Tres hechos sobre la Navidad que merecen nuestra atención
Una lectura atenta del texto bíblico sobre el nacimiento de Jesús nos invita a reflexionar sobre tres momentos interesantes.
Hablar sobre Navidad es una de las tareas más difíciles para cualquier columnista. Los enfoques, sobre todo en el ámbito religioso, son múltiples. Diversos comentaristas, teólogos y religiosos ya analizaron prácticamente todo lo que se puede imaginar sobre el momento del nacimiento de Jesucristo. Y bajo diferentes puntos de vista.
Evidentemente que el término Navidad no nos suele remitir solo a cuestiones religiosas. Por lo menos no en la imaginación popular. Basta ver las estadísticas de investigaciones en Google, el más relevante buscador de contenidos digitales del planeta. El término en inglés Christmas registró búsquedas que resultaron en índices entre 69 y 100 los días 21 a 28 de noviembre de 2024 cuando el artículo fue concluido.
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Según Google, un valor de 100 representa el pico de popularidad de un término. Y 50 significa que tuvo mitad de la popularidad. En portugués, la expresión Natal, en el mismo período, quedó entre 83 y 100 en esa escala de popularidad. Claro que cuando la comparamos con los asuntos relacionados en la búsqueda constatamos que la búsqueda por Navidad está más relacionada al interés por marcas de productos alimenticios, películas, ropa de Navidad (gorro) y hasta tarjetas de Navidad. O sea, nada asociado a la Biblia, a la religión o al cristianismo.
Quiero hablar aquí, sin embargo, de tres episodios periféricos con relación a la narración del nacimiento de Jesús en la Biblia. Pero que los considero relevantes para la vida cristiana. Vale la pena conocerlos y reflexionar en la profundidad del mensaje que transmiten. Navidad tiene que verse desde el punto de vista bíblico y no comercial.
Una realidad social difícil
Los historiadores están de acuerdo con que el día del nacimiento de Jesús en realidad no ocurrió el día 25 de diciembre. Un hecho relevante es el momento cuando el Hijo de Dios se hizo humano. El arqueólogo y especialista en Nuevo Testamento, doctor Rodrigo Silva, explica que “en la época, la región donde nació Jesús estaba bajo el dominio del Imperio Romano, que había conquistado la región cerca de un siglo antes”.[1]
La región de Judea del primer siglo de la era común estaba marcada por transformaciones sociales significativas. Rodrigo Silva explica que “el dominio romano trajo grandes cambios en la religión, incluyendo la imposición de la cultura y del idioma romano, la creación de un sistema de calles y de gobierno centralizado, y la instalación de una serie de impuestos que afectaron profundamente la vida de los habitantes locales”.[2]
Jesús nació en un contexto de fuerte control estatal romano. Al mismo tiempo, la carga elevada de impuestos en la región ciertamente creaba disparidades sociales. Y, como explican los estudiosos, crecía la cantidad de revueltas e insurrecciones políticas.
El Hijo de Dios vino al mundo con un mensaje de salvación profundamente espiritual. Librar al pueblo de los pecados y asegurar vida eterna. Gran parte de la sociedad, sin embargo, estaba esencialmente preocupada con su vida cotidiana. Temas básicoss como tener dinero para mantener un negocio y el bienestar de la familia permeaban la mente de gran parte de los habitantes de la región. La inseguridad material con relación al futuro probable seguramente era motivo de ansiedad entre los habitantes.
Las palabras del ángel a los pastores que testificaron del nacimiento resuenan espiritualmente: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:11). En medio de la realidad dura y angustiosa de cada día, la presencia de Jesús nos recuerda que nuestra mirada tiene que ir más allá de lo que vemos. El Salvador vino para dar una perspectiva eterna de restauración completa del ser humano. Mucho más que resolver los problemas domésticos.
Testimonios sencillos de reacción profunda
El nacimiento de Jesús fue un acontecimiento absolutamente sencillo. Y sin cualquier destaque público en la época. Los primeros testigos de su nacimiento fueron pastores que “velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (Lucas 2:8).
Un hecho extraordinario con implicaciones espirituales para toda la humanidad fue que al principio solo lo captaron personas que no formaban parte de la llamada elite de la sociedad. El comentarista del libro de Lucas, Trent Butler, afirma que “el pastoreo había cambiado de ser un negocio familiar, como en los tiempos de David, a una ocupación despreciada. Muchos pastores eran acusados de robo y de utilizar tierras sobre las cuales no tenían derecho”.[3]
Los primeros testigos del nacimiento del Salvador probablemente eran ciudadanos proscritos de su tiempo. Aun así, su reacción fue la de quien recibe un don del cielo. La simplicidad de estas personas, tal vez, haya sido justamente lo que hizo que Dios les revelara un episodio de profundo significado espiritual. Muchas veces, la aceptación de Jesús como Salvador solo se da en la vida de quien se abre para recibir tal bendición. No siempre los grandes estudiosos y llamados sabios de nuestro tiempo comprenden verdades profundas y presentadas de manera sencilla.
Un Dios que “huye”
Es muy curioso constatar en el relato de Mateo sobre el episodio de la huida de los padres de Jesús a Egipto. El evangelista lo relata así: “Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y le dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo” (Mateo 2:13).
Observamos a un Dios, que de cierta forma tuvo que huir en su nacimiento carnal para que no lo mataran. El envidioso e inseguro Herodes, un gobernante en busca de aceptación de las autoridades romanas estaba dispuesto a asegurarse el puesto de rey de los judíos. Aun cuando espiritualmente nunca lo tuviera. La amenaza que el pequeño Jesús supuestamente representaba para Herodes es la misma que Cristo representa hoy para quien se considera mayor que la divinidad.
Tal vez algunos necesiten ser refugiados espirituales, como Jesús con sus padres lo experimentaron. El problema en algunos momentos es la ira y el odio de las personas. El ser humano necesita depender de un Dios mayor y poderoso. De lo contrario, la auto percepción siempre es que somos infalibles, casi divinos. Y eso proporciona una idea falsa de que todos los que niegan esa realidad se vuelven enemigos.
El orgullo propio, en verdad es el gran enemigo que el ser humano tiene que vencer. Herodes, aparentemente, no tuvo éxito en superarlo. El nacimiento de Jesús realzó la condición de un monarca que disponía de escritos señalando la naturaleza genuina de un Mesías salvador.
Tres aprendizajes
En base a estas historias, el relato bíblico de Navidad ofrece tres aprendizajes.
- Jesús debe nacer para atender nuestra necesidad espiritual.
- Jesús debe nacer en el corazón de quién lo acepta con simplicidad.
- Jesús debe nacer como un Dios mayor que nosotros y nuestra condición.
¡Que la Navidad esté repleta de un significado espiritual profundo para todos!
Felipe Lemos es comunicador y director de Asesoría de Comunicación de la sede sudamericana adventista.
Referencias:
[1] Artículo: Quando Jesus nasceu realmente? Descubra curiosidades sobre essa data tão famosa. Disponible en https://www.rodrigosilvaoficial.com.br/quando-jesus-nasceu-realmente-descubra-curiosidades-sobre-essa-data-tao-famosa/.
[2] Ibid.
[3] Butler, T. C. (2000). Luke (Vol. 3, p. 29). Broadman & Holman Publishers.