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Profecía contra Siria no se aplica al escenario actual

La sentencia fue ejecutada en el 732 a.C. esclarece la Biblia.


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La redacción

Desde 2011, cuando la guerra tuvo su inicio, más de 5 millones de personas abandonaron el país (Foto: Shutterstock).

La guerra en Siria, que ya dejó un saldo de más de 500 mil muertos, según un informe divulgado por el Centro Sirio de Investigaciones Políticas, comenzó un debate fuera de las áreas política y económica: El conflicto, ¿sería el cumplimiento de una profecía encontrada en el capítulo 17 del libro bíblico de Isaías?

Algunas publicaciones en medios sociales y blogs presentan el hecho como cierto, con base en los versículos del 1 al 3, que, dentro de otros puntos, destacan que “He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas” (R60).

Otro texto utilizado para sustentar la argumentación se encuentra en el capítulo 49 del libro de Jeremías. “Se desmayó Damasco, se volvió para huir, y le tomó temblor y angustia, y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto. ¡Cómo dejaron a la ciudad tan alabada, la ciudad de mi gozo!”, destacan los versículos 24 y 25.

Por lo tanto, ¿es posible afirmar que se trata de una profecía que se está cumpliendo en los días actuales? Para aclarar el asunto, la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias conversó con el teólogo Wilson Borba, magíster y doctor en Teología por el Centro Universitario Adventista de San Pablo y actual director del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología (SALT) de la Facultad Adventista del Amazonas (FAAMA).

Los textos de Isaías 17 y Jeremías 49 traen juicios sobre Siria y sobre Damasco, su capital. Sin embargo, ¿se aplican a nuestros días?

Para interpretar la Biblia correctamente es necesario seguir algunos principios básicos. (1) Sola Scriptura. Solamente la Biblia es su propio intérprete, pues ella es la suprema autoridad en asuntos de doctrina (2 Timoteo 3:16). (2) Prima Scriptura. Ella está por encima de las tradiciones humanas (Mateo 15:3,5; Colosenses 2:8); de la ciencia humana (1 Timoteo 6:20); de las emociones y las facultades mentales humanas (Génesis 3:1-6); y de la naturaleza (Génesis 3:17,18), exigiendo que jamás consultemos a médiums espiritistas como fuente de conocimiento, sino solamente a Dios, en su Palabra (Isaías 8:18,20). (3) Tota Scriptura. Necesitamos de las declaraciones de la Biblia completa para formar un cuadro completo sobre determinado asunto (2 Timoteo 3:16). (4) El contexto. Incluye los aspectos de tiempo, de lugar, de personas, o sea, emisor y receptor del mensaje. Cuando se estudia la Biblia, es necesario considerar que existen dos contextos. El inmediato, aquellos versículos o textos más cercanos al texto en estudio, el contexto más amplio, que incluye el capítulo, o libro, y tal vez lo que la Biblia como un todo dice sobre el asunto. Tomando en cuenta los principios antes mencionados, y los contextos de Isaías 17, y Jeremías 49, estamos seguros de que el conflicto actual en Siria no tiene relación con las profecías mencionadas en estos capítulos.

¿Cuál era el contexto histórico de la época en que los libros fueron escritos?

En Isaías 17, se encuentra una profecía de juicio contra Damasco y Efraín. Siria, gobernada por Rezim, y Efraín, esto es, el reino de las diez tribus de Israel al norte, gobernado por Peka, hijo de Remalías, se aliaron en una coalición contra el reino de Judá, al sur, gobernado por el rey Acaz.

La coalición sirio-efraimita y su destrucción son mencionadas en el capítulo 7. El objetivo era colocar al “hijo de Tabeel” en el trono de Judá (Isaías 7:6). Pero la coalición no logró su intento (v.1), porque Judá todavía andaba con Dios. En este mismo capítulo, Isaías profetizó la destrucción de las tribus del norte, lo que ocurrió en el 722 a.C. cuando Asiria destruyó a las 10 tribus de Israel.

Ya el juicio sobre Damasco y Siria que es anunciado en el capítulo 17. ¿Por qué? Esta coalición fue considerada por Dios como un ataque al linaje del Mesías, es decir, “a la casa de David” (Isaías 7:2), lo que sería un ataque al plan de redención.

Así, Dios introduce la sección de Emanuel del capítulo 7 al 11. ¿Quién es Emanuel? El Señor Jesucristo, el verdadero rey prometido de la descendencia de David. En esta sección, hasta el capítulo 17, se enseña que el linaje de David no podría ser extinto hasta que no llegara el Mesías, el rey venidero. Y todos los que quisieran destruir el linaje del Mesías serían juzgados. La coalición no funcionó.

El versículo 3 del capítulo 17 anuncia que Efraín, el reino de Damasco, y el resto de Siria desaparecerían. No hay duda que esta sentencia fue contra la coalición sirio-efraimita claramente mencionada en este versículo. Asiria fue contra Siria en el 732 a.C. Y en el 722 a.C. fue el turno de las 10 tribus de Israel, que tampoco pudieron destruir a Judá.

En Jeremías 49, más de 100 años después de la coalición sirio-efraimita vinieron los babilonios contra Siria. Una lectura desde el comienzo del libro de Jeremías deja claro que él fue quien profetizó el cautiverio babilónico de Judá, y describió las invasiones de aquel poderoso reino en otras naciones vecinas.

En el capítulo 39, se presenta la invasión de Judá, y en los capítulos siguientes la invasión babilónica en varias naciones, inclusive en Siria. Judá apostató, sacrificando sus hijos a Moloc, como lo hacían las naciones vecinas (Jeremías 32:29,34-36).

Uno de los otros males era la esclavitud (Jeremías 34:8). Luego, sus vecinos también eran culpables. Finalmente, en el capítulo 50, Jeremías profetiza contra los propios babilonios. Retirar el cumplimiento histórico de la profecía es peculiar de la escatomanía dispensacionalista, que a través de un divisionismo exacerbado de las Escrituras fuerza un Armagedón contra Israel en Oriente Medio. (Para entender más sobre el tema, haga clic aquí).

Sin embargo, hay teólogos que defienden que tal profecía está en curso. ¿La Biblia respalda este argumento?

La Biblia no respalda este argumento, porque ella debe ser interpretada por medio del método histórico-gramatical, y no futurista o dispensacionalista. Esto es, sus profecías fueron dadas dentro de la historia, como una línea de tiempo luego del vaticinio. Sinceramente, debemos parar de usar la Biblia como una “cajita de promesas”. Tenemos que estudiar el contexto.

¿Qué riesgos existen al hacer una lectura superficial del texto bíblico?

Permítanme contar una breve historia. Dicen que, en cierta ocasión, alguien acostumbrado con la religión tipo “cajita de promesas” abrió aleatoriamente el libro sagrado en busca de una “revelación”, y se encontró con el siguiente versículo: “[…] salió, y fue y se ahorcó” (Mat. 27:5). Atemorizado, pensando que era una indicación divina para realmente ahorcarse, abrió la Biblia una vez más en busca de otra “revelación”, y leyó: “[…] Lo que vas a hacer, hazlo más pronto” (Juan 13:27). Esos son los riesgos de una lectura superficial de la Biblia: analfabetismo bíblico, dispensacionalismo, fanatismo y extremismo.

Para evitar interpretaciones como esa, ¿cómo debe estudiarse la Biblia?

Debemos estudiar la Palabra de Dios con reverencia, oración, humildad, sinceridad, fidelidad al contexto, y el corazón abierto para aprender y obedecer, sin imponer a las Escrituras preconceptos, o cambios (2 Pedro 3:16-18). También sugiero algunos materiales de apoyo, tales como: Concordancia Bíblica; Diccionario Bíblico; Atlas Bíblico; y buenos comentarios. Con respecto a esto, sugiero el excelente Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, editado por la Casa Editora Sudamericana.