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Una iglesia de Buenos Aires abre sus puertas una vez por semana para asistir a personas en situación de calle

El proyecto, que tiene casi un año de vida, está mostrando ser una herramienta eficaz para acompañar a los más vulnerables con sus necesidades básicas.


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Parte de los que asisten cada miércoles a la iglesia de San Justo: Foto: Iglesia de San Justo.

Tal vez sea difícil ser objetivo en esta nota, ya que se trata de la iglesia que me vio nacer y que asistí por más de diez años en mi infancia. Pero lo que este grupo de hermanos de la Iglesia de San Justo, Buenos Aires, hace con los desamparados es, simplemente, de otra categoría. Porque ver las necesidades del prójimo es algo cotidiano, sin embargo, realizar acciones en pro de ellas es siempre un desafío.

Bajo la coordinación del Prof. Rubén Piontek, líder de Acción Solidaria Adventista (ASA) en la Asociación Bonaerense (ABo), la iglesia de San Justo comenzó hace casi un año, un proyecto innovador, pero también salvífico.

En la mente de Margarita Mangiarotti, directora de ASA de la iglesia de San Justo, la pregunta que surgía era… ¿Qué más podemos hacer en favor de los más necesitados? Porque ya venían realizando el “Perchero solidario”. Sin embargo, había ganas y deseos de ayudar a más personas, hasta que la pregunta tocó su mente y corazón: “Tenemos dos duchas en la iglesia que no las estamos usando, ¿por qué no las abrimos para la gente de la calle?” A partir de allí todo fue una aventura solidaria en la que cada día más y más personas se fueron sumando.

Cómo comenzó todo

“Ya veníamos ayudando a un muchacho, que gracias a Dios lo sacamos de la calle, le pudimos alquilar un lugar para vivir, le buscamos un trabajo. Él está haciendo la secundaria ahora y también trabaja. Entonces, después de eso dijimos, bueno, vayamos por más”, comenta Margarita.

Parte de los que asisten cada miércoles a la iglesia de San Justo donde también festejan sus cumpleaños: Foto: Iglesia de San Justo.

El objetivo principal era abrir la iglesia una vez cada quince días para que la gente en situación de calle pueda acceder a las duchas. “La verdad que nuestra iglesia es muy especial porque siempre nos apoya y es muy generosa y nos dijeron que sí”, agrega la coordinadora de ASA de San Justo. Y destaca: “Veníamos entregando alimentos una vez por mes a las personas carenciadas de la iglesia y a gente que necesitaba que no era de la iglesia. Y más allá de visitar a la gente que faltaba a la iglesia o a alguien que necesitaba algo, queríamos hacer más. No sabíamos qué. No nos dábamos cuenta de qué, pero cuando nos dimos cuenta dijimos: eso es lo que queremos hacer. Demostrar el amor de Jesús a otros de esa manera”.

Ropa, alimentos y más: El proyecto

Los miércoles se abren las puertas de la iglesia y acceden a las duchas distintas personas en situación de calle. El departamento de ASA les brinda un toallón y todos los elementos de limpieza como champú, crema de enjuague, jabón, máquina de afeitar, etc. “Ellos se bañan y nos dejan su ropa sucia. Nosotros se las lavamos y al otro miércoles se la entregamos limpia. Además, les damos una merienda de sandwiches. Cuando hace calor, alguna gaseosa y cuando hace frío, cosas calientes. Tenemos a alguien que nos dona facturas y también, cuando hay un cumpleaños, festejamos con una torta”, señala Margarita.

Parte de los que asisten cada miércoles a la iglesia de San Justo: Foto: Iglesia de San Justo.

Si bien el proyecto comenzó con una iglesia que abría sus puertas cada quince días, los miembros de ASA de San Justo comenzaron a estrechar lazos con las personas que los visitaban. Mangiarotti recuerda que “para contenerlos más, pensamos en abrir una vez por semana. Consultamos y todos estaban dispuestos a venir cada semana y estar acá y acompañarlos. Nadie dudó, así que actualmente lo hacemos todos los miércoles. Antes era de tres a cinco de la tarde. Nosotros llegábamos dos y media porque queríamos preparar todo para que cuando ellos lleguen se puedan bañar y comer. Pero eran las dos y cuarto y ya estaban esperándonos, así que ahora llegamos a las dos y a veces son las seis de la tarde y quieren seguir charlando. Nosotros conversamos y hablamos mucho de Dios”.

Parte de los que asisten cada miércoles a la iglesia de San Justo: Foto: Iglesia de San Justo.

La atención periódica de la salud también es parte del proyecto. Dos estudiantes de medicina provenientes de Brasil, que están estudiando medicina en nuestro país, también brindan su tiempo y atención a la salud a las personas que visitan la iglesia.

Cada miércoles reciben ropa limpia que dejaron la semana anterior. Foto: Iglesia de San Justo.

Al comienzo del proyecto las cosas fueron desafiantes, ya que no había muchas personas que asistieran a la iglesia los miércoles. Sin embargo, con el correr del tiempo, comenzaron a llegar más. “El primer día fueron cinco, después fueron seis, luego ocho, diez y ahora van de 15 a 20 cada miércoles porque cada vez se va corriendo más la voz de lo que hacemos y viene más gente”, explica Margarita y agrega: “Actualmente, les damos ropa interior y medias nuevas. En el invierno compramos un rollo de polar y tenemos una hermana que cose en la iglesia. Se les hizo frazadas de dos plazas a cada uno. Pero lamentablemente, hace un mes, alguien les quemó a seis de ellos todo lo que tenían en la fábrica abandonada donde duermen. Ropa, frazada, todo lo que tenían. Le habíamos regalado dos Biblias y ellos nos dijeron que eso fue lo único que no se quemó. Eso les llamó mucho la atención”.

Un voluntario peluquero también se suma para asistir a las personas que asisten a la iglesia de San Justo. Foto: Iglesia de San Justo.

Asistencia a los cultos

Y como si todo esto fuera poco, algunas personas que visitan la iglesia los miércoles para bañarse, comer y recibir su ropa limpia, comenzaron a asistir a las reuniones de los sábados. La líder de ASA en San Justo señala: “Estamos logrando que vengan los sábados a la mañana. Empezaron bastantes a venir al sermón. Una vez por mes los invitamos a almorzar después del culto e invitamos a personas especialistas en algún área como psicólogos o alguien que los ayude, por la tarde. Que sepan, que se puede salir adelante, que con la ayuda de Dios todo es posible si ellos quieren. Este sábado tuvimos un almuerzo y trajimos a uno de los nuestros que hace diez años dejó la droga, el alcohol y les habló. Y era para que ellos entiendan que tomados de la mano de Dios se puede. Alrededor de diez, doce personas vienen a la iglesia los sábados. A veces con algún amigo que traen también”.

Parte de los miembros de la iglesia de San Justo con las personas que asisten cada miércoles y sábado. Foto: Iglesia de San Justo.

El impacto puertas adentro

“El impacto del proyecto en la iglesia es fabuloso porque todo el mundo quiere entrar a trabajar a ASA. Nuestra iglesia es muy generosa en cuanto a dinero, trabajo, oración. Nos ayudan mucho trayendo ropa, asistiendo los miércoles. Hay hermanas que me dicen: Marga te hicimos tres docenas de empanadas, Marga te hice tres tortas, te conseguí ropa, te conseguí zapatillas. La verdad que es espectacular la hermandad que tenemos en San Justo. Están todos muy comprometidos, inclusive los hermanos que no son parte de ASA”, subraya Margarita.

Los miembros de San Justo comprometidos con el proyecto asistiendo todos los miércoles de dos a seis de la tarde. Foto: Iglesia de San Justo.

Respeto y dignidad

Quienes asisten cada miércoles y sábado, ven que los hermanos de iglesia los tratan con respeto y cuidado. El grupo de ASA muestra amor lavando la ropa, abrazando y tratando a estas personas como seres humanos. Y a pesar de los desafíos, incluyendo los problemas de adicción que algunos padecen, son ayudados. Ellos vuelven cada vez que la iglesia abre las puertas porque son tratados con dignidad. "Siempre nos dicen: ustedes desde el primer día nos trataron como personas. ¿Sabés qué lindo que es tomar una merienda con gente que te trata bien, que podés hablar de cualquier cosa y que no nos andan juzgando?", recuerda Margarita.

Almuerzo luego del culto del sábado. Foto: Iglesia de San Justo.

Aunque algunos no pueden dejar las adicciones, el grupo de ASA sigue comprometido. Los hermanos de San Justo se han convertido en referente para un joven que iba los miércoles y actualmente está preso y que carece de apoyo familiar. Sin embargo, miembros de la iglesia lo visitan y están en contacto con psicólogos y asistentes sociales para ayudar al joven a reintegrarse en la sociedad y evitar la recaída. Los miembros de iglesia desean brindarle un lugar y un trabajo luego de que salga, para su recuperación.

Así se expresaba este joven: “Yo con ustedes estoy más que agradecido. Me ayudaron en mi peor momento de mi vida y me siguen ayudando cuando estuve en la calle a la deriva. Me brindaron su lugar y espacio para que me duche, me higienice. Me dieron comida. Siempre estuvieron cuando necesité algo. Cuando nadie me quiso dar una mano en mi situación, ustedes me abrieron las manos. Estoy muy agradecido que Dios los puso en mi camino y yo de todo corazón el día que me llegue la libertad voy a ir a su Iglesia. Voy a dar lo mejor de mí, porque ustedes me hicieron ver la vida de otra forma. Que con Dios todo se puede. Hay que tener fe y voluntad siempre. Y nada, los quiero mucho Margarita, Pepe, Dani, Darío y a todos más que agradecido”.

Los hermanos de San Justo visitan a un joven privado de la libertad. Foto: Iglesia de San Justo.

Ellos, que tienen nombre y apellido, también tienen sueños. Como vos, como yo… como todos. Y a pesar de su pasado o presente, está en nosotros mostrarles un futuro distinto. Esa esperanza que cada uno de nosotros tiene sabiendo que lo mejor está por venir.

Porque, como dice Duane Elmer, ”nunca seremos más semejantes a Jesús que cuando servimos a los demás”.

Gracias Dios, gracias Iglesia de San Justo y gracias muchachos/as, por esta lección de amor.