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Servidores de la Iglesia distribuyen el libro El Gran Conflicto en Buenos Aires

Fueron más de 3 mil libros misioneros los que se entregaron en pleno centro de la capital de Argentina.


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Grupo de administradores, líderes y empleados de las instituciones adventistas ubicadas en Buenos Aires que participaron de Impacto Esperanza. (Foto: Comunicaciones)

El Obelisco de Buenos Aires anida gran parte de la vida pública de Argentina. Es el punto neurálgico obligado de las más alegres celebraciones (como la obtención de la tercera de la Copa Mundial de fútbol por parte de seleccionado argentino) y de las más complicadas protestas sociales con piquetes y cortes de calles por el malestar económico y social (como suele ocurrir casi a diario).

Fue precisamente a este lugar donde los administradores, líderes y empleados de gran parte de las instituciones adventistas de Buenos Aires se dieron cita, el lunes 27 de marzo por la mañana, para repartir libros misioneros. De este modo, casi 150 personas pertenecientes a la Unión Argentina (UA), Asociación Bonaerense (ABo), sedes administrativas de la Iglesia Adventista, Clínica Adventista Belgrano (CAB), Asociación Casa Editora Sudamericana (ACES) y Alimentos Granix salieron con entusiasmo y fe (luego de cantar, orar y tener una meditación) a repartir 3.000 libros El Gran Conflicto y casi 1.000 revistas misioneras para niños.

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“Hoy cubriremos 25 focos de distribución en torno al Obelisco, una zona muy desafiante para el evangelio aquí, en la Ciudad de Buenos Aires. Creemos que será un Impacto muy bendecido. Este es un lugar complicado y tenemos expectativas muy positivas. El libro genera interés. Esto es un anticipo de lo que será la distribución del sábado 1º de abril aquí en Buenos Aires. Todos los distritos pastorales están movilizados para repartir este precioso material, la iglesia está involucrada y movilizada”, anticipó el pastor Elbio Silvero, presidente de la ABo.

Con camisetas azules alusivas al evento todos recorrieron, con bolsas de libros en la mano, el corazón del microcentro porteño. Bocas de estaciones de subterráneos, calles, esquinas, comercios y la tradicional Peatonal Florida de la ciudad fueron los principales lugares de distribución. Y aunque algunas personas rechazaban el ofrecimiento, muchas otras lo aceptaban con gusto. Incluso, varias personas se acercaron por cuenta propia a pedir el material impreso.

“El mundo necesita estudiar la Biblia”

En medio de esta gran ciudad, y con el apuro y el estrés de un lunes por la mañana, los involucrados en la distribución consiguieron dialogar con las personas acerca del mensaje del libro.

“Soy católica y sé que pensamos diferente, pero creo que ambas religiones tienen una visión celestial, que va más allá de lo terrenal. Creo que lo que el mundo más necesita es mucho estudio de la Palabra de Dios. La sociedad está muy mal”, comenta María Elena, quien estaba yendo a una consulta con un profesional de la salud ya que estaba atravesando un mal momento debido a la muerte de sus padres. “Conozco a los adventistas por la universidad y el sanatorio en Entre Ríos”, añadió cuando se iba, no sin antes desear muchas bendiciones para todos los que participan de Impacto Esperanza.

A su vez, parada contemplando el Obelisco, y con su libro El gran conflicto en la mano, Claudia cuenta que cree que en el fin del mundo le irá bien a los buenos y que los malos están destruyendo el planeta. “Leeré el libro con atención. Gracias por regalármelo”, puntualizó.

“Hacemos todo con mucho cariño y oración”

Para el personal de la ACES, Impacto Esperanza es un proyecto muy significativo. Salir a repartir un libro que se imprime por millones de ejemplares (y que tiene un mensaje tan relevante) es una mezcla de compromiso y satisfacción.

Es que en la ACES el libro pasa por todas las etapas, desde la traducción y edición, el diseño y la diagramación, la impresión y la encuadernación, y -finalmente- la distribución. Por esta razón, un grupo de casi 50 empleados también participó de este Impacto Esperanza en el Obelisco.

 “Es una experiencia muy significativa. Agradecemos con mis compañeros poder ser parte de esta tarea misionera. Anhelamos entregar los libros a las personas que lo necesitan y que Jesús pueda venir pronto. Hoy sembramos y esperamos que dé su fruto. Nosotros no somos pastores ni predicamos, pero tenemos el privilegio de ser quienes imprimen el libro misionero. Es una gran responsabilidad y lo hacemos con toda seriedad. Y ahora estamos aquí repartiendo el libro a la gente. Hoy mucha gente sabrá qué Cristo viene pronto y pondrá fin a este mundo desastroso. Hay esperanza”, remarcó Eloy Kosciukiewicz, operario de Prensas de la ACES.

A su vez, Osvaldo Ramos, jefe de Diseño de la ACES (quien luego de 50 años de servicio está próximo a jubilarse, por lo que este será su último Impacto Esperanza como trabajador en la editorial adventista) sostuvo: “Diagramar y diseñar el libro misionero es muy especial. Lo hacemos con mucho cariño y mucha oración. Hacemos así con todos nuestros productos, pero reconocemos que este es muy especial y causará un impacto trascendente en muchas personas. Esto es lo que más nos gusta. No somos evangelistas, pero nos capacitamos para diseñar y comunicar con ello. La comunicación visual ayuda a dar el mensaje. Y hoy salir a la calle a repartir este libro es gratificante. Estar cara a cara con el destinatario por el cual oramos y dárselo en la mano es algo maravilloso”.

¿Y qué decir de aquellos que trabajan colocando el libro en las cajas y enviándolo a las sedes administrativas y a las iglesias? “Gracias a Dios nos fue muy bien entregando el libro. La gente estaba feliz de recibir este material. Desde luego, hay muchos que no lo aceptaron y caminaban apurados. El punto estratégico de reparto fue muy bueno. Yo trabajo en la parte de distribución y armo las cajas y ahora tenemos este gran privilegio de ser parte de esta tarea. Me hace mucho bien a mí y sé que el libro le hará bien a muchas personas”, expresó Ariel Vargas, empleado de Logística de la ACES.

Más allá de todo esto, El gran conflicto genera historias y testimonios por doquier. Tal es el caso del pastor Walter Steger, quien editó este libro. “Para mí fue algo muy especial” -afirmó- “porque el libro en sí forma parte de la historia de mi familia. Mis bisabuelos conocieron la verdad gracias de este libro”.

Por último, destacó el gran desafió que fue trabajar con este material. “Editar este libro pensando en el público no adventista requirió mucho esfuerzo, ya que tratamos de expresar las verdades de la manera más clara posible. Se realizó un trabajo especial de cotejar con la versión condensada en inglés y también con la versión completa. Fue una labor ardua y minuciosa, pero muy gratificante”, finaliza.

El libro misionero ya está en manos de millones de personas en este momento. Y Dios, como predicador efectivo y silencioso, hará su parte a su debido tiempo. Queda seguir distribuyendo esperanza, siendo parte activa en la misión de llevar el mensaje adventista a esta generación.


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