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El bautismo de una niña cambió ocho vidas

Yana Stoyka se asombra de lo que hizo el Espíritu Santo con su bautismo.


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Yana Stoyka, de 14 años, a la izquierda, de pie en el aula de la escuela con su hermana menor, Esther, en Praga, República Checa. (Andrew McChesney / Adventist Mission)

De niña, Yana Stoyka quería ser bautizada. Pero sus padres dijeron que era demasiado tierna, así que dejó de lado la idea por un tiempo.

Cuando tenía 13 años, de repente recordó su anhelo de ser bautizada. Ella no solo recordaba la idea. Un deseo fuerte e irresistible la llenó.

"¡Quiero ser bautizada!", se dijo a sí misma.

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Yana comenzó a tomar una clase bautismal de seis meses en la iglesia adventista de habla rusa a la que asistía su familia en Praga, la capital de la República Checa. Con entusiasmo le contó a sus familiares y amigos sobre sus planes de entregar su corazón a Jesús.

Olga, su hermana adoptiva de 21 años en Ucrania, escuchó la noticia y anunció: “¡Yo también quiero ser bautizada!” Olga comenzó a tomar clases bautismales en Ucrania e hizo planes para viajar a Praga para ser bautizada el mismo sábado, como Yana.

Yana se emocionó cuando sus padres dijeron que Olga quería ser bautizada. Su decisión de ser bautizada también había animado a Olga a ser bautizada. Un bautismo se convertiría en dos bautismos.

A medida que se acercaba el día del bautismo, Yana invitó a familiares y amigos a presenciar la ceremonia en la iglesia. También invitó a sus 17 compañeros de noveno grado de la única escuela adventista de Praga.

"Estoy muy emocionada por ser bautizada", comentó Yana. "Esta es una gran celebración, y me encantaría que viniesen".

La directora de la escuela se impresionó con el rostro de Yana mientras hablaba con sus compañeros de clase, muchos de los cuales pertenecen a otras denominaciones cristianas o no asisten a la iglesia en absoluto. La cara de Yana brillaba de alegría.

Finalmente llegó el gran sábado, 22 de septiembre de 2018. Familiares y amigos se reunieron en la iglesia para ver a Yana y Olga bautizarse.

Yana estaba tan feliz. Cuando salió del agua, sintió una sensación de libertad. Su sueño se había hecho realidad. Finalmente, ella había sido bautizada.

El pastor preguntó a los que miraban quiénes querían ser bautizados la próxima vez. La hermana menor de Yana, Esther, se puso inmediatamente de pie y corrió hacia el frente de la iglesia. Dos chicas adolescentes se unieron a ella.

Yana estaba emocionada. Su decisión de ser bautizada no solo alentó a Olga a bautizarse, sino que también llevó a otras tres niñas a pedir clases especiales para prepararse para el bautismo.

Ocho de los compañeros de clase de Yana vieron el bautismo, y se sorprendieron.

"Estoy en shock", comentó una niña. "Nunca he visto algo como esto antes".

Tres de esos compañeros, dos niñas y un niño, decidieron que también querían ser bautizados. Comenzaron a tomar clases bautismales.

Yana estaba emocionada. Su decisión de ser bautizada no solo alentó a Olga a bautizarse y llevó a otras tres niñas a pedir clases de bautismo. Si no que también había provocado que tres de sus compañeros de clase también tomaran clases bautismales.

Yana tiene una hermana mayor llamada Diana, que tiene 21 años y es estudiante universitaria en Ucrania. Diana viajó a Praga para ver el bautismo.

Después ella dijo: "Sabes, yo también quería ser bautizada".

Un mes después, Diana fue bautizada en Ucrania.

¿Cuál es el poder de un bautismo?

El Espíritu Santo usó la decisión de Yana de bautizarse para tocar los corazones de otras ocho personas. Dos de ellas, Olga y Diana, ya se han bautizado y otros seis se están preparando para el bautismo.

“Después de bautizarme, otras personas también querían ser bautizadas”, dijo Yana. "¡Alabado sea el Señor!"