Un regalo gigante de Dios
"Asistía con regularidad a los cultos que ofrece la universidad, pero sentía que algo me hacía falta; sentía que no estaba entregando mi 100% a Dios" Marina
Mi nombre es Marina Rosa. Soy estudiante de Comunicación Social en la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales (FHECIS) en la Universidad Adventista del Plata (UAP).
Yo veía que todos los alumnos de la UAP participaban todos los sábados en las actividades de algún grupo misionero. Quería integrarme a uno pero no sabía a cuál. Asistía con regularidad a los cultos que ofrece la universidad, pero sentía que algo me hacía falta; sentía que no estaba entregando mi 100% a Dios.
Cierto día, se acercó una amiga y me invitó a un grupo llamado “Misión Fe”, perteneciente a la FHECIS. Me contó que iban todos los sábados, de 8:00 a 20:00, a una localidad llamada Victoria, situada a 70 km de distancia de Libertador San Martín.
Si querés enterarte de otros proyectos sociales, hacé click aquí
Acepté con gusto y fui. Durante la mañana colaboramos con la iglesia adventista del barrio Quinto Cuartel y por la tarde fuimos a un salón conocido como El Refugio. Allí enseñamos a los chicos de 0 a 13 años acerca de la salud integral del ser humano, tanto aspectos físicos como mentales y espirituales. Realizamos actividades variadas, desde cantos hasta juegos y dibujos.
Al finalizar la jornada quedé muy contenta y con mucho entusiasmo para volver.
El sábado siguiente regresamos y los chicos nos esperaban con los brazos abiertos, llenos de alegría. Luego de concluir con las actividades realizamos una oración y mientras estábamos ordenando el salón, una de las nenas, llamada Brenda, se me acercó y me preguntó:
- Seño, ¿cómo era tu nombre?
Y le contesté felizmente:
-¡Marina!
Brenda me sonrió y se dirigió al pizarrón mientras yo seguía ordenando.
Cuando miré el pizarrón me encontré con un dibujo (que reflejaba lo que les había enseñado ese día). Mi corazón se enterneció de una manera increíble. ¡Rebozaba de alegría! Es increíble cómo Dios te da regalos inmensos e incomparables si trabajas para él.
Me quedo sin palabras al pensar que si Dios lo permite y voy al cielo, cuando él regrese, me podré encontrar con Brenda y me dirá:
- ¡Vos eras mi seño, la que me enseñó los cantos sobre los animales! Gracias por dedicar tiempo para que yo aprendiera sobre el amor de Jesús.
Esta es mi experiencia, pero no te quedes solo con la mía. Viví la tuya. Dios tiene regalos gigantes para vos. Solo tenés que permitirle actuar.
Fuente: La Agenda, UAP
¿Te gustó la historia de Marina? Ingresá a este vínculo para ver videos de otros misioneros
Patricia Marcos, ASN. Buenos Aires, Argentina.