamación. Privar a otros de su reputación, del respeto, haciendo acusaciones falsas.
  6. Desperdicio. Usar mal o desperdiciar tiempo y material que pertenece a otro.
  7. Negligencia: Descuido de nuestra responsabilidad con las cosas que se dicen sobre otros.
  8. Pago insuficiente. Pagar menos de lo que es el valor justo que el otro merece.
  9. Retención del diezmo. Eso priva a las personas de la oportunidad de oír el evangelio, encontrar la paz, la esperanza y una vida mejor.

En el octavo mandamiento, Dios prohíbe no solo el hurto y el robo, que las autoridades civiles castigan, sino que clasifica como robo también a todos los artificios y esquemas ilegales e inmorales, por los cuales tratamos de apropiarnos de los bienes de nuestro prójimo, ya sea por la fuerza o de modo soslayado, como falsos pesos y medidas, anuncios o mercaderías engañosas, o promesas no cumplidas.

En una de sus más bellas e impresionantes frases, la escritora Elena de White nos desafía a vivir la honestidad más transparente.

“La mayor necesidad del mundo es la de hombres y mujeres que no se vendan ni si compren; hombres y mujeres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres y mujeres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres y mujeres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres y mujeres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos”.[4]

“No tengo ningún motivo para quedarme con el dinero de otros”.

El día 12 de febrero de 2009, el sitio de noticias Terra divulgó el siguiente titular: La mujer que devolvió R$ 40 mil hace fiesta con la recompensa. Lo que sucedió fue lo siguiente: La catadora de materiales reciclables Lorenza Palma da Cunha, de 55 años, había encontrado y devuelto a los dueños de un supermercado R$ 40 mil encontrados en bolsas de basura. Como recompensa, recibió R$ 200, de los que una parte usó para hacer una fiesta de aniversario a su nieto Willam, que cumplió los 18 años en esos días. Sin embargo, la mayor parte del dinero, cerca de R$ 150,00 los usó para pagar la prestación de la casa de cuatro cuartos en donde vive con cuatro nietos, dos hijos y el marido, en la región central de Penápolis, a 491 km. de Sao Paulo. La casa está evaluada en R$ 25 mil.

“Con el vuelto compré dos bebidas gaseosas, dos paquetes de harina y un paquete con doce porciones de pollo. No era mucho, pero alcanzó para que nuestra familia se divirtiera un poquito”, contó doña Lorenza. “Parece que el miércoles era un día para que consiguiera algún dinero para el cumpleaños de mi nietito”, agregó ella.

Doña Lorenza no lamentó haber devuelto el dinero a los dueños del supermercado. “Yo lo haría de nuevo. Si vuelvo a encontrar otra cantidad y sé quién es el dueño, lo devuelvo. No tengo motivo alguno para quedarme con dinero de otros”, comentó ella, mostrando una de las cajas que contenían parte del dinero encontrado en la basura del supermercado. “No tengo ilusiones, mi vida y mi trabajo están aquí”, dijo ella mostrando la casa y la bicicleta con el carrito de remolque que usa para guardar los materiales.[5]

¡Impresionante!

Dios nos dice a usted y a mí: “Hija mía, hijo mío, sea honesto. Sea honesto en las pequeñas actividades y en los negocios grandes. Sea honesto no solo en el cumplimiento de la ley, sino sobre todo porque ama; Puede ser que su honestidad aquí en la Tierra no le garantice una estatua con su nombre en una placa conmemorativa. Pero seguramente su honestidad hará que usted sea mi amiga, mi amigo, y hará que usted y yo pasemos la eternidad disfrutando de las bendiciones de la Tierra Nueva con todas sus riquezas”.

 

Referencias:

[1] http://noticias.terra.com.br/brasil/interna/0,,OI3513216-EI8139,00.html

[2] https://g1.globo.com/mundo/noticia/brasil-fica-em-96-lugar-entre-180-paises-no-ranking-da-corrupcao-de-2017.ghtml

[3] Lorn Wade. Os Dez Mandamentos, p. 74-75.

[4] Adaptado de Elena de White. La educación, p. 57.

[5] https://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_2017#table

 

Adolfo Suárez

Adolfo Suárez

Escuchando la voz de Dios

Reflexiones sobre la teología y el don profético

Teólogo y educador, es el actual decano del Seminario Teológico Adventista Latinoamericano (SALT) y Director del Espíritu de Profecía de la DSA. Máster y Doctor en Ciencias Religiosas, con posdoctorado en Teología, es autor de varios libros y miembro de la Sociedad Teológica Adventista y de la Sociedad de Literatura Bíblica.