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Misión

Togo: Una misión de servicio y amor hacia los más vulnerables

Más de sesenta familias encontraron una mano de ayuda en las misioneras chilenas durante el tiempo que estuvieron en el país africano.


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Ángela y Francisca en el programa navideño con los niños de la iglesia Kpalapkue. (Foto: Cortesía Francisca y Ángela)

“No nos pregunten cómo, claramente ha sido Dios” comentan Francisca y Ángela, al contar su experiencia como misioneras voluntarias en Togo (África), durante un año y dos meses. Desde atender la Unidad Dental del Hospital Adventista, que era su función principal, hasta apadrinar a más de sesenta niños, son las acciones que cambiaron la vida de ambas misioneras e involucraron a varias personas en Chile a sumarse a esa notable misión de amor.

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Togo es uno de los países más pequeños de África y uno de los más angostos del mundo, con poco menos de 115 km de ancho, conocido también por estar en la línea de la pobreza, lo que hace que sus habitantes tengan una baja calidad de vida. Desde Chile, en noviembre de 2020, Ángela Martínez y Francisca Bustamante, ambas de Concepción, viajaron como misioneras, con el sueño de ser las manos y la voz de Cristo, en un lugar donde sabían que se enfrentarían a varios desafíos, uno de ellos, el idioma. Aunque el idioma oficial es el francés, existen una variedad de lenguajes y dialectos; así como diversidad de grupos étnicos. Además de la profesión de odontólogas, a ambas las unía la pasión por servir y anunciar el evangelio de Cristo a quienes no lo conocen; y eso fue lo que hicieron.

Fue mediante el Servicio Voluntario Adventista (SVA) en Chile, que ambas aplicaron y fueron elegidas para servir como misioneras voluntarias en el país africano.  Llegar a Togo no fue fácil, “en cada control fronterizo se presentaba un problema”, pero “todo estaba en las manos de Dios y si llegábamos a este lugar es porque así Dios lo quería”, añade Francisca.

Almuerzo navideño para niños apadrinados por las misioneras voluntarias. (Foto: Cortesía Francisca y Ángela)

Una profesión al servicio del prójimo

La labor principal de Ángela y Francisca era atender la Unidad Dental del Hospital Adventista, que está ubicado en Glei, una zona rural a tres horas de Lomé, capital de Togo, la que ha sido sostenida generalmente por voluntarios. Antes de realizar el viaje, ambas consiguieron donaciones de insumos y maquinaria dental de parte de amigos e instituciones. Sin duda, Dios estaba dirigiendo el proyecto, ya que, al llegar al hospital, se dieron cuenta que todo lo que llevaron era lo que se necesitaba en la unidad. Aparte de las atenciones en el hospital, también realizaban talleres educativos sobre salud e higiene bucal, dirigido a niños.

La barrera del idioma fue posible superarla gracias a Benoit, el asistente dental, quien habla español, francés, inglés y varios dialectos del país. Benoit fue fundamental para el trabajo voluntario de ambas, no solo para el desempeño profesional, él ha sido parte del equipo en todo lo que las voluntarias han realizado, su disposición y corazón misionero contribuyó a que muchas de las actividades planeadas se llevaran a cabo.

Además del servicio ofrecido en el hospital, Ángela y Francisca decidieron apoyar en la Iglesia Adventista de Kpalapkue, que está a treinta minutos caminando desde el hospital, una ruta relativamente corta pero muy escabrosa, según comentan las voluntarias. En esa iglesia organizaron la Escuela Sabática y el Culto Divino; a pesar de lo difícil que ha resultado conseguir el material para las clases respectivas para menores, la iglesia ahora desarrolla la clase para niños y tienen la adoración infantil en el Culto Divino.

Apadrinamiento de niños

En Togo, los niños poco saben sobre jugar, ir a la escuela, celebrar la navidad y el cumpleaños. Los derechos de los niños todavía siguen siendo vulnerados; el trabajo infantil en una realidad en el país. Frente a esto, las voluntarias soñaban con hacer un poco más que cumplir con sus funciones profesionales; toparse con esa realidad y no hacer nada al respecto no les resultaba cómodo. Con la excusa de ofrecerles una "oportunidad de trabajo", convocaron a un grupo de niños para que ayuden en la limpieza del hospital por el que recibían un pago cada jornada, que eran los días domingo; pues de lo contrario los menores se enfrentarían a trabajos más forzados y con un salario demasiado bajo. Antes de iniciar con la limpieza, desayunaban juntos y a la hora correspondiente compartían un momento ameno para almorzar. Además de la contribución económica, las voluntarias decidieron entregarles cada mes una caja con alimentos básicos para sus hogares.

Otra idea nació en el corazón de ambas y era necesario ponerla en acción. Se trata de un sistema de apadrinamiento de niños, al que invitaron a sumarse a amigos y familiares de Chile, con el propósito de contribuir a la calidad de vida de los niños, como apoyarlos en la escolaridad, alimentación básica y recreación.“Empezamos con 9 niños, luego 12, 20… y ahora son 65” dice Francisca muy emocionada, al recordar cómo inició este gran proyecto; “son nuestros hijos, son nuestra familia, para nosotros son todo. Si alguno tiene un problema, el que sea, nosotros corremos para ayudarlos”. Estos niños y las familias que representan encontraron el amor y el calor de una familia en ellas y los “padrinos” involucrados.

"Dios multiplicaba los recursos"

Cada actividad desarrollada sin duda demandaba gasto, pero "Dios multiplicaba los recursos" dice Francisca. Desde un comienzo ambas fueron testigos de la conducción divina en la misión que estaban desarrollando. La idea del apadrinamiento estaba resultando; además de amistades, familiares y un grupo de personal de la iglesia en Chile, otras personas se iban sumando, inclusive "había personas desconocidas que confiaban en todo lo que estábamos haciendo y decidieron ayudar, de esa manera también conocieron lo que es servir a Dios por amor", comentan las voluntarias.

Con la confianza de que todo estaba siendo dirigido por Dios, para la navidad anterior, organizaron un programa con el propósito de enseñarles a los niños el verdadero sentido y significado de dicha celebración, pues muchos no conocían que la llegada de Jesús a este mundo fue parte de un plan de amor. Para la mayoría fue su primera navidad y la primera vez que recibían un regalo y tenían un juguete.

Estas acciones prácticas de amor y servicio desinteresado son el reflejo de una vida con Cristo. Ese es el propósito de ser misioneros, predicar con hechos y palabras el evangelio de Jesús.

Servicio Voluntario Adventista

El SVA es un programa mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que promueve y crea oportunidades de servicio misionero voluntario en diferentes países; además, capacita a través de la Escuela de Misiones a los futuros voluntarios para la adaptación a otras culturas y para la misión de predicar el evangelio.

Actualmente hay trece misioneros voluntarios de Chile en los países de Togo, Egipto, Kazajistán, Honduras, Uruguay, México, Brasil, Reino Unido y España. Y dieciséis jóvenes voluntarios en Chile, provenientes de diferentes países.

Cada campo de la Unión Chilena cuenta con su Escuela de Misiones, la que es administrada por el Departamento de Secretaría.


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