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Ayuda para vencer la ansiedad

Ante la desesperación, ¡tenemos esperanza! Hay mucho que hacer para derrotar la ansiedad que parece ser tan natural en nosotros.


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Cambiar hábitos alimenticios, aumentando consumo de agua, verduras, frutas, legumbres y frutos secos. Todo esto ayuda en la regulación bioquímica que combate la ansiedad. (Imagen: Shutterstock)

Sin duda alguna, los acontecimientos actuales son muy inquietantes para la mayoría de las personas, ya que generan preocupación por el bienestar propio y el de los más cercanos. Éstos producen inseguridad en aspectos como la economía, la educación en el caso de los que estudian, la salud y el trabajo, entre otros. Por lo tanto, resulta fácil entender que sin importar la raza, sexo, edad u otras variables, casi todos se han sentido temerosos y por tanto ansiosos, por lo que pueda ocurrir en la actualidad o en el futuro. Todo esto nos hace sentir vulnerables, aumentando sobremanera los trastornos emocionales como la ansiedad.

Pero ¿qué es la ansiedad? La ansiedad es un estado emocional complejo y displacentero, en donde se aprecian pensamientos de peligro, sensaciones de aprensión, miedo, con correlatos fisiológicos como aumento del ritmo cardiaco, sudoración, mareos, falta de atención y concentración, entre otros síntomas, pero que muchas veces no se asocian a una causa determinada, por lo que se hace más difícil su diagnóstico. Si la ansiedad persiste por mucho tiempo, se corre el riesgo de llegar a lo que se conoce como trastornos ansiosos, los cuales pueden complicar en forma desmesurada la vida de quien los padece, por lo que consultar a un especialista es indispensable.

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En la creación, Adán y Eva tenían una estrecha relación con su Creador, conversando a diario con él en el hermoso jardín del Edén en compañía de amigables animales y también de la presencia de ángeles que les enseñaban y hablaban del amor de Dios. No había temor, ansiedad, estrés, ni nada que complicara la vida de la feliz pareja, hasta que la entrada del pecado cambió la situación. “Luego oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Pero Jehová Dios llamó al hombre, y le preguntó: - ¿Dónde estás? El respondió: - Oí tu voz en el huerto y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me escondí”. (Genesis 3: 8-10)

Qué triste saber que debido a la mala decisión de Adán y Eva cambió completamente el escenario, no solo para ellos, sino para todos los que hemos venido después. Aparentemente es difícil cambiar la forma en que enfrentamos el acontecer actual, puesto que parece que la ansiedad, el temor y la preocupación, son respuestas casi inmediatas y naturales del ser humano ante situaciones que parecen peligrosas o que nos hacen temer la pérdida de lo que amamos.

“Nos dejamos invadir por muchas preocupaciones prestadas, abrigamos muchos temores y expresamos tal peso de ansiedad, que cualquiera podría suponer que no tenemos un Salvador compasivo y misericordioso dispuesto a oír todas nuestras peticiones y a ser nuestro auxilio presente, constante, en todo tiempo de necesidad”. Camino a Cristo, 104.

Pero ante la desesperanza, ¡tenemos esperanza! Hay mucho que hacer para derrotar la ansiedad que parece ser tan natural en nosotros. Por ejemplo:

  • Cambiar hábitos alimenticios, aumentando consumo de agua, verduras, frutas, legumbres y frutos secos. Todo esto ayuda en la regulación bioquímica que combate la ansiedad.
  • Incorporar ejercicios físicos a lo menos 3 veces a la semana. En estos tiempos de pandemia se puede hacer ejercicios aeróbicos en pequeños espacios de la casa, guiándonos por videos de YouTube.
  • Concentrarse en las soluciones, no en los problemas. Ejercitar el cambio de pensamientos negativos por positivos, los cuales están en la base de casi todo problema emocional.

En conclusión, tenemos aparentemente evidencias más que suficientes para pensar que no podemos hacer nada ante la ansiedad tan recurrente en la vida moderna, pero también tenemos evidencia en nuestras propias vidas de las bendiciones que hemos recibido de parte de Dios. No olvidemos que es Dios quién buscó a Adán y Eva después de pecar, de la misma manera que nos busca constantemente a nosotros para sacarnos de toda situación que nos parezca amenazante. Es el mismo Jesús quien dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Sobre la autora: Laure Orge Espínola es licenciada en psicología por la Universidad de Tarapacá. Actualmente está cursando una maestría en psicología con mención en psicología educativa, en la Universidad Adventista de Chile