Dime que juguete compras y te diré a quién adoras
La elección de los juguetes que damos a los niños también forma parte del gran conflicto entre el bien y el mal.
Mientras estemos en este mundo, todo lo que hagamos, las decisiones que tomemos marcan un rumbo dentro del gran conflicto entre el bien y el mal en el que estamos inmersos. Y algo tan poco relevante a la vista de algunos como puede ser la elección de los juguetes que damos a los niños, también lo hace.
Los juguetes son objetos que sirven para jugar, aprender y entretener y sirven como mediador en el juego, algo tan vital para el desarrollo de los niños. Juguetes de los más variados colores, texturas, funciones, calidad, están accesibles para nuestros niños. Por eso, aquí la reflexión no está puesta en si el juguete es seguro o apropiado para la edad que tiene el niño, pues esa información es accesible para todos. El punto es pensar si el juguete que regalo puede interferir con su caminata cristiana que apenas ha comenzado.
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Lo que representa el juguete. Por detrás de los juguetes, hay empresas que invierten dinero para generar ventas incentivando el consumo y promoviendo filosofías. Así como hay algunos que abogan por la creatividad y la imaginación, otros promueven violencia o la práctica de habilidades no reales como superpoderes. Evitemos regalar juguetes que pongan al niño en contacto con monstruos, hechicería, violencia, actividades sobrenaturales, estereotipos equivocados de belleza, aliens, dioses de la mitología, etc. Muchos padres cristianos evitarían que sus hijos miren películas que traten sobre estos temas, pero se muestran menos resistentes permitiéndoles jugar con juguetes relacionados. Los niños tienden a imitar aquello que llama su atención y admiración, lo que en algunos casos puede ser peligroso porque en la infancia la fantasía se entremezcla con la realidad: niños que se tiran de arriba de la mesa intentando volar como su personaje favorito lo hace, otros que sufren de pesadillas por miedo, crecen con una visión equivocada sobre belleza y apariencia, etc. No incentivemos el fanatismo a través del consumo de juguetes que idolatran a personajes populares de los medios de comunicación.
Los juguetes no reemplazan a los padres. La mayor riqueza de jugar con un juguete muchas veces es la interacción que genera con el adulto, especialmente cuando son pequeños. Por favor no caigas en el error de pensar que tu única función es regalarle juguetes al niño para que éste se entretenga, ni tampoco regales para suplir tu ausencia. Lo que el niño necesita, más que un juguete es tu presencia.
Los niños no necesitan todos los juguetes que piden. Es normal que ellos pidan y quieran aquello que llama su atención, pero eso no significa que debes comprarlo. Recuerda que las primeras lecciones de educación financiera empiezan en estos simples pedidos: las compras de objetos que no son de primera necesidad pueden y deben ser planificadas, a través del ahorro, por ejemplo. Es fundamental enseñar la diferencia entre necesitar y desear.
¿Qué juguetes necesita mi hijo? Sin duda quieres que tu hijo sea feliz jugando y desarrollando su creatividad e imaginación saludable. Hoy tenemos a disposición muchos juguetes que son grandes aliados en la educación en valores.
El niño necesita juguetes que lo conecten con el mundo real: profesiones, animales y naturaleza, colores, comidas, ciencias, habilidades manuales, actividades cotidianas, etc. El acceso a libros también es ideal para desarrollar el habito de la lectura, el sosiego, la imaginación, entre otros grandes beneficios.
La recomendación es que los juguetes no tengan pilas y que sean simples, aunque de buena calidad.
Que el criterio de Efesios 4:8 sea una guía para la elección de los juguetes que entregamos a los niños: “Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza.” (NTV)