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Abismos reales

¡Los abismos son reales! Generalmente entendidos como una distancia entre puntos, metas, personas, opiniones, culturas, comunidades... Nuestra vida parece cada vez más un abismo real. Por todos estos aspectos, pero, sobre todo, por el hecho de que nu...


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¡Los abismos son reales! Generalmente entendidos como una distancia entre puntos, metas, personas, opiniones, culturas, comunidades... Nuestra vida parece cada vez más un abismo real. Por todos estos aspectos, pero, sobre todo, por el hecho de que nuestra ética religiosa ha aumentado día tras día esa brecha. Lo que no deja de ser un contrasentido, ya que el propio concepto literal de la palabra religión viene del latín, religare, que quiere decir, obviamente, religar o unir nuevamente. Con eso en mente, al final, ¿de qué abismo estamos escribiendo? De una discrepancia entre los que están proponiendo una aproximación consigo mismos ofreciendo un Cristo que no consigue religar oferentes y demandados.

Aquí en Perú, donde vivo actualmente, como en Brasil, mi tierra natal, parece que las cosas andan iguales. Cada día percibimos más que hay un discurso, una intencionalidad (para usar una palabra da moda), un plan de acción que, invariablemente, se ha demostrado inocuo. ¡Vivimos en otro mundo! Tenemos otra condición social, económica, cultural y una comprensión religiosa teórica que parece cada vez más distante de la práctica. Como resultado, el poder prometido por Cristo no ha transformado vidas, al contrario, ha reforzado el abismo, o gap.

Los formadores de opinión, especialmente, en regla, se visten de forma diferente, consumen productos distintos, tienen interés en la información y la consumen de diversas fuentes, perciben más financieramente, viven en casas estructuralmente mejores y más confortables y la lista continúa... Y están ahí para ofrecer un Cristo que para ellos resuelve el compromiso social de las reuniones de adoración en que tienen que ser vistos, pero no consiguen pasar adelante y resolver las crisis existenciales profundas de infelicidad, desesperanza y postración...

Cuando percibimos que no tenemos el remedio porque no conocemos la dolencia, ¡materializamos el dilema ético de este abismo que nuestro Cristo no consigue religar! No porque no tenga fuerza o poder, sino porque no está internalizado al punto de realizar en nosotros lo que Él mismo, por ser ejemplo y substituto, consiguió: mezclarse con las personas, conquistar su simpatía, atender sus necesidades ¡e invitarlas a seguirle para ser transformadas!

Perú, como Brasil, tiene cristianos sufridos... Que están viviendo en zonas periféricas, en calles sin pavimento, con mucho polvo en un lugar (región de Costa) en el que no puede llover porque en caso de lluvia no hay cómo desplazarse por culpa del barro. Que moran en casas de piso de tierra y paredes de barro, viviendo del moto-taxi típico yendo y viniendo y aumentando el tránsito por 1 o 2 “Soles” porque no tienen trabajo seguro y oficial que sea ofrecido, comerciando en las calles ¡y necesitando de salvación y vida feliz! Y, así, la vida sigue... Ellos apartados de la bienaventuranza, sufridos, desalentados y postrados. Nosotros, tratando de ofrecer un remedio paliativo, destituido de eficacia e incapaz de ofrecer el refrigerio prometido...

¡Debo cambiar! Debo ofrecer lo que soy y lo que tengo: ¡Cristo! Y así estrechar las manos castigadas, arrodillarme en tierra apisonada, predicar en iglesias sin techo, sentir mis manos llenas de polvo, calzar zapatos deslustrados, beber “chicha morada”, chupar caña de azúcar y mirar el paisaje árido y desértico pensando que es posible ver la esperanza, la lluvia, el sol y la vida. En todo dando gracias por la escuela diaria que nos ofrece Dios. ¡La oportunidad de vivir la vida real, saltar el abismo que nos separa de la realidad y compartir un Salvador dispuesto a cambiar vidas aquí en Perú y en todo lugar! Que Dios te bendiga...

Carlos Nunes

Carlos Nunes

Ética Práctica

Temas relacionados con la ética bajo el punto de vista Cristiano y los dilemas que enfrentan las personas en la vida cotidiana.

Carlos Henrique Nunes está casado con Jane Nunes y es padre de Gabriel. Es egresado de la carrera de Teología, pastor distrital en la ASR. Es periodista profesional, graduado de la Unisinos, hace 19 años. Es periodista de los periódicos Diario Gaúcho y Zero Hora. También se desempeña como profesor universitario en la carrera de Periodismo en Unasp-EC.