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La práctica de ejercicios físicos puede fortalecer los lazos familiares

Odailson y Ellen Fonseca practican ciclismo de montaña hace unos dos años y comparten los efectos positivos del ejercicio en la vida conyugal.


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A pesar de la rutina agitada del matrimonio, pedalear se volvió una prioridad (Foto: Mateus Abegg).

Una pareja que hace ejercicio junta, ¿permanece junta? Por lo menos es lo que creen el pastor Odailson y la docente Ellen Fonseca, casados hace 20 años y padres de la preadolescente Thalissa. Odailson es director de Comunicación y Libertad Religiosa de la Iglesia Adventista para el estado de São Paulo, y Ellen es docente de educación primaria en el Colegio Adventista de Artur Nogueira, en el interior del territorio paulista.

Desde el noviazgo, ambos mantienen una rutina de ejercicios, y la convivencia hizo que practicaran varios deportes juntos, como: correr, tenis, bodyboard, patinaje y, actualmente, ciclismo de montaña. A pesar de la experiencia en otras modalidades, fue este tipo de ciclismo lo que se ganó el corazón de la pareja. El ciclismo de montaña es una categoría de ciclismo que lleva al deportista hacia la montaña, de ahí el nombre.

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Hace poco más de dos años, Odailson fue invitado por un amigo a andar en bicicleta. “Comencé solo, pero cuando Ellen se dio cuenta lo bien que me estaba haciendo el deporte, decidió pedalear conmigo. Ella siempre me acompañó en todo, así que, estamos viviendo esta aventura juntos”, afirma. La pareja pedalea de dos a tres veces por semana y, a pesar de la rutina agitada del día a día, la actividad es una prioridad.

El ejercicio es una contemplación constante de la naturaleza. Incluso, estos fueron los momentos más increíbles para la pareja del pedal. “Vislumbramos la puesta de sol y paisajes lindos, y ya hemos realizado cultos a Dios en medio de los eucaliptos”, cuenta Odailson. Sin embargo, también tuvieron experiencias muy intensas, como el cansancio físico extremo, caídas y tener que huir de perros.

Para ellos, la bicicleta se volvió un hábito imposible de pausar. Por eso, cuando viajan de vacaciones con su hija, buscan bicicletas para pedalear. A pesar de que todavía es una niña, Thalissa ya anda en bicicleta ocasionalmente con los padres. “La pasión por los deportes es algo de familia”, bromea Odailson.

El ciclismo también suele ser un deporte colectivo y solidario. En ocasiones, la pareja lo practica con amigos o con grupos organizados por fieles adventistas paulistas, como el Seven Bikers. En esas aventuras, llegan a pedalear 30 kilómetros entre bosques y caminos apartados de los centros urbanos. Solos, han llegado a hacer 65 kilómetros en un día.

Efectos positivos

Son innumerables los efectos positivos del ciclismo en la salud de quien lo practica. El profesor de educación física Juan Santos enumera los principales: fortalece los músculos, mejora la salud del corazón y la respiración, reduce el estrés y ayuda a mejorar el equilibrio y la concentración. Para ellos, los resultados del ejercicio van aún más allá.

Ellen explica que andar en bicicleta también es el momento ideal para conversar y reflexionar sobre la vida emocional, profesional y espiritual con el compañero. “Cuántas resoluciones ya tuvimos en el camino, pedaleando. Lloramos y nos alegramos juntos entre un camino y otro. Andar en bicicleta es nuestro momento”, complementa.

Para Odailson, la práctica se reflejó en la mejora de la condición física, lo hizo estar más alegre y dispuesto, mejoró su sueño y ansiedad, además de haber fortalecido la inmunidad. Para Ellen, los efectos fueron los mismos, pero con la diferencia de la relajación y de la terapia gratuita en los momentos difíciles de la vida.

Como pareja, los resultados son aún más visibles, según el esposo. “Nuestra familia se volvió más liviana, feliz y más conectada. Ellen y yo tenemos más química, por ejemplo”, dice. Sobre todo, en medio de los caminos, encima de una bicicleta, es imposible usar el celular, y el pastor asegura: “Nos conectamos solo con lo que es importante”.