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Minutos para el fin

Faltan tres minutos para el fin del mundo, es lo que afirma el Bulletin of the Atomic Scientists (BAS), del grupo de científicos, ingenieros y otros expertos que incluye nada menos que a 18 ganadores del premio Nobel. Desde la primera tapa del boletí...


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En la cronología bíblica también estamos en los últimos “minutos”.

Faltan tres minutos para el fin del mundo, es lo que afirma el Bulletin of the Atomic Scientists (BAS), del grupo de científicos, ingenieros y otros expertos que incluye nada menos que a 18 ganadores del premio Nobel. Desde la primera tapa del boletín, en 1947, que exhibía un reloj estilizado indicando dos minutos para la media noche, la idea tiene el sentido de mostrar las amenazas a la existencia de la humanidad. El cambio climático, según el último boletín, asociado a la creciente amenaza atómica y a la ineficiencia de los líderes políticos en tratar esas crisis, son las razones por las cuales se adelantó el reloj.

La urgencia en torno de las crisis ecológicas atrajo a muchos a las profecías bíblicas. No solo porque oyen hablar, sino porque las sufren. Brasil, uno de los países más ricos en agua dulce, fue castigado por la sequía en las regiones más pobladas, especialmente el estado de San Pablo. Así, cuando nos encontramos con la afirmación de que Dios destruirá “a los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11:18), el pensamiento se vuelve a la ecología. Sin embargo, el contexto de Apocalipsis señala otra dirección.

Contexto

De las 44 palabras que componen Apocalipsis 18 en el texto griego original, solo seis supuestamente tratarían de ecología (kai diaftherai tous diaftheirontas ten gen, “y destruir a los que destruyen la tierra”). O sea, el tema del versículo está lejos del problema ecológico. Tiene que ver más con la vindicación de un grupo en oposición a otro. En el primero están “los profetas”, “los santos” y “los que temen” el nombre de Dios. En el segundo están los que “destruyen la tierra”. Cuando Dios comience su reinado (v.17), los primeros recibirán una recompensa positiva, el galardón de la vida eterna (Lucas 6:23; Apocalipsis 22:12), mientras los últimos recibirán la destrucción (Apocalipsis 21:8). Eso queda más claro cuando se lee toda la sección de la séptima trompeta (Apocalipsis 11:15-19).

Según Ranko Stefanovic, profesor de Nuevo Testamento de la Universidad Andrews, Apocalipsis 11:18 funciona como un de los “pasajes trampolín” del libro, resume la sección anterior y ofrece una vista previa de lo que sigue. Apocalipsis 11:18 es todavía más importante, pues cierra la sección histórica del libro (capítulos 1-11) e introduce la parte escatológica, más relacionada al fin de la historia humana de pecado (capítulos 12-22). Aunque parezca confuso en un primer momento, una división en tópicos simples revela la precisión de las afirmaciones de este versículo:

“se han airado las naciones” (capítulos 12 y 13).
“y ha llegado tu ira” (capítulos 14-18).
“el tiempo de juzgar a los muertos”
“de dar el galardón a tus siervos…” (Capítulos 19:1-10; 21-22).
Y “de destruir a los que destruyen la tierra” (capítulo 19:11 a 20:15).

En vez de tratar de ecología, Apocalipsis 11:18 indica que el efecto principal de la intervención de Dios en la historia será la vindicación de su pueblo y la condenación de quienes lo persiguieron. A lo largo de toda la sección histórica de Apocalipsis, el pueblo de Dios sufre persecución. Eso es tan evidente que después en el capítulo 6:10 surge un clamor para que Dios juzgue y efectúe venganza por la sangre de los mártires. A partir del capítulo 11:18, finalmente Dios se levanta para consolar a sus hijos y castigar a quienes los destruyen.

“Destruir la tierra”

Es fundamental descubrir lo que significa “destruir la tierra”. La historia del diluvio nos ofrece un paralelo interesante sobre eso. El justificativo para el diluvio fue que “la tierra se había corrompido, y estaba llena de violencia”. (Génesis 6:11-13). El punto clave de ese texto es que en hebreo el mismo verbo que se usó para “se había corrompido”, en Génesis 6:11 (de shachat, destruir) se utiliza para “poner fin” (v. 13). En una traducción más literal, el texto diría: “Y la tierra está destruida [tishachet]… y todo ser viviente había destruido [hischit] su camino sobre la tierra… por eso los destruiré [mashchitam] con la tierra” (v.11-13). El verbo destruir se repite en hebreo, pero se traduce de manera diferente en español. Dios destruiría la tierra porque estaba siendo destruida (v. 11 y 12) por la maldad y la violencia de los seres humanos. La destrucción no se refiere al impacto sobre la ecología de los antediluvianos, sino a la gravedad de la violencia que practicaban.

La violencia clama ante Dios. Así como la sangre de Abel (víctima del primer homicidio) clamaba a Dios, y así como los mártires claman virtualmente en el Apocalipsis, la sangre derramada por los antediluvianos clamaba, exigiendo una respuesta divina. La sangre derramada sobre la tierra la destruía/corrompía y la condenaba al juicio divino. Destruir la tierra está directamente relacionado a destruir al hombre. Además, la palabra en hebreo para hombre, en el sentido de ser humano, es adam, que proviene de adamah (“tierra”, “suelo”), indicando una profunda relación entre los dos. Lo que le sucede a uno afecta al otro.

Efectivamente, los antediluvianos eran violentos contra los animales, pero el punto central era la violencia que practicaban entre sí. De la misma forma, en Apocalipsis, lo que se enfoca es la destrucción de personas, en especial, de los que sirven a Dios. Sin duda, el Creador ama al planeta y le afecta el sufrimiento del mundo como un todo, y por fin pondrá fin a todo el dolor (Apocalipsis 21:4). Pero, dar una visión ambientalista al Apocalipsis distorsiona el mensaje original.

Volviendo al asunto del reloj y el fin del mundo, los tres mensajes proféticos nos dan ánimo: 1) en la cronología bíblica también estamos en los últimos “minutos”; 2) la humanidad no se autodestruirá; 3) no seremos extinguidos por ninguna otra cosa. Pero esto es un asunto para otras columnas.

Diogo Cavalcanti

Diogo Cavalcanti

Apocalipsis

El universo de las profecías bíblicas y sus respuestas para la inquietudes actuales

Graduado en Teología y en Comunicación Social, con posgraduación en Letras, trabaja en la redacción de la Casa Publicadora Brasileira (CPB). Es uno de los editores de libros, entre ellos, el Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día en portugués.