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Testimonio misionero: “Valió la pena cruzar el océano”

Testimonio misionero: “Valió la pena cruzar el océano”

El servicio voluntario adventista ya envió a decenas de misioneros voluntarios a diversos países del mundo.


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Evany junto a un grupo de niños de Mozambique.

Evany junto a un grupo de niños de Mozambique.

Experiencia misionera de Evany Román

Libertador San Martín, Argentina…[ASN] Luego de haberme graduado como licenciada en Comunicación Social, recibí la invitación para trabajar como voluntaria responsable de marketing y relaciones públicas de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) Mozambique. No sabía mucho sobre este país, sino apenas que quedaba en la costa del gran continente africano.

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Con oración empecé a hacer trámites y maletas. Hace tres meses que estoy aquí, en una nueva casa, con nuevos amigos, comida diferente y sobre todo con una misión. Me corresponde estar en una región lejana a la ciudad, a más de 2000 kilómetros de Maputo, la capital.

La Misión Munguluni, está compuesta por una escuela adventista y un instituto de liderazgo para pastores; además, se desarrollan proyectos contra la desnutrición. En otras ciudades cercanas, ADRA trabaja con personas con HIV, huérfanas y analfabetas, población que supera el 50% del total nacional.

Personas sencillas pero muy amables forman parte de este escenario. Los más de 300 niños que llenan de alegría el colegio, por más que solo tengan una muda de ropa y ningún calzado, caminan hasta 2 horas para llegar a clases. Los profesores inician cada día de actividad con cantos e historias sobre Jesús y, a la tarde, cuando los niños regresan a sus casas, es posible oírlos cantar las mismas melodías.

Unas de las experiencias que más me ha impactado a lo largo de estos meses, fue cuando algunos misioneros consiguieron una donación para comprar ropa de invierno para los niños. Las temperaturas entre los meses de junio y agosto llegan hasta los 5 grados, ya que el colegio queda al pie de las montañas.

Gracias a esa donación, pudimos regalar un abrigo o un pantalón a los niños de entre 5 y 10 años. Como misionera aquí estuve ayudando a repartir las prendas de ropa. Fui a buscarlos a sus clases y les conté que tenían un regalo. Cuando vieron que era ropa de abrigo, se dibujaron sonrisas en sus rostros y al probarlas no podían creer que tenían ropa nueva. Muchas de sus prendas viejas estaban agujereadas y no habían sido lavadas por mucho tiempo.

Otra de las situaciones que viví fue realizar mi primera asistencia sanitaria. Como los niños aquí tienen que caminar mucho, trabajar, y sus juegos no son de los más seguros, ellos se lastiman con facilidad. Al ayudar a estos niños a sentir menos dolor pude tener un destello de lo que Jesús hacía cuando curaba, una sensación de satisfacción y a la vez de alegría pero sobre todo amor hacia mi prójimo.

Mi trabajo aquí es tomar fotos, hacer videos y realizar entrevistas. Pero son estas pequeñas actividades más cercanas a los niños que me hacen sentir útil, no solo por ayudarlos, sino por tener su amistad y poder sacar una sonrisa, de vez en cuando, de sus rostros que, por el ambiente y la realidad que les toca vivir, siempre llevan un expresión de seriedad. Esto me hace sentir que valió la pena cruzar el océano. [Equipo ASN, Comunicaciones UAP]

 Dato

Para mayor información sobre el Sistema Voluntario Adventista ingrese aquí, inscríbase y participe de algún viaje a cualquier parte del mundo como misionero voluntario.