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Viajes espaciales postergados

¿Qué nos pueden enseñar los viajes espaciales como el reciente de la NASA y SpaceX en términos de lecciones espirituales sobre otro gran viaje cósmico?


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El cohete de la SpaceX partió de Cabo Cañaveral, Florida, con dos astronautas de la NASA a bordo. Es el primer lanzamiento tripulado de los Estados Unidos en nueve años (Foto: National Geographic).

El día 27 de mayo hubo un intento de lanzamiento de la Crew Dragon con la primera misión espacial tripulada de una empresa privada en la historia. El ambicioso proyecto liderado por la empresa SpaceX, del multimillonario Elon Musk, junto con la agencia espacial de los Estados Unidos, la NASA, también es histórico por otros factores. Entre ellos, el hecho de ser el primer vuelo de astronautas estadounidenses volando desde su propio país, desde 2011. Ese año tuvo lugar el cierre del programa del gobierno de ese país que financiaba los famosos transbordadores espaciales, hoy jubilados. Desde entonces, la NASA debe pagar algunas decenas de millones de dólares por cada astronauta suyo que va al espacio enviados en naves espaciales rusas.

Pero este lanzamiento, que generó una enorme expectativa alrededor del mundo, no pudo realizarse el miércoles debido a las condiciones meteorológicas desfavorables para que el cohete de la SpaceX pudiera despegar con seguridad con los dos astronautas a bordo. El nuevo intento fue programado para este sábado, 30 de mayo, y tuvo éxito.

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Lecciones prácticas

Pero, ¿qué lecciones prácticas para nuestra vida nos ofrece esta noticia? En la infancia, muchos de nosotros soñamos con convertirnos en astronautas. Ciertamente, no es necesario mencionar cuánta preparación académica uno debe tener y qué hay detrás de poder realizar viajes espaciales, desde técnicos y controladores de vuelo hasta ingenieros y astronautas. La preparación es esencial. Además de eso, hay un enorme trabajo en equipo por detrás de este tipo de viajes. Solamente el dedicado trabajo de miles de personas en conjunto es el que tiene éxito.

Cuando pensamos en la Iglesia, hay muchas similitudes con lo que se describió. Cristo dejó una misión para realizar. Esta misión depende de la preparación individual y de la búsqueda de la excelencia por parte de cada miembro. Como cuerpo de Cristo, el éxito será alcanzado con dedicado y fiel trabajo en equipo. Todo eso con el propósito de llevar personas al cielo. No son los astronautas de la NASA, sino los astronautas de Cristo, conocidos en la Biblia como aquellos que fueron redimidos por la sangre del Hijo de Dios.

Para que se pueda realizar un vuelo espacial con astronautas, debe haber ciertas condiciones. Lo mismo ocurre en la Iglesia. Esta debe hacer su parte en la gran obra de salvación. Las situaciones que muchas veces no deseamos pueden posponer ese viaje cósmico con Cristo, así como ocurrió con los astronautas. Pero, recordemos que hay un cuidado especial detrás de la postergación:

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9).

¿Se acuerda de ese sueño de niño de un día ser astronauta y viajar por el universo? En Cristo podemos creer que ese sueño se hará realidad, un día, ¡y el primer gran viaje cósmico será ir con él al cielo!

Josué Cardoso dos Santos es especialista en el estudio del movimiento de los cuerpos celestes. En la actualidad, se desempeña como investigador en el Instituto de Tecnología de Israel (Technion), donde estudia el movimiento de constelaciones de satélites. Posee un título en Matemática por la Universidade Estadual Paulista (Unesp), además de una maestría y un doctorado en Física por la misma institución.