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Jóvenes invaden Montevideo y la convierten en tierra de esperanza

Jóvenes invaden Montevideo y la convierten en tierra de esperanza

"Para mí ser un voluntario es retribuirle a Dios un poco de todo lo que él nos da", dijo uno de los jóvenes que participó del proyecto.


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Los jóvenes Caleb también participaron de algunas acciones del proyecto Rompiendo el Silencio en Uruguay.

Montevideo, Uruguay… [ASN] Pablo Ale, pastor y redactor de la Asociación Casa Editora Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuenta su experiencia como voluntario en el proyecto Misión Caleb; que se concentró en la ciudad de Montevideo, Uruguay.

Ale compartió su experiencia junto a otros jóvenes adventistas de Sudamérica, que fueron a reforzar el trabajo de los misioneros voluntarios del proyecto Un Año en Misión; los cuales trabajaron por seis meses en ese país.

Testimonio

Es viernes 1ª de agosto. Llovizna levemente. Estoy en la intersección de las calles Santiago Sierra y General Flores, barrio de Cerrito, Montevideo. Junto a jóvenes Calebs provenientes de Argentina sostenemos un pasacalle de la FM 101.3, Radio Nuevo Tiempo de Uruguay y repartimos a los conductores libros La única esperanza cuando detienen su marcha debido al semáforo. Cuando la luz se pone en rojo, ellos reciben un material que puede ponerle luz verde a las soluciones de sus problemas.

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Por allí pasa Gabriel, un vendedor de remolques para autos de 53 años y un oyente de la radio Nuevo Tiempo, que reconoce el número de la sintonía que siempre escucha. “Encontré la radio de casualidad y me gustó cómo hablaban y lo que decían. Soy cristiano y creo en Dios, pero no voy a ninguna iglesia. Ahora estoy pasando por momentos difíciles pero no bajo los brazos. Escuchar la radio me ayuda a seguir luchando y a seguir para adelante. Yo sé que Dios tiene algo para mí.

Al principio, Gabriel no quiere aceptar el libro misionero. “Ya lo tengo y lo leí”, dice, mientras me empieza a contar varias de sus historias. Luego, se lo lleva para regalar.

Esto es solo una pequeña muestra del poder y el alcance de un medio de comunicación que la Iglesia utiliza para esparcir el evangelio. Esto, es solo una pequeña muestra del poder del trabajo integrado entre los jóvenes Calebs y las demás áreas de la iglesia. Esto es solo un pequeño testimonio de los muchos que se pudieron recolectar entre el 26 de julio y el 2 de agosto. En estos días, todos los líderes de Jóvenes de las uniones de la División Sudamericana (DSA) predicando en 18 diferentes centros de la capital uruguaya. Cientos de personas asistieron y como resultados hubo casi 80 bautismos en la semana.

“Vinieron 199 Calebs de todos los países de Sudamérica. Y a esto se suman 164 de Uruguay. Son más de 350 jóvenes con disposición para trabajar. No solo difundieron la radio. También repartieron libros, predicaron en los colectivos, donaron sangre, hicieron una campaña contra la violencia familiar, dieron abrazos gratis y obtuvieron estudios bíblicos”, destacó el pastor Arelí Barbosa, director del Ministerio Joven para ocho países de la Iglesia Adventista en Sudamérica.

Infórmese en imágenes

“Ser un Caleb es algo precioso por la disposición que tienen los jóvenes y el impacto que logran en la iglesia y en la sociedad. Esto es maravilloso. Son misioneros que vinieron de todos los países para hacer una diferencia. Aplaudo el espíritu que tienen para salir y ayudar”, remarcó.

Ese es el espíritu de Mariela Alvarado (26 años, estudiante de Derecho, proveniente de Lima, Perú). “Me motivó a venir aquí lo que había experimentado en mi país. Es increíble, porque no solamente ganas almas para Cristo, sino que tu vida se fortalece. Participé ya de cinco proyectos Misión Calebs en Perú y en todos aprendí y me llevé cosas buenas”, afirma esta joven adventista. “Debemos apoyar estos proyectos y ser misioneros, renunciar a uno mismo para servir y terminar de predicar el evangelio”.

Pero este gran evento no solo convocó a Jóvenes Adventistas. Frente a la terminal de Tres Cruces, y en medio de un gran acto contra la violencia familiar (llevado a cabo en el marco de Misión Caleb), se encuentra Mario (23 años, ingeniero industrial y oriundo de Cuernavaca, México). Lleva consigo una pancarta. “Me sentí muy bien, repartimos libros y DVDs y folletos. Para mí ser un voluntario es retribuirle a Dios un poco de todo lo que él nos da. Me voy a México más feliz. Yo podía estar de vacaciones en Brasil, pero decidí venir aquí. Y no me arrepiento. A veces, uno piensa que las vacaciones son para disfrutar, no para servir. Pero se puede disfrutar sirviendo, como lo estoy haciendo ahora”.

Tal vez, este testimonio no sería raro sino fuera porque Mario no es un joven adventista. “Fui de vacaciones a Brasil y unos parientes me invitaron a venir. Yo creo en Dios pero no voy a ninguna iglesia. Estoy aquí porque me parece buena la idea de motivar a la gente de hacer un cambio en su vida”, compartió.

Es domingo 3 de agosto. El sol, ausente en los días anteriores, apenas se asoma en Montevideo. Tal vez, es una pequeña metáfora de los cambios que empezarán a surgir en todas las personas impactadas por los Jóvenes Adventistas en esta ciudad. [Equipo ASN, Redacción ACES]