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La inestabilidad emocional en nuestros tiempos

Psiquiatra da consejos sobre cómo tratar a un paciente con bipolaridad.


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En la fase maníaca hay veces que los síntomas pueden ser tan graves que el paciente puede llegar a tener un cuadro psicótico asociado. (Imagen: Shutterstock)

Si hay una palabra que describe nuestra vida en estos tiempos, y lo hace muy bien, es Ia palabra Inestable. La podemos atribuir a la pandemia, a los cambios climáticos, a los movimientos políticos, a los avances tecnológicos, o encontrar otras causas, pero hay una que se especializa en desestabilizarnos cuando no lo esperamos, está en nuestra mente, en nuestra forma de ver las cosas, de sentirlas, de querer vivirlas, de razonarlas. Nos deja inestables, complica nuestra vida, la trastorna realmente.

Dentro de los trastornos o enfermedades del área de salud mental, encontramos una patología que se caracteriza justamente por la inestabilidad que genera en nuestro humor: la bipolaridad, o trastorno bipolar. Como se describe en el DSM V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en su quinta edición), puede ser clasificada en varios subtipos, pero los más conocidos son el tipo 1 y tipo 2.

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El primer tipo se demuestra cuando en la historia de la enfermedad aparece por lo menos un episodio maníaco y uno depresivo, y en el segundo tipo aparece por lo menos un episodio hipomaníaco y otro depresivo.

Bipolaridad tipo I

Simplificaré estos términos con un ejemplo de mi día a día en el consultorio.

Entendamos la Bipolaridad Tipo 1 describiendo un paciente con la siguiente queja: “Doctor Pablo, no sé porqué estoy aquí, mi esposa me obligó a venir, pero yo estoy muy bien, de hecho, nunca me sentí mejor en mi vida... mal estaba el año pasado, que no tenía ganas de hacer nada, no podía ni levantarme de la cama, no comía, no me bañaba, la vida no tenía más sentido y hasta pensé en matarme. Pero, hace un par de meses, como arte de magia, me siento muy bien, estoy emprendiendo dos proyectos grandes en la empresa, y ya estoy pensando en el tercero, las ideas fluyen en mi mente como nunca. Casi no necesito dormir, mi mente trabaja mucho mejor durante la noche y durmiendo un par de horas, me levanto como si hubiese dormido 15 horas.

Hago actividad física todos los días, y parece que me quedo con ganas de más, inclusive ya le dije a algunos amigos para juntarnos a jugar futbol en el club, y yo estoy organizando todo. Todos me preguntan como tengo energía para hacer tantas cosas.

Los otros días cambié el auto, mi esposa casi me mata cuando se enteró, porque compré la camioneta que siempre quise, y ya hablé con otro amigo que está vendiendo una moto, y se la quiero regalar a mi hijo de 5 años, yo sé que es muy pequeño, ¡pero la oferta es increíble!

Lo que sí debo decirle es que, hace unos 20 días que estoy bebiendo mas bebidas alcohólicas, y los otros días quise probar cocaína, no mucho, unas 3 o 4 líneas, eso por favor, ¡ni le diga a mi esposa!, pero solo fue un par de veces; a parte no me hace nada.

Cambiando de asunto, para que vea que ando como un avión, en la parte sexual parezco un adolescente, no me canso nunca. Tengo que admitir una dificultad para controlarme, y no le diga nada a mi señora, pero los otros días me fui a uno de esos lugares... usted sabe... en fin, ¡qué le dije! ¡Ando bárbaro!”

En esta historia vemos varias características que se consideran criterios diagnósticos: la manía; el estado de humor es anormal, elevado, expansivo o irritable; mucha energía que debe durar mínimo una semana, la mayor parte del día, casi todos los días, y podemos ver la autoestima elevada, menos necesidad de dormir, verborragia (hablar mucho y/o a alta velocidad y con gran elocuencia), grandes ideas, aumento de la actividad (social, trabajo, sexual), y puede envolverse en situaciones de riesgo (compras descontroladas, actividad sexual, uso abusivo de substancias o inversiones económicas).

Por otro lado, relata un episodio depresivo importante un año atrás que nos ayuda a hacer el diagnóstico probable. Cualquiera de los dos polos puede necesitar de una internación hospitalaria para estabilizar el cuadro y cuidar del paciente.

Bipolaridad tipo II

En la bipolaridad tipo 2, el cuadro hipomaníaco es parecido al de la manía, pero con menor intensidad, y normalmente no es necesaria la internación para controlar los síntomas. Pero las mudanzas son claramente identificadas como diferentes al día a día normal de la persona.

En la fase maníaca hay veces que los síntomas pueden ser tan graves que el paciente puede llegar a tener un cuadro psicótico asociado. Por ejemplo, tener ideas delirantes de que lo están persiguiendo, o alucinaciones auditivas, donde escucha voces que le ordenan lo que debe hacer o le dicen cosas irritantes constantemente.

Es muy fácil que esta enfermedad llegue a destruir familias, causando divorcio por traición, violencia, o colocando a los familiares en situaciones sociales complejas.

Destruye empresas o las crea rápidamente con ideas increíbles que no puede sustentar. Si el cambio de humor para el polo depresivo lo sorprende a mitad de camino, puede traerle enfermedades de trasmisión sexual, o fomentar el abuso y hasta dependencia de substancias como el alcohol, tabaco, cocaína, entre otros.

Siempre es mucho más difícil que el paciente busque ayuda o acepte un tratamiento cuando está en la fase maníaca o hipomaníaca, porque se siente realmente muy bien; sin embargo, los que sufren son los familiares o personas próximas. Y es muy frecuente que la ayuda sea requerida en la fase depresiva, que puede tener hasta ideas o tentativas suicidas. El paciente se siente realmente mal, y busca ayuda médica rápidamente.

La frustración por el cambio de polo “sin causa aparente” genera mucho desánimo, frustración y hasta una necesidad casi obsesiva de mantenerse en el polo más alegre y productivo. Lo que hace que no adhiera bien al tratamiento, parando de tomar los remedios, o tomando solo los que no lo dejan para abajo. La inestabilidad del humor se acentúa, y el ciclo se repite.

Hay algunas personas que sufren esos cambios de polaridad en períodos muy prolongados y, muchas veces, eso dificulta hacer un diagnóstico correcto, y el tratamiento muchas veces comienza siendo poco efectivo.

Otros sufren estos cambios de una manera muy rápida, aconteciendo hasta varias veces en el mismo día, o en el transcurso de pocos días; lo que facilita mucho el diagnóstico y la implementación del tratamiento.

Terapia y medicación

Hablando de tratamiento dependiendo de la gravedad, puede ser a base de medicación estabilizadora de humor, y/o con terapia psicológica.

En mi experiencia, y en la de muchos colegas, combinar las dos estrategias terapéuticas (terapia y medicación) genera un resultado mucho mejor, llegando a estabilizar el cuadro en menos tiempo. El gran estabilizador farmacológico es el litio, pero también tenemos otros medicamentos que también actúan como estabilizadores; entre ellos: la quetiapina, el ácido valproico y la lamotrigina. Todos ellos requieren de indicación y control médico psiquiátrico.

Adicionado a esta combinación y entendiendo que el ser humano es un ser complejo, es muy importante cuidar de otras áreas como una alimentación saludable, mantener principios morales y espirituales adecuados, cuidar del sueño y mantener una actividad física adecuada, entre otros.

Teniendo estos conceptos que intenté resumir y ejemplificar, les dejo algunos consejos prácticos:

  1. No se enojen con la persona antes de entender que puede ser la enfermedad la que está comandando su accionar, sus pensamientos y sus palabras.
  2. En la duda, consulte un especialista del área de salud mental para poder tener una guía de lo que se necesita hacer y entender.
  3. Entiendo que la fase eufórica es fenomenal, pero también ella precisa ser controlada, no se resista al tratamiento, es por su bien.
  4. Algunas medicaciones usadas para los cuadros maníacos dan sueño, no se asuste. Muchas veces es necesario que el paciente disminuya la actividad para protegerlo.
  5. Comience a analizar sus acciones y entienda que puede estar fuera de lo esperado, como normal; entonces háblelo, pregunte si es solo una impresión suya, pida ayuda.
  6. La bipolaridad es una enfermedad, ¡no es falta de fe! De hecho, su fe en Dios lo va a ayudar mucho en el tratamiento y también ayudará a sus familiares a entenderlo mejor y ayudarlo.
  7. Si está en un polo, entienda que puede que el otro polo aparezca a la brevedad, compréndalo, y pida ayuda.
  8. Esta enfermedad tiene tratamiento, no pierda la esperanza.

El doctor Pablo Daniel Canalis es médico especialista en psiquiatría por la Universidad Maimonides, de Buenos Aires y posgraduado en Medicina Familiar y Comunitaria por la Universidad Federal de San Pablo, Brasil.