¿Qué significa Una Iglesia Viva?
El lema “Una Iglesia Viva”, de la reunión sudamericana adventista, está expresado en la historia de personas como Raimunda, Leda y Leandro, que dieron testimonio de su fe
¿Qué significa exactamente ser una iglesia viva? La pregunta es importante, porque se trata del lema de la Junta Directiva Plenaria de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica, que se está llevando a cabo y continuará hasta el próximo martes 9, en Brasilia, con los líderes de la denominación de ocho países.
En un contexto de tantos cuestionamientos y dudas sobre iglesias, religiones y formas de ver la acción sobrenatural divina, entender lo que es una iglesia viva se vuelve esencial. Si fuéramos en busca de definiciones para la iglesia, tanto en los comentarios bíblicos, léxicos y en los estudios científicos, llegamos a múltiples explicaciones. Sin embargo, el desafío es salir un poco de los conceptos y la abstracción y avanzar en dirección a una visión práctica, basada en la experiencia de las personas con Dios. Y nada mejor que escuchar la definición de quien constituye la iglesia, o sea, la comunidad de fe.
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Dos personas fueron bautizadas durante el programa del sábado 6 de mayo en el auditorio de la sede sudamericana adventista, durante la Junta Directiva Plenaria. Una de ellas es la abogada Raimunda Ferreira do Sousa, de Piauí, en Brasil. Para ella, una iglesia viva es “ver el crecimiento espiritual de las personas, de manera que busquen prepararse para el regreso de Cristo”. Leandro da Silva da Conceição, de Río de Janeiro, otro que asumió la demostración pública de una nueva vida en Cristo, afirma que es simple definir una iglesia viva. Para él, “es la iglesia que trabaja, que se ejercita y crece”.
Tía y sobrino
Algunos testimonios muestran la alegría de quien no mide esfuerzos para llevarle la Biblia a otros. Las personas como Leda Maria, de la comunidad en Pedra de Guaratiba, zona oeste de Río de Janeiro, atiende decenas de personas a través de la enseñanza bíblica, ayuda social y apoyo a los enfermos. En un año, ella llegó a enseñarle la Biblia a más de 150 personas, y por lo menos 40 de ellas se bautizaron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Hay una frase de ella que resume lo que puede definir a una iglesia viva: “Mientras mi marido sale a buscar peces, yo salgo a buscar almas para Jesús”.
Y una iglesia viva no es definitivamente una iglesia sin dificultades. En el testimonio que ella dio durante la mañana de este sábado, en la Junta Directiva Plenaria, Leda Maria recordó que asesinaron a una de sus hijas, que tiene dificultades financieras para ayudar a más personas, que renunció al alquiler de una casa para poder recibir personas interesadas en el evangelio, sin embargo, no se ve ningún tipo de desánimo de la misionera.
100% dedicado a Dios
Uno de sus nuevos colaboradores para dar estudios bíblicos es el sobrino de Leda, Leandro Conceição. Después de pasar por más de 20 años en varias iglesias, intentó obtener empleos fuera de Río de Janeiro. Incluso estuvo en Bahía durante algunos meses, pero regresó a la región y allí comenzó a cooperar con la tía Leda, la misionera adventista. Después de un mes de contactos y de inspiración espiritual, tomó la decisión de ser bautizado como adventista.
El hecho se concretó el pasado sábado. Leandro está muy motivado y siempre ejerció un papel activo en las congregaciones cristianas por las que pasó. Como integrante de una iglesia viva, se le preguntó qué haría ahora como miembro adventista. Sin especificar todavía algún ministerio en el que pretende desempeñarse, dijo rápidamente: “No me voy a quedar sentado en el banco, sin hacer nada”.
Testimonios vivos
Una iglesia viva, por lo tanto, es una idea asociada a testimonios vivos de la transformación espiritual de quien ve a la Biblia no solo como un libro de cuentos. Las personas que creen en el libro sagrado del cristianismo como la revelación de Dios para impulsar en dirección a la salvación. Una salvación que lleva a esas personas a la acción efectiva para hablar de lo que Dios ha hecho en sus vidas.
A Raimunda, por ejemplo, le gusta pensar que fue atraída por el evangelio cuando se convirtió en madre. Hace cerca de 40 años, sintió el llamado divino para dejar la religión que profesaba. “Vivía incómoda por el hecho de que las personas no leían la Biblia en la iglesia”, recuerda.
Cuando su hijo Pedro Guilherme solo tenía dos años, Raimunda lo llevaba hasta la congregación adventista, religión de un antiguo compañero. El niño le pedía ir a “la escuelita”, apodo dado a las clases infantiles de la Iglesia Adventista. Raimunda también comenzó a asistir a la iglesia por una clase de estudios y, finalmente, se bautizó. Por desgracia, la fe de la abogada se enfrió después de un tiempo.
Pero, con la ayuda de la tecnología digital, volvió a conectarse con Dios. En octubre de 2022, mientras veía un culto de la Iglesia Central de Curitiba transmitido en línea, identificó un número de WhatsApp que el pastor jubilado Geovani Queiroz, el predicador de esa semana, puso a disposición. Ella se contactó con él y volvió a estudiar la Santa Biblia, todos los martes a las 17:00 con el ministro. Resultado: nuevamente tomó la decisión pública en favor del evangelio.
La celebración tuvo lugar después de que el pastor Queiroz compartió el mensaje a los delegados sudamericanos adventistas presentes en la reunión administrativa. “Dios fue muy bueno, pues proporcionó la oportunidad de mi bautismo en Brasilia, donde vive mi hijo, quien fue la razón por la cual yo vine a la iglesia la primera vez”, afirma con gratitud.
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