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Elihana bat Gael: una mujer de fuerza en un mundo patriarcal

Aunque su nombre no está en la Biblia, un hallazgo adjunto a ella ayuda a comprender cómo se veía a las mujeres en la cultura del Medio Oriente.


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En la antigüedad, las mujeres también buscaban su espacio en las decisiones y en los rumbos de la sociedad (Foto: Shutterstock)

Sé que el título de este artículo debe haber llevado a muchos lectores a pensar que contaré la historia de alguna Elihana, que superó el machismo de una sociedad para afirmarse como mujer. Tal vez, algunos hasta piensen que se trata de una historia moderna (del siglo XIX en adelante) y hasta busquen en Internet todas las informaciones posibles sobre ella. También soy consciente de que el tema del feminismo es bastante controversial y atrae muchas críticas de todos lados, principalmente si el autor es un hombre cuya teología se rige más por las líneas conservadoras que las liberales.

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En primer lugar, no vale de nada buscar imágenes de Elihana. Esa mujer, descendiente de Abraham, debe haber vivido hace por lo menos 2.600 años. Algunos dicen que sería más vieja que todavía. Es la primera vez en más de 300 años de excavaciones en Oriente Medio que su nombre “reapareció” o “fue revelado” en un pequeño objeto sin el cual nunca sabríamos de su existencia: se trata de un sello compuesto de piedras semipreciosas y fechado en el período del primer Templo. Algunos piensan que sería de los días de Joaquín, rey de Judá, en la época en que Nabucodonosor cercó Jerusalén. Otros son de la opinión de que podría ser de 100 o 200 años antes.

El lugar del hallazgo fue Givati Parking Lot, un antiguo estacionamiento público cerca de la Puerta del Muladar, en Jerusalén, que hace casi una década fue transformado en un sitio arqueológico con promesas de revelar muchas cosas interesantes de la historia antigua de Israel. De hecho, los trabajos locales han sido muy buenos. Estuve allá en julio de este año explicando el sitio a un grupo de brasileños.

Proceso meticuloso

Para beneficio de quien no conoce el procedimiento de una excavación, las ruinas de la antigüedad en Oriente Medio se acumulan una sobre la otra como si fuesen camadas de una torta de cumpleaños. Guerras, terremotos, abandono por diferentes causas y la propia acción del tiempo hacen que un antiguo asentamiento (que va desde una villa hasta una gran ciudad) se convierta en un montón de ruinas.

Los pueblos que llegan después reconstruyen el lugar, pero sin las técnicas modernas de retirada de escombros o eventuales residuos que estén depositados allí. Recuerden: ellos no tenían tractores, retro excavadoras o camiones. Por lo tanto, aunque se utilizaban métodos de terraplenes desde los tiempos babilónicos y egipcios, la nivelación del terreno era mucho menos sofisticada que la que vemos hoy en día, y eso hacía que el nivel del suelo subiera con cada nueva re ocupación de un asentamiento. Un habitante de Jerusalén de los tiempos de Jesús no se preocupaba en saber cuántos restos de construcción anterior habría debajo del piso de su casa.

De manera que hay lugares en que el nivel actual del piso en donde pisamos está metros por encima del que fue utilizado en los tiempos de Cristo, por ejemplo. En esto usted puede ver cuán ilusoria es esa historia de “la vía dolorosa” dentro de la ciudad vieja de Jerusalén. Jesús nunca pisó por aquellas callejuelas turísticas. La Jerusalén de Jesús está muy por debajo de eso.

Sellos: Autoridad y poder

Ahora que usted ya sabe cómo funciona el proceso, ya está listo para entender que el primer dilema del arqueólogo es destruir antigüedad para encontrar antigüedad, pues como los restos de civilizaciones están depositados en camadas, lo que está encima es más reciente y lo que está debajo es más antiguo. Por eso se demora tanto en el proceso y solo este año el equipo de excavadores de Givati Parking Lot llegó al nivel del primer templo, o sea, la camada que contiene el contexto arqueológico de la época en que el Templo de Salomón todavía funcionaba en Jerusalén. En este contexto se encontró el sello de Elihana.

Cuando se encuentra un objeto así en una excavación arqueológica, por la mente de quien analiza el artefacto pasan dos tentaciones, y ambas son peligrosas. La primera es descartar cualquier análisis más detallado sobre el objeto, creyendo que sería muy poco para decirnos algo real acerca del pasado. La segunda es construir demasiados detalles de cómo sería su contexto, yendo más allá de o que el objeto encontrado permite teorizar.

Por lo tanto, evitando ambos extremos puedo decir algunas cosas sobre ese objeto tan singular que mide aproximadamente el tamaño de mi pulgar. La primera es que ilustra la importancia de un sello en los tiempos antiguos. Bíblicamente hablando, un sello tiene el valor de ilustrar una cuestión espiritual, la propiedad de Dios. Por eso, el pueblo de Dios recibe el sello en su frente (Ezequiel 9, Apocalipsis 7). En Apocalipsis, los siete sellos tienen una simbología muy especial en el cronograma profético de la historia cristiana.

En la antigüedad, los sellos eran una especie de estampa con la cual se imprimía, sobre relieve, en un pedazo de cerámica que servía de lacre para cerrar cartas y documentos importantes. También estaba el caso de que un rey o gobernador sellara, es decir, fijara su emblema en potes de comida almacenada que sería distribuida al pueblo en caso de necesidad extrema.

El lugar del hallazgo de este sello de Elihana era un edificio administrativo en uso en la época de los Macabeos, y tal vez incluso antes de eso (las próximas excavaciones revelarán nuevos datos). Otros sellos también fueron descubiertos allí, lo que refuerza el hecho de que los propietarios de estos objetos eran ciudadanos de elite de Jerusalén.

Un sello generalmente lleva el nombre del propietario, su filiación y, menos frecuentemente, su oficio en el reino. Ya encontraron, por ejemplo, un sello que decía “Jehukal ben Selemyahu” esto es, Jucal, hijo de Selemías, y otro que decía “Gedalyahu ben Pasur”, Gadalías, hijo de Pasur. En ambos casos, la expresión “hijo de… “equivalía al apellido del individuo, y estos dos mencionados figuran en la Biblia entre los opositores del profeta Jeremías, que tramaron su prisión (Jeremías 38:1).

Otro sello, curiosamente anónimo, fue encontrado por la doctora Shlomit Weksler-Bdolah y traía solo la función del sujeto, que era la de “gobernador de la ciudad [de Jerusalén]”. Esa expresión aparece en 2 Reyes 23:8, cuando Josué gobernaba la capital en los días del rey Ezequías, y 2 Crónicas 34:8, donde Maasías era gobernador de la ciudad en los días del rey Josías.

Protagonismo

¿Y en cuanto a Elihana? Su función no se revela, pero ella tenía cierto prestigio oficial, si no su sello no hubiera estado “almacenado” en un edificio público de la antigua ciudad de Jerusalén. Los sellos generalmente estaban todo el tiempo con el dueño y, después de su muerte, eran “archivados” en esos sectores públicos para que no cayeran en manos equivocadas, pues una impresión indebida hecha a partir de un sello personal podría resultar en una falsificación de la firma en un documento importante.

Noten que, a diferencia de los hombres de la época, cuyo apellido se daba más comúnmente por la ancestralidad (Jesús, hijo de David, Simón Bar Jonás), el nombre de una mujer se daba más por la referencia a su marido (María, mujer de Cleofas; Juana, mujer de Chuza). Había otros casos, claro, como María Magdalena, que era conocida por su ciudad de procedencia, o Lidia, que era conocida por su profesión como vendedora de púrpura. Sin embargo, no era la forma más común.

En este caso específico, el sello encontrado curiosamente lleva el título “Elihana bat Gael”, Eliana, hija de Gael. O sea, muestra su filiación y no el nombre de su marido. En caso que se trate de una mujer casada, y este ciertamente era el estatus de una mujer de éxito en la época, me llama la atención la forma peculiar de su apellido dado a partir de su ancestralidad, así como Jesús, que era solemnemente llamado “hijo [i.e. descendiente] de David”

Sello con la inscripción que relaciona a Elihana con su familia patriarcal (Foto: Divulgación)

Reconozco que los sellos pertenecientes a mujeres eran extremamente raros en los tiempos bíblicos. La fracción del que encontramos es muy pequeña en relación a los sellos de propiedad masculina. Por lo tanto, sería un anacronismo de mi parte hacer una equiparación entre el papel de la mujer en la sociedad moderna y de los tiempos Bíblicos. Es claro que en aquel período ellas generalmente se encontraban en un estatus económico inferior al de los hombres. No quiero, de ningún modo, decir que esto es el ideal, mucho menos que la Biblia sanciona algo que verdaderamente está solo “describiendo”.

Por otro lado, puedo decir también que es caricatural aquella idea que muchos hacen de la sociedad judía, llamada “patriarcal”, como siendo extremamente tendenciosa en relación a los hombres o simplemente “machista”, sin dar a las mujeres alguna oportunidad de ejercer su ciudadanía. Ejemplos como el del sello de Elihana destruyen ese escenario imaginario y preconceptual.

Aunque casada, ella seguramente administraba los bienes de la familia, hacía negocios y disponía de autoridad política, aunque no ocupara cargos públicos. Y no necesitamos ir muy lejos para encontrar paralelos bíblicos que ilustren ese comportamiento.

Vean el caso de Débora, reconocida entre los jueces de Israel; Ester, heroína nacional del judaísmo; Sara, Rebeca, Raquel y Lea, reverenciadas desde las más antiguas tradiciones como las grandes matriarcas del pueblo hebreo.

Liderazgo en el hogar y en los negocios

Proverbios 31:10-31 habla de las características de la mujer virtuosa, o esposa ideal, entre sus tareas está la administración de las siervas del hogar; examen, decisión y negociación de un campo; compra de mercaderías; ayuda a los necesitados. Ese cuadro no solo está de acuerdo con el sello encontrado, demostrando que el escenario de Proverbios 31 es histórico y no simplemente poético, como también aclara que hay muchas distorsiones preconceptuales en relación al papel de la mujer en la sociedad de los tiempos bíblicos.

Un documento encontrado en el desierto de Judea y fechado en los tiempos del Nuevo Testamento indica, entre otras cosas, una transacción comercial importante liderada por una mujer llamada Babatha bat Shimon, que era propietaria legal de muchas tierras y comerciante por excelencia. A pesar de ser pocos los ejemplos de participación femenina que puedo ofrecer, incluso así es notorio que está lejos de la realidad decir que en aquel tiempo “la mujer no tenía participación”.

El nombre Elihana no aparece directamente en la Biblia, pero puede tener alguna relación con ella en el sentido de contextualizar sus historias. Algunos piensan que ese nombre deriva del acadiano vía o hebreo, que sería la unión de dos vocablos y un pronombre posesivo: EL (Dios) + I (mi) + ANAH (respondió) = Mi Dios me respondió. En Génesis 33:20, Jacob compra un terreno y levanta un altar sobre el cual puso el nombre “EL ELOHE ISRAEL”, Dios, el Dios de Israel. Antes de eso, en Génesis 23:14, Abraham había comprado un terreno después de tener la aprobación de Efrón, que le respondió de acuerdo a su pedido, o sea, lo atendió, “anah”, en hebreo.

El nombre Elihana, por lo tanto, me hace recordar las respuestas positivas que recibimos en nuestros pedidos, acentuando que las mejores son las que vienen de Dios, que atiende a todos los que sinceramente buscan su ayuda, ya sea hombres o mujeres, pues lo que importa, más que el sexo, es un corazón sincero y deseoso de cumplir la voluntad de Dios.

 

 

Rodrigo Silva

Rodrigo Silva

Evidencia de Dios

Una búsqueda de la verdad en las páginas de la historia

Teólogo posgraduado en Filosofía, con maestría en Teología Histórica y especialista en Arqueología por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Doctor en Arqueología Clásica por la Universidad de Sao Paulo (USP), es profesor del Centro Universitario Adventista de Sao Paulo (Unasp), en Brasil, curador del museo arqueológico Paulo Bork y presentador en portugués del programa Evidencias, de la TV Novo Tempo.