Clínica de belleza ofrece masajes y esperanza en Medio Oriente
Región de Medio Oriente es un desafío para la difusión de los conceptos del cristianismo.
Silver Spring, EUA… [ASN] Susan trabajaba en un banco en su África nativa. Después se tornó una poderosa correctora de inmuebles. Hoy, ella es dueña de una clínica de belleza en un país de Medio Oriente, donde mujeres árabes ricas y expatriadas van para hacerse exfoliaciones corporales y masajes al son de la suave melodía Preciosa Gracia (conocida mundialmente como Amazing Grace). Esas mujeres la llenan de preguntas al respecto de cómo pueden tornarse esposas, madres y mejores ciudadanas.
Los consejos que Susan comparte surgen directamente de las páginas de la Biblia y los escritos de Elena de White, y una lista creciente de clientas se alistan para recibir más.
Susan está en la línea del frente en una parte del mundo donde es difícil comunicar el mensaje del evangelio. Pero un número pequeño y creciente de adventistas del séptimo día está adentrándose simplemente haciéndose amigos de la gente en sus lugares de trabajo.
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“Desde que abrí este centro de belleza, muchas cosas han sucedido en mi vida. No quiero nada más que vida para compartir a Dios”, dice Susan en una entrevista en un pequeño café, cerca de la clínica de belleza. “No tengo otro deseo además de que mi vida hable de Dios”.
Susan se sentó con un periodista de Adventist Review después de ofrecer una visita guiada del centro de belleza antes que llegara la primera clienta. La ley nacional prohíbe estrictamente que haya hombres en el centro de belleza cuando hay clientas presentes.
La Adventist Review no usa el nombre real de Susan ni revela el lugar de su negocio para evitar posibles repercusiones negativas en su trabajo.
Susan abrió el centro de belleza hace varios años atrás sin experiencia previa. Pero pasó muchos meses investigando la industria antes de abrir el local. Ahora tiene un equipo de 10 empleados, incluyendo a cinco creyentes adventistas, que ofrecen la gama completa de servicios de belleza a una clientela regular de más de dos mil mujeres.
“Mucha gente me pregunta en casa qué estoy haciendo ahora y se sorprenden al saber que estoy haciendo esto. Yo también estoy sorprendida. Pero me siento bien al respecto. Ahora estoy trabajando con más clientes que nunca hubiera imaginado”, afirma.
Las clientas se enteran de que hay algo diferente en el centro de belleza. Himnos en versiones instrumentales suenan suavemente en el fondo. Las clientas que vuelven repetidas veces rápidamente descubren que no pueden recibir tratamiento los sábados. Cuando preguntan por qué, se enteran de que Susan guarda ese día como el séptimo día de reposo bíblico. Muchas expresaron respeto y admiración a Susan por su disposición a poner su fe antes que los negocios en un día tan ocupado para los centros de belleza.
“Tenemos la meta de no solo servir a la gente sino también acercarla a Dios. El personal sabe esto muy bien”, complementa.
‘Tengo un secreto’
Susan toma tiempo extra para conocer a las clientas que regresan, tratando de comprender qué les causa sus frecuentes dolores de cabeza y otros lugares del cuerpo. Ella se acercó especialmente a una clienta, la esposa expatriada de un árabe adinerado, que comenzó a visitarla diariamente trayendo una bebida energizante en la mano y pidiendo masajes de hombro.
“Cuando hablé con ella, rompió en llanto. Me pidió que orara por ella, dijo que tenía un secreto. Dijo que tenía un gran problema de adicción a las drogas”, contó Susan.
Llorando, la mujer le preguntó a Susan qué necesitaba para dejar las drogas.
La dueña del negocio replicó que no tenía idea pero prometió investigar un poco. Ella oró en su casa con su esposo e investigó el asunto. “Esto era muy sensible. No podemos hablar de eso aquí o ella iría a prisión”.
Susan y la mujer comenzaron a orar juntas cada mañana en persona y cada noche por teléfono. Luego de un corto tiempo, la mujer anunció que no había tomado drogas por dos días. Cuando Susan le preguntó cómo se sentía, ella replicó: “Débil”.
“Le dije que el diablo le estaba diciendo que era débil y le di los libros Consejos sobre el régimen alimenticio y El camino a Cristo”, dice Susan.
La mujer leyó ávidamente los libros de Elena de White, cofundadora de la Iglesia Adventista. Ella expresó alegría por lo que había aprendido sobre la salud. Pero también dijo que sentía una gran carga de culpa y temía que Dios no la aceptaría.
Las dos mujeres siguieron orando juntas.
Pasó una semana libre de drogas. Por sugerencia de Susan, la mujer dejó de pasar tiempo con viejas amistades que tomaban sustancias dañinas, en cambio iba al centro de belleza en las mañanas y permanecía en casa el resto del día.
Susan terminó dándole masajes gratis por los siguientes dos meses, diciéndole: “No me dé nada de dinero por ahora porque cuando piensa en dinero se preocupa”.
“¿Y sabe qué? Ahora dejó las drogas. Es una mujer libre. Hace tres meses que no toma drogas. ¡Alabado sea el Señor! ¡Alabado sea el Señor! Es maravilloso”, cuenta Susan.
Iniciativa de “Fabricantes de tiendas”
Adventistas en el frente, de sostén propio, que comparten su fe en el lugar de trabajo, a menudo llamados “fabricantes de tiendas” en la Unión del Medio Oriente y Norte de África de la Iglesia Adventista.
“Esta es la única manera”, dice Chanmin Chung, coordinador de comunicación de la Unión del Medio Oriente y Norte de África. “Otros métodos son muy costosos y complicados en esta región”, esclarece.
Los adventistas son “fabricantes de tiendas” en centros de belleza, restaurantes, centros médicos y otros sectores.
“La importancia de la iniciativa es que esta gente puede entrar y trabajar legalmente en los países de acceso restringido de la Unión del Medio Oriente y Norte de África”, dice Brian Manley, coordinador de voluntarios de sostén propio en la unión. “El evangelio encuentra un punto de entrada a través de sus vidas entre personas que normalmente nunca conocerían a un adventista del séptimo día”, completa.
‘Vimos la mano de Dios’
Mujeres adventistas calificadas, muchas de Filipinas, se alinearon para trabajar en el centro de belleza de Susan, ansiosas por un trabajo que les permita tomarse libre el sábado. Algunas de las demás empleadas “no eran tan buenas” dijo Susan. Pero no se arrepiente.
Entre esas empleadas menos satisfechas estaba una mujer traída al país por traficantes de personas. Susan al final ayudó a asegurar su libertad de los traficantes. Adventist Review no revela detalles sobre el caso para proteger la identidad de Susan.
“Fue uno de esos casos donde dije: ‘El Señor tenía una razón por la cual tuve que darle empleo, quizás para sacarla de esta red de prostitución’”, afirma Susan.
A diferencia de muchos negocios, el centro de belleza nunca tuvo dificultades con las autoridades. Los inspectores pueden entrar en cualquier momento para comprobar la limpieza del centro de belleza y asegurarse de que ningún producto de belleza haya vencido.
Los inspectores hasta alertan a las empleadas de Susan sobre productos que están llegando a la fecha de vencimiento. Dicen: “Cuidado, esto va a vencer en un mes. Si no lo usan para entonces, deben descartarlo”.
“Ha sido así continuamente. Hemos visto la mano del Señor trabajando con nosotros”, comenta. Ahora su carga es encontrar la manera de compartir a Jesús a través de estudios bíblicos. Se hizo amiga de muchas personas pero no está segura de cómo abrirles las Escrituras.
“Saben que soy hija de Dios. Saben exactamente lo que creo. Saben que cierro mi negocio en un día muy ocupado para adorar. Pero no estoy segura de cómo pasar al siguiente nivel de los estudios bíblicos”, sueña. [Equipo ASN, con el reporte de Andrews McChesney]