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Un misionero habla de su experiencia en Jordania

Hace seis meses la familia brasileña convive con una realidad en el país de oriente medio.


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Imagens captadas pelo pastor Rabello que também costuma registrar em fotos e vídeos experiência no país estrangeiro.

Imágenes captadas por el pastor Rabello que también acostumbra registrar en fotos y videos su experiencia en el país extranjero.

Aman, Jordania... [ASN] En febrero de este año 28 familias fueron enviadas como misioneros a países donde el cristianismo tiene poca o ninguna influencia. Son parte del proyecto Misioneros para el Mundo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En Jordania está la familia más numerosa que fue enviada, compuesta por cinco miembros. Por disfrutar de libertad de expresión en el país, el pastor Paulo Rabello concedió una entrevista a la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) y compartió experiencias y curiosidades de la vida cotidiana de un misionero.

ASN: ¿Hace cuánto tiempo usted y su familia están en Jordania y cuáles son las primeras impresiones de servir en esa región?

 PR: El 23 de febrero de este año llegamos a Beirut, Líbano. Nos hospedamos en una universidad adventista llamada Middle East University (MEU) donde durante 30 días recibimos orientaciones y clases sobre la cultura, religión y el idioma del Oriente Medio. Después de la capacitación, vinimos a Jordania. Llegamos al final del invierno, inicio de la primavera. Todavía sentimos un poco de frío, pero poco a nos fuimos “aclimatando”. La cultura árabe musulmana es bien diferente de la brasileña. Todavía hoy, después de seis meses, tenemos que estar alertas para no cometer alguna grosería u ofender a los nativos con las costumbres occidentales. Por aquí, la religión impregna la vida cotidiana de las personas. Desde la ropa hasta los saludos, todo refleja las creencias locales del Islamismo. Eso resulta un tremendo desafío para nosotros que vivíamos en un país de cultura religiosa diversificada.

ASN: ¿Cuál es su trabajo y cuáles son las mayores dificultades y facilidades?

PR: Trabajo como pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ubicada en Amán, capital de Jordania. Esa iglesia atiende a dos grupos distintos: (1) La comunidad adventista árabe, formada en su mayoría por jordanos, y (2) la comunidad adventista internacional (personas de diferentes países que viven y trabajan en Jordania). Las diferencias comienzan con el idioma y afectan prácticamente todo entre ellos (tipo de música, vestimenta, visión misionera, estilo de vida, etc.). Creo que una facilidad que encontramos por aquí es la apertura para  hablar sobre asuntos espirituales con cualquier persona. Como la religión impregna prácticamente toda la vida de los árabes, siempre que es posible hacemos preguntas y aclaramos dudas con ellos. Con eso abrimos las puertas para una posible amistad y un diálogo sobre asuntos espirituales.

Realidade cultural bastante diferente do Brasil é um dos desafios enfrentados pela família na Jordânia.

Realidad cultural bastante diferente del Brasil es uno de los desafíos enfrentados por la familia en Jordania

ASN: ¿Qué le llama más la atención en esa cultura?

PR: La cultura árabe, diferente de la nuestra, no trabaja con los conceptos de correcto o equivocado, sino con la honra y la vergüenza. Todas las acciones (comportamiento, vestimenta, palabras, relaciones) se realizan basadas en la reflexión: ¿eso traerá vergüenza u honra a la familia en cuestión? El resultado es una sociedad preocupada con las apariencias. Por ejemplo, si nos invitan para una comida en la casa de una familia, lo que es un gran privilegio y una honra para nosotros, notamos que los esfuerzos no son solamente para agradarnos como visitas. Existe una preocupación, aunque velada, sobre qué diremos nosotros a otros árabes sobre esa familia y su acogida.

ASN: ¿Qué en cuanto a las costumbres y la comida? ¿Se están adaptando bien?

PR: Una cosa bien diferente en relación a las costumbres de los árabes, en comparación con Brasil, son los horarios. Los árabes son muy nocturnos. Yo arriesgaría a afirmar que, en su totalidad, ellos duermen muy tarde. Como consecuencia, las comidas se sirven en horarios bastante diferentes de los brasileños. El horario de almuerzo varía de una familia a otra, se sirve a partir de las 14 hasta las 17. La cena se sirve bien tarde en la noche, a partir de las 22.  También es bastante común recibir llamadas telefónicas y visitas de amigos y parientes hasta media noche. Una buena parte del comercio, especialmente en verano, funciona hasta las 21 o hasta incluso las 22. Y todo lo relacionado a las actividades de los árabes incluye comida. La comida es pesada y cargada de condimentos y especies locales. Ellos consumen mucha carne, consumen mucho pan (en todas las comidas tiene que haber) y poca ensalada. El té negro y el café son los motores propulsores de todos en la nación. La adaptación, por lo tanto, depende mucho de la persona y de la capacidad individual de cada uno de soportar ese mundo nuevo y desconocido y sus peculiaridades. Particularmente hablando, hasta me gusta la comida árabe, pero todavía así prefiero “nuestro arroz con frijoles de cada día”, que todavía es una preferencia unánime en casa.

ASN: ¿Cuál es la visión del pueblo sobre el mundo occidental y el cristianismo?

PR: Lamentablemente la visión no es de las mejores. Los musulmanes ven a los cristianos como “adoradores de imágenes” y “comedores de carne de puerco”. Por esa razón, cuando preguntan si somos cristianos, respondemos en primer lugar que no. Decimos que somos adventistas del séptimo día, solamente. Lógicamente que ellos preguntan en seguida: ¿qué significa eso? Con esa puerta abierta presentamos los puntos en común que tenemos con los musulmanes: creemos en un solo Dios, en sus profetas, no comemos carne de cerdo, no bebemos alcohol, no fumamos, creemos en las Escrituras, que Jesús volverá, etc. Y una vez que ganamos la simpatía, y ellos bajan la guardia, compartimos más de nuestra fe (cuando es posible). Ellos se sorprenden al saber que existen cristianos que son diferentes del estereotipo preconcebido por ellos mismos. En todas las oportunidades que tuvimos de compartir nuestra fe con nuestros nuevos amigos, la reacción de ellos siempre fue de mucho aprecio y respeto. La visión que tienen sobre el mundo occidental es un poco mezclada. Existe un poco de rencor, como si el occidente fuera, de cierta forma, culpable por los males locales. Aun así, una buena parte del mundo árabe (especialmente los más jóvenes) quiere conocer el Occidente. Muchos nos preguntan con el deseo de saber por qué dejamos un país como Brasil y vinimos a Oriente Medio, un lugar que, según ellos, no tiene esperanza de un futuro mejor. [Equipo ASN, Felipe Lemos]