Un Impacto de Esperanza
La literatura es parte de la historia y misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
En 1731 nació en Chile Manuel Lacunza, quien tiempo después se transformaría en un padre jesuita. Él escribió un libro singular: La Venida del Mesías en Gloria y Majestad. La obra fue impresa en 1812 y agitó los medios religiosos, ya que trataba sobre el regreso de Cristo a este mundo. El libro es considerado como pionero del movimiento “adventista”.
Al comienzo del siglo XIX, el tema se propagó entre las iglesias evangélicas, teniendo como foco el regreso personal de Jesús. Poco después de 1850, aliado al movimiento, surgieron otras comprensiones, como la de que el sábado es el día santificado por Dios y que su observancia todavía está vigente.
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Esas y otras comprensiones proporcionaron las bases para el nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que también se profundizó en la comprensión del santuario celestial, el estado del hombre después de la muerte y el don de profecía. A lo largo de las décadas, la producción y distribución de literatura que lleva a la Biblia tuvo un papel fundamental para que las personas en todo el mundo conocieran acerca de la batalla entre el bien y el mal y el pronto regreso de Cristo.
Una de las obras más importantes es justamente el libro El Gran Conflicto, de la escritora norteamericana Elena de White. Inspirada por Dios, ella detalló los intentos de Satanás, sus actos para conducir a la humanidad a apartarse de los planes divinos, además de describir el desenlace de la historia. La obra ya fue distribuida en más de 74 idiomas e influenció a innumerables personas desde el siglo XIX a entregar sus vidas a Jesús.
De puerta en puerta
En los últimos años, la distribución de literatura por los adventistas del séptimo día se hizo más constante y ha despertado a la Iglesia en torno de un mismo objetivo. Son niños, jóvenes y adultos movilizados con el propósito de llevar a las personas un poco de lo que llena nuestro corazón y que traducimos a través de la palabra “esperanza”.
En una de esas grandes campañas, a la que llamamos Impacto Esperanza, salí a distribuir libros en la zona sur de la ciudad de Sao Paulo. Entré en un comercio y, cuando le entregué el libro a un señor, él me dijo con una sonrisa en el rostro que estaba esperando recibir el libro porque es telespectador de la TV Nuevo Tiempo y allí se había enterado sobre la campaña de distribución.
Pensando sobre todo lo que ha sucedido y proyectando hacia el futuro, en mi mente surgieron algunas impresiones. Una campaña de este tamaño, que ya sobrepasó los 328 millones de libros distribuidos en Sudamérica, siempre abre las puertas a nuevas iniciativas, métodos y estrategias de evangelismo. Alcanzar a las personas con las buenas nuevas de la salvación es siempre un desafío, y las diferentes realidades que un continente como Sudamérica nos presenta, han despertado en los miembros formas de propagar el libro con creatividad y audacia.
Existen beneficios misioneros, porque distribuir libros ayuda a despertar la mentalidad evangelística en cada discípulo de Jesús. Estamos todavía luchando para cumplir nuestra misión que el Señor nos dejó: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
No hay dudas de que ese proyecto fortalece el hábito de la Iglesia de organizarse para acciones de evangelismo. Se prepararon mapas. Se formaron parejas misioneras que recibieron los mapas y la orientación de que no se limitaran a un solo día, sino que lo adoptaran como un trabajo continuado para conocer a los que viven en la calle, saber sus nombres y participar de sus vidas con el objetivo de ayudarlos a encontrar el camino de la salvación.
Integración en la misión
Otra impresión positiva que tengo es evaluar como ese proyecto involucra a cada miembro en la misión de testificación. En los lugares por donde he pasado y preguntado cuántos ya fueron a las calles para distribuir libros, noto que la adhesión al proyecto es masiva. Muchos descubrieron sus dones, y otros que hace mucho tiempo no salían a la calle para testificar de su fe se sintieron revigorizados.
Al lado de los libros anteriores, El Gran Conflicto, que será distribuido en 2023 y 2024, representa un material misionero fuerte y específico. Los textos fueron cuidadosamente preparados para ayudar a las personas a tener un encuentro con el Señor. Ese libro ya transformó, y transformará la vida de millones de personas.
En la mayoría de los contactos, los libros siempre son recibidos con interés especial. La presentación del material es curiosa y despierta en quien lo recibe el interés de saber más sobre lo que está en sus páginas.
Un libro predicará por mucho tiempo. Leer un libro no depende del uso de tecnología o equipos específicos, y es de uso inmediato y en cualquier lugar. Un libro compartido puede alcanzar a decenas o centenas de personas.
También hay una responsabilidad en las distribuciones de libros, porque presentan a muchas personas la oportunidad de conocer la Palabra de Dios, que de otra forma no la conocerían. “A todas esas reuniones deberían asistir hombres a quienes Dios pueda utilizar. Deberían distribuirse con la abundancia de las hojas de otoño folletos que expongan la verdad presente. Para muchas personas que asisten a esas reuniones, estos folletos serán como las hojas del árbol de la vida, que son para la sanidad de las naciones” (El evangelismo, p. 31).
A usted le hago esta invitación: ¡Involúcrese! Que Dios lo bendiga mucho al cumplir el llamado que le hace.
Rafael Rossi es evangelista de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para ocho países de Sudamérica y presentador del programa Descifrando el Futuro, de la TV Nuevo Tiempo.
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