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La Iglesia Adventista del Séptimo Día cumple 125 años en Argentina y Sudamérica

La esperanza se fortalece y se transmite a través de la fe, la familia, la educación, la salud y el servicio. Hoy, la Iglesia Adventista continúa siendo una iglesia de brazos abiertos.


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A la derecha se encuentra el pastor Darío Caviglione, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Argentina. A la izquierda, está Sofía Milena Hetze de 10 años, descendiente de 6° generación de Reinhard Hetze, uno de los pioneros. La bautiza el Pr. David Valenzuela, abuelo de Sofía. (Foto: Jona Figueroa).

El 9 de septiembre de 1894, el pastor Westphal organizó la primera Iglesia Adventista del Séptimo Día en Crespo, provincia de Entre Ríos, Argentina. A partir de ese momento, el mensaje se diseminó progresivamente en toda Sudamérica. Hoy, 125 años después, el mensaje de salvación impartido por la Palabra de Dios continúa siendo la base fundamental de los Adventistas.

El  sábado 7 de septiembre en la localidad de Crespo, más de 700 personas estuvieron presentes en una programación especial. Estuvieron, además, administradores y líderes de la Asociación Argentina Central, quienes organizaron la celebración junto a la iglesia de Crespo Campo. Hubo un bautismo con dos descendientes de pioneros y el Impacto Esperanza en toda la ciudad de Crespo distribuyendo el libro "Esperanza para la Familia".

El pastor Darío Caviglione, presidente de la Iglesia Adventista en Argentina declaró: “Fue una fiesta; un anticipo de lo que será la Semana de Evangelismo del 125 Aniversario, en más de 1000 iglesias con más de 1000 predicadores y donde esperamos tener más de 1250 ceremonias bautismales”.

Con una clara misión de hacer discípulos a todas las naciones, la Iglesia sigue comunicando el evangelio en el contexto del mensaje de los tres ángeles basado en la Biblia en el libro de Apocalipsis 14:6-12, invitando a cada uno a aceptar a Jesús como su Salvador personal.

El pastor Darío Caviglione destaca que “lo más lindo de estos 125 años es poder conmemorar cómo y con qué espíritu comenzó la Iglesia. Y ver cómo Dios guió a su Iglesia hasta cumplir esta edad”.

La historia y los pioneros

Los pioneros fueron personas que dieron su vida por compartir el mensaje de Dios al mundo. El año 1890 marca la llegada de los Adventistas del Séptimo Día a Sudamérica. Durante ese período, el mensaje Adventista se esparció por medio de misioneros que habían venido de Norteamérica. Entre ellos, se destacaron Jorge y María Riffel, quienes aceptaron el mensaje  en 1888 en Estados Unidos. Convencidos de que debían compartir su nueva fe con los amigos de Argentina, los Riffel convencieron a tres familias alemanas para que se mudaran con ellos a la provincia de Entre Ríos, en el año 1890.

El 10 de diciembre de 1891, llegaron los primeros misioneros Elwin W. Snyder, Albert B. Stauffer y Clair A. Nowling, quienes dieron inicio al programa de distribución de literatura en este continente y promovieron de manera significativa el avance del mensaje Adventista en la región. El interés creció y se esparció por los demás países de Sudamérica, y debido a que las necesidades aumentaban, Jorge Riffel pidió a los líderes de la Asociación General (EEUU) que enviaran un pastor a Argentina. De esa manera, Frank H. Westphal llegó con su familia para trabajar en nuestro país.

El líder de Argentina reflexiona sobre los pioneros destacando que “fueron hombres y mujeres que uno tiene que mirar y admirar porque dejaron huellas, fueron ejemplo en entrega, sacrifico y compromiso. Muchos pioneros tuvieron que abandonar sus lugares y renunciar a privilegios podrían haber tenido. Se arriesgaron a desafíos osados, valientes, confiando en el Señor. Nosotros como Iglesia tenemos admiración por ellos y por eso es bueno recordarlos”.

En la actualidad

La Iglesia Adventista coloca un énfasis especial en servir, sanar, educar y seguir compartiendo esperanza en todo el país.

A través de ADRA, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales, el proyecto Vida por vidas y Acción Solidaria Adventista, la comunidad tiene los brazos abiertos para ayudar y acompañar a quienes más lo necesitan de diversas maneras, ya que el servicio es uno de los ejes principales de su misión.

Además, la Iglesia Adventista del Séptimo Día promueve, desde sus comienzos, una filosofía de salud basada en principios bíblicos y en el concepto de que el ser humano fue creado por Dios. A través de un estilo de vida saludable basado en 8 remedios naturales: el aire puro, el sol, la temperancia, el descanso, el ejercicio, el agua, la alimentación y la confianza en Dios. Esto se da a través de capacitación a la comunidad, instituciones médicas, los Centros Adventistas de Vida Sana y las fábricas de alimentos saludables.

La Educación es otro de los pilares fundamentales de la Iglesia. El objetivo es promover el desarrollo equilibrado de la persona como un todo: espiritual, intelectual, físico y social. Las instituciones educativas fomentan valores y principios fundados en la Biblia, y buscan mantener la excelencia académica en todas las actividades de enseñanza y aprendizaje.

Y sin dudas, la esperanza es parte del ADN de los Adventistas. El pronto regreso de Jesús a la tierra y la restauración final, son parte de sus creencias fundamentales y constituyen la razón de ser de todo lo que hacen. La esperanza se fortalece y se transmite a través de la fe, la familia, la educación, la salud y el servicio. La Iglesia Adventista del Séptimo Día cumple 125 años y continúa siendo una iglesia de brazos abiertos.

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