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Los cristianos no deberían estar haciendo así

Cómo el método de discipulado de Jesús necesita ser real en la vida de cada cristiano


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El método de Jesús incluye atraer personas para trabajar activamente en la predicación del evangelio. (Foto: Shutterstock)

Después de dos mil años de la iglesia cristiana en el mundo, es asombroso percibir que todavía ignoramos algunas de las enseñanzas más claras de Jesús. Cuando Jesús dejó a sus discípulos y subió al cielo estableció una orden nueva. Algo que hacer además de lo básico.

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Es muy importante recordar que quién guarda los Mandamientos hace solo lo básico, lo que todo ser humano tiene la obligación de hacer. No hay méritos en no robar o no matar. Eso es solo lo que todos deben hacer, como mínimo. Jesús dijo que “si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:20). Jesús dejó una nueva indicación que va más allá de eso.

El método de Cristo

En Mateo 28, después de decir que a él le fue dada “toda autoridad en el cielo y en la tierra” (vers. 18), agregó algo a su orden. Usando el verbo en imperativo, comenzó enviando a los discípulos: “Id”. Como cristiano, usted debe conocer esa orden.

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19, 20).

¿Notó la orden con la cual Jesús establece esas acciones? Siga la secuencia conmigo.

1. Id
2. Haced discípulos a todas las naciones
3. Bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo
4. Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado

Es común ver a un cristiano 1) Yendo 4) Enseñando doctrina para 3) bautizar y entonces intentar 2) hacer discípulos. Voy a explicar el motivo. Pero, antes, volvamos a la orden original.

Me asombro siempre por cuánto he aprendido al estudiar la primera iglesia o el movimiento que Cristo dejó en la Tierra antes de subir al cielo. Si miramos bien, tenemos mucho que aprender en ese punto especial de la historia.

Predicadores por todo el mundo

La iglesia nació para IR. Literalmente, los discípulos de Cristo tenían que viajar a otras ciudades y regiones. El objetivo era suficiente claro: esparcir el evangelio a “todas las naciones”. Y no se puede hacer eso en el lugar donde estamos. Cristo nos envía a donde el mensaje es necesario, a los corazones de quienes no lo conocen.

Imagínese que llega a una ciudad nueva, donde usted no conoce a nadie o conoce a unos pocos. ¿Qué hace primero? a) ¿Establece un punto de predicación y comienza a adoctrinar a personas o b) trata de hacerse conocer por las personas en esa comunidad, mezclándose como se menciona en Mateo 5:14 y busca hacer amistades nuevas para ganarse la confianza de la gente?

Hacer discípulos es guiar con el ejemplo. Fue así como Jesús hizo con los suyos. Él “se ganó la confianza” como se menciona en el libro El ministerio de curación, de Elena de White, p. 102, y después les dice: “Seguidme”. Un discípulo no sigue a un maestro porque él tiene títulos o conocimiento, sino porque es alguien digno de ser seguido, alguien en quien puede confiar, alguien a quien desea imitar porque acompaña su vida.

El discípulo era enviado (id) a regiones donde podría demostrar su verdad al vivir lo que Cristo le enseñó (discipulado), ganando la confianza de las personas. Entonces, él podía contarles de Jesús.

Cuando el nuevo discípulo aprendía sobre el Maestro de los maestros, entonces se lo invitaba a hacer un pacto con él. Un voto público de pertenecer a Cristo: el bautismo. Después, aprendía todo sobre Jesús para poder imitarlo, y también hacer otros discípulos; reiniciando el proceso y esparciendo el mensaje de Jesús a todas las naciones.

Cambio de escenario

¿Y por qué el orden de hacer las cosas cambió? Cuando el cristianismo comenzó, era una minoría de creyentes trabajando con una mayoría secular. Después del siglo IV, con el fin de la persecución y el establecimiento de la Iglesia, la religión oficial de Roma dominaba el mundo de la época. Pasamos a ser una mayoría cristiana en un contexto de minoría secular. En ese contexto, sin persecución, los viajes se redujeron. Ya no era necesario huir, y donde Roma estaba presente (la mayor parte del mundo) se asumía la presencia cristiana. La iglesia del IR pasó a llamar a las personas a sus entornos.

Predicar pasó a ser una acción de convencimiento y no de discipulado. Y como había beneficios por ser cristiano en un contexto de mayoría y de gobierno, las personas estaban obligadas a estudiar primero antes de bautizarse para garantizar que sabían las “reglas” y que estaban “aptas”. El estudio se convirtió en un filtro y un instrumento de confirmación para la adhesión religiosa.

Así, los convertidos no se veían como discípulos, sino como “miembros” de una institución que representaba a Cristo. Como esa institución tenía recursos, instrumentos humanos dedicados a ella y estructura, el discipulado murió y desapareció de la iglesia. 

Hoy vivimos en un mundo que nuevamente regresa a una mayoría secular con una minoría cristiana (y aquí no hablo de religiones, sino de verdaderos seguidores de Jesús). Un mundo que cuestiona a las iglesias y sus sedes (instituciones), un mundo que está cansado de la hipocresía (cuando las palabras difieren de nuestros actos, como, por ejemplo, hablar de amor y ser odiables).

En ese contexto, note como la orden original de Jesús vuelve a tener total sentido. Necesitamos IR donde están las personas; y porque ellas no vendrán a nuestros edificios, debemos ganar su confianza como seguidores verdaderos de Cristo, con amor y honestidad (Mateo 5:16). Entonces, les presentaremos a Jesús, para que sigan al Maestro que dio su vida por todos nosotros. Y luego los bautizaremos y enseñaremos lo que él nos enseñó, para que hagan lo mismo.

Es hora de volver a la indicación del Maestro. No hay más espacio para nuestras experiencias humanas, no necesitamos reinventar la rueda. Sigamos lo que el Maestro nos pidió. El Reino es sencillo y eficiente.

Diego Barreto

Diego Barreto

El Reino

Vivir ya el Reino de Dios mientras él todavía no volvió. Una mirada cristiana al mundo contemporáneo.

Teólogo, es coautor del BibleCast, un podcast sobre teología para jóvenes, y productor de aplicaciones cristianas para dispositivos móviles. Hoy es pastor en los Estados Unidos.