Sede sudamericana adventista completa 100 años
Enfoque en la misión es lo que ha impulsado el trabajo en ocho países desde 1916.
Brasilia, DF… [ASN] Él quería contratar SKY, una TV por suscripción para asistir los juegos de futbol. Ella no. Tenía miedo de que los programas de otros canales influenciaran en sus hijos. Después de mucha conversación, y de pesar los pro y contra, llegaron a un acuerdo y optaron por un paquete de la empresa. Lo que ellos no sabían era que esa decisión cambiaría sus vidas.
Gleyscler Belussi es abogada y vive en la ciudad de Comodoro, en el interior de Mato Grosso, Brasil. Frecuentó una denominación religiosa durante 30 años, pero con el tiempo fue perdiendo el interés. “Yo no tenía más alimento espiritual en mi iglesia”, afirmó. Un día, al hacer zaping por los canales de la TV contratada se detuvo en el número 14, el de Novo Tempo. “Estaban pasando un programa llamado Anjos da Esperança. Pensé que sería de una iglesia más para pedir dinero y cambié a otra emisora, recuerda.
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Durante algunos días quedó intrigada sobre qué canal era aquél. Conocía los de varias denominaciones, pero nunca había visto ese contenido. Decidió mirar otra vez. En ese momento estaba en el aire el programa Arena do Futuro, con el pastor Luís Gonçalves. “Vi que el asunto eran las profecía, pero me decepcioné cuando supe que era una TV de la Iglesia Adventista”, relata. Gleice, como se la conoce, creció escuchando que la Iglesia Adventista era una secta. Pero el contenido la impresionó.
Así, ella comenzó a acompañar la emisora y aprender más sobre la Biblia. Y recordó que su amiga de mucho tiempo, la profesora Ivonete Piovenzan, era adventista y daba estudios bíblicos. “Ella me buscó y dijo que quería que le enseñara”, cuenta Ivonete, quien comenzó a ayudar a otras personas a comprender el contenido del libro sagrado del cristianismo hace una año y medio. Ya en el primer encuentro, Gleice trajo a otra abogada para que también aprenda.
Uno de los resultados de haber permitido que el esposo contratara la TV fue su bautismo en la tarde de este sábado 7 de noviembre, durante los festejos del centenario del establecimiento de la División Sudamericana, sede de la Iglesia Adventista para ocho países de América del Sur. El programa que se realizó en Brasilia reunió a más de 120 administradores de todo el territorio, que estuvieron en la ciudad para participar del Concilio Quinquenal, un encuentro que se hace cada cinco años.
Un mensaje de esperanza
Fue el empeño de misioneros lo que hizo que el mensaje adventista llegara al continente sudamericano al final de la segunda mitad del siglo XIX y, como consecuencia, a Gleice. El primer templo adventista fue establecido en Crespo, Entre Ríos (Argentina), el año 1894, después de la conversión de las primeras familias de la región.
Una de ellas fue la de Reinhardt Hetze, quien había conocido sobre la Iglesia Adventista en Europa, pero que no había aceptado sus enseñanzas. Sin embargo, en enero de 1890, en Argentina, hizo amistad con Jorge Riffel, un adventista que le contó sobre su fe. Después de estudiar la Biblia, al día siguiente, Hetze guardó el sábado y participó de la primera Escuela Sabática en territorio Sudamericano. Posteriormente él sería el primer adventista convertido en América del Sur.
Durante la mañana de este sábado, 7 de noviembre, la traductora Gretel Fontana fue homenajeada durante el programa del centenario. Ella es la tataranieta de Hetze y es parte de la quinta generación de adventistas de su familia. Gretel creció escuchando la historia de los pioneros, y hoy trabaja en la sede sudamericana adventista, justamente en el departamento de secretaría, responsable por el registro de los miembros.
Ella tiene la seguridad de que Dios, por medio de su familia, guio a muchas otras personas para que conocieran el mensaje de esperanza escrito en las páginas de la Biblia. “Ellos fueron los primeros en convertir a sus vecinos. Me gusta ver como la Iglesia creció y se organizó a lo largo de los años, destaca.
Centenario de historias
Por tratarse de una denominación mundial, la Iglesia Adventista posee algunos niveles administrativos, lo que facilita la coordinación de todo el trabajo. Como explica Roberto Gullón en la página 20 de su libro Una Semilla de Esperanza, producido especialmente para el centenario: “Las partes constitutivas de esa estructura, son: la asociación de los miembros individuales de un barrio o una zona que se congregan para adorar juntos, llamada Iglesia local; asociación de las iglesias locales de una o más provincias, llamada Asociación; asociación de Asociaciones de un territorio mayor, llamada Unión; la asociación de las Uniones de todo el mundo, llamada Asociación General”.
Posteriormente, se decidió reorganizar la estructura y administración de la Iglesia a nivel mundial creándose secciones eclesiásticas de grandes regiones, denominadas “Divisiones”. La División Sudamericana fue organizada el 6 de febrero de 1916, en una reunión celebrada en La Plata, Buenos Aires, Argentina. En aquel período eran cerca de cinco mil adventistas en todos los ocho países. Hoy, 100 años después, son 2 millones 230 mil miembros registrados.
“Cuando miramos lo que la Iglesia era y lo que la Iglesia es vemos que en esos 100 años no solo recibimos bendiciones sino que sucedieron milagros. Cuando vemos que la Iglesia en esos 100 años creció 10 veces más que la población, eso no es normal. Lo normal sería que estuviéramos acompañando el crecimiento de nuestra propia geografía” constata el pastor Erton Köhler, presidente de la Iglesia Adventista para ocho países sudamericanos. “Yo veo que Dios miró con cariño a toda América del Sur, bendijo este continente e hizo muchos milagros. Y lo más lindo es que los milagros del pasado continúan repitiéndose en el presente”.
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La primera sede de la División Sudamericana fue establecida en Argentina. En el año 1951, por cuestiones económicas y políticas que asolaron ese país, la institución fue trasladada a Uruguay. Por las mismas razones de inestabilidad en el territorio uruguayo, en 1976 las oficinas cambiaron de dirección y llegaron a Brasilia, la nueva capital de Brasil, donde está ubicada en la actualidad.
A partir de 1980, el pastor João Wolff fue el segundo sudamericano en liderar la División. Él permaneció en el cargo hasta 1995 y hoy es el único de los expresidentes con vida. Él se emocionó al hablar sobre el trabajo desarrollado no solo en su gestión, cuando el gran énfasis estaba en el evangelismo. “En ese período se fundaron muchos templos nuevos como resultado del trabajo de centenares de personas, incluyendo los que dirigían ese departamento. Hoy, me siento cada día más feliz al ver la forma como Dios ha conducido su iglesia rumbo al cumplimiento de esa misión”, afirmó durante la entrevista en la ceremonia del centenario de la sede adventista, cuando fue homenajeado.
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Desde el viernes 6 de noviembre hasta el sábado 7, los directores de cada departamento presentaron una visión general de los énfasis de lo que cada uno de esos ministerios realizó en los últimos 100 años. Los resultados no fueron mensurados solo por el número de personas que conocieron la Iglesia en ese período, sino especialmente por historias de quien aceptó el mensaje que llegó al continente en la década de 1880. Sin embargo, en cada informe, por lo menos una persona fue bautizada durante el programa.
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El presidente mundial de la Iglesia Adventista Ted N. C. Wilson estuvo presente y acompañó todo el evento. Destacó varias veces no solo la contribución de América del Sur a la misión mundial, sino especialmente el compromiso de cada miembro con esta causa. “Es fascinante ver como la División Sudamericana, con su gran energía y foco en la misión, está ahora más allá de sus fronteras y está enviando misioneros a otras partes del mundo y participando de las actividades mundiales de la Iglesia como nunca antes”, destaca al recordar el envío de 25 familias sudamericanas para servir en otros países, como sucedió en este continente en el inicio con la llegada del mensaje adventista.
“Eso me habla de la intensa conexión personal con el Señor por parte de millones de adventistas del séptimo día en América del Sur. Alabo a Dios por la forma como ustedes han usado a esos miembros, no solo de forma grandiosa, sino de pequeñas formas para tocar el corazón de vecinos y amigos al contarles que Jesús está haciendo algo por ellos”, se alegra el pastor Wilson.
Escuche la entrevista completa en (inglés)
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Memoria adventista
Y para mantener viva la historia que fue construida a lo largo de estos 100 años, la División Sudamericana lanzó en la tarde de este sábado el libro Una Semilla de Esperanza, escrito por el pastor Roberto Gullón quien sirvió a la Iglesia durante 46 años. Con nueve capítulos y 212 páginas, la obra ilustrada rescata el trabajo de pioneros y trae un perfil de los líderes que estuvieron al frente de la institución a lo largo de ese período.
Al hojearlo, Gullón identifica que lo que más le llamó la atención fue el compromiso de los pioneros y la seguridad que tenían de que Cristo volvería. “Ellos no pensaban en volver a América del Norte”, explica al resaltar el compromiso que tenían con la misión. “Jesús no vino todavía, pero un día volverá”, se emociona Gullón.
Él recalca que el libro registra el sacrificio de los hombres y mujeres para que otras personas conocieran las verdades que se encuentran en la Biblia. “Muchos de ellos se sustentaban solos. No sabían de dónde vendría la comida para la noche, pero allí estaban haciendo su trabajo sin saber lo que sucedería, sin desanimarse”, describe.
Escuche la entrevista completa (en español):
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Aunque su bautismo se realizó este sábado, la abogada Gleyscler Belussi ya está involucrada en la misión de contar a otras personas lo que descubrió, así como los primeros misioneros y adventistas que florecieron en la década de 1890. Con otras tres amigas, incluyendo a la profesora Ivonete Piovezan, ella ya está estudiando la Biblia con ocho familias. “Quedé tan ansiosa con todo lo que descubrí que quería que todo el mundo lo supiera”, explica.
“Como Iglesia en América del Sur nosotros resumimos todo lo que entendemos que debe ser hecho en tres palabras: comunión, relacionamiento y misión. Si nosotros vivimos esa calidad de vida, no tardaremos otros 100 años aquí en esta tierra”, complementa el pastor Erton Köhler. [Equipo ASN, Jefferson Paradello]