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Una puerta abierta

La visita inesperada de un colportor cambió la vida de una pareja que quería aprender más sobre la Biblia.


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Barroso (centro) entre la pareja que conoció más sobre Cristo a partir de la venta de libros (Foto: Gustavo Leighton).

Era el final de la tarde en la ciudad de Villa Dolores, en Córdoba, en Argentina, cuando el empleado público Walter Manzano percibió que alguien golpeaba las manos en frente de su casa. Al salir, se encontró con un hombre que no conocía, pero que le decía que tenía algo para ofrecerle. La conversación iniciada en el portón se trasladó al interior de la residencia, donde estaba Alejandra, la esposa.

Ese martes, decidieron escuchar lo que el desconocido tenía para compartir. El señor de mediana edad comenzó a sacar ejemplares de libros de una maleta y, luego, explicó la propuesta de cada uno de ellos. El primero era sobre salud. Atentos, escucharon las estadísticas de las enfermedades que actualmente afectan a millones de personas en todo el mundo, como la depresión. “Eso tuvo un impacto muy grande en nosotros porque tenemos ese tipo de enfermedad en nuestras familias”, resalta Manzano.

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Para ese entonces, la pareja ya venía cambiando su estilo de vida y estaba buscando nueva información, y esto despertó su interés por las páginas que el hombre les mostraba.

Casados por dos años, tenían en una de las paredes de su vivienda un cuadro que revelaba su creencia en Dios, lo que captó la atención del visitante. Considerando que era propicio, el hombre les presentó obras de naturaleza religiosa, lo que fue suficiente para que la conversación fuese direccionada hacia ese tema, ampliamente discutido hasta el inicio de la noche. Al despedirse, una colección de libros quedó en posesión de los jóvenes.

Un ministerio, una misión

Aquel no había sido un día fácil para Héctor Barroso, de 55 años. Antes de llegar a la casa de Walter y Alejandra en aquella tarde calurosa, había visitado a otras cuatro familias, pero sin obtener el éxito que esperaba. Desde que dejó de pintar casas para ser un colportor evangélico, hace 14 años, ha garantizado el sustento de su esposa y de sus hijos. En la actualidad se dedica a llevar un cambio de vida físico, mental y espiritual impreso en papel por los lugares en los que pasa.

Luego de abrazar este ministerio, y no una profesión, como lo resalta, ya cambió de domicilio 17 veces. Con una sonrisa, garantiza que al analizar los beneficios que comparte con las personas con quien se encuentra, eso es solo un detalle.

Pero aquel primer contacto con la pareja dejó una puerta abierta. Pasados 15 días, Barroso visitó a un vecino que vivía frente a la casa de los Manzano. Al salir de allí, vio que la pareja estaba en el patio, y los saludó. Se inició una nueva conversación, hasta que llegaron al tema de las profecías bíblicas, que visiblemente atraía a Walter. “Él tenía mucha curiosidad”, recuerda el colportor, quien decidió ofrecer un estudio bíblico sobre Apocalipsis.

Aunque eran miembros de una denominación religiosa, aceptaron continuar para entender sobre los temas que desconocían. “Los estudios fueron sorprendentes”, afirma el esposo en relación a la simbología encontrada en el último libro de la Biblia. “Muchas de estas cosas fueron moldeando nuestra vida. El sábado fue el tema que más nos impactó”.

El impacto fue tal que percibieron que era necesario cambiar de rutina: dejar de trabajar, de hacer las compras para la casa y dejar las actividades deportivas que realizaban durante ese día. ¿Una tarea fácil? De ninguna manera. De la misma forma, al aprender sobre conceptos que chocaban con lo que conocían, tuvieron reflexiones para su vida diaria.

“Yo no estaba tranquilo. A veces, no lograba dormir, pensando en los estudios”, subraya Manzano.

Siendo preguntón, no estaba convencido desde el inicio. Incluso consultaba en Internet e investigaba en libros para entender más. Algunos de los temas, después de presentados por Barroso, generaban conflictos y desacuerdos entre la pareja.

Base bíblica

Y fue la consistencia de los hechos y argumentos sustentados por la Iglesia Adventista lo que los llevó a dar un paso en dirección al cambio: el bautismo, que tuvo lugar durante el II Concilio Sudamericano de Colportores Evangélicos, realizado en Foz do Iguaçu, interior de Paraná. La demostración pública fue una manera de mostrar a los más de 2.400 participantes los resultados que pueden generarse a partir de los libros.

Lo que quieren, ahora, es trabajar para que otras personas también conozcan el mismo mensaje. Es por eso que están involucrados en la visitación de personas en la cárcel y planean trabajar con jóvenes, para que también tengan una comunión íntima con Dios. Hoy, sus vidas dan testimonio. “Nuestros familiares y amigos notaron la diferencia y les contamos por qué decidimos cambiar”, resalta Alejandra.

Héctor, el colportor que no desistió de golpear las manos en una puerta que se encontraba cerrada, quiere seguir haciendo lo que ya es parte de su rutina: dar estudios bíblicos a sus clientes. Walter y su esposa entraron a la lista de personas a las que él presentó a Cristo, ya sea por primera vez o de forma profunda, como la Biblia lo presenta. Con la decisión de la pareja, él calcula que 51 personas ya fueron bautizadas luego de recibirlo a él y a su esposa, que siempre lo acompaña, para aprender más sobre los contenidos bíblicos. Su deseo, dice, es el mismo que cuando cambió los pinceles por los libros: “Quiero salvar a una persona más”.