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La espiritualidad de la ley

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¡Saludos amigos! Hoy continuamos nuestro viaje a través del maravilloso libro, El Discurso Maestro de Jesucristo, de Elena G. de White. Si aún no tienes una copia de este maravilloso libro, te animo a descargarlo del sitio web egwwritings.org.

Hemos terminado de repasar las maravillosas bendiciones, conocidas como "las bienaventuranzas", y ahora centraremos nuestra atención en el capítulo titulado "La Espiritualidad de la Ley".

Harmonía entre ley e espiritualidad

A veces la gente piensa en la "espiritualidad" y "la ley" como dos cosas separadas, pero este capítulo muestra cómo las dos se mezclan perfectamente. Como pueden ver, la ley es una transcripción del carácter de Dios: nos dice de qué se trata la verdadera espiritualidad.

Leemos: “La ley dada en el Sinaí era la enunciación del principio de amor, una revelación hecha a la tierra de la ley de los cielos. Fue decretada… por Aquel cuyo poder haría posible que los corazones de los hombres armonizaran con sus principios”. (DMJ 44.1)

¿Tan solo "qué hacer" y "qué no hacer"?

Desafortunadamente, sin embargo, con demasiada frecuencia la ley se considera una lista de "qué hacer" y "qué no hacer" como un indicador de espiritualidad. Pero Jesús nos muestra que la espiritualidad va mucho más allá de simplemente tratar de guardar cada letra de la ley.

Él dijo en Mateo 5:19, 20: ”De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos."

Profundidad de la ley de Dios

Aquí, Jesús está señalando que la ley va mucho más allá de las simples apariencias externas. Citando el sexto mandamiento, "No matarás", explica que albergar odio e ira en el corazón es tan grave como el acto mismo. Y en cuanto al séptimo mandamiento, "No cometerás adulterio", dijo Jesús, “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. (Mateo 5:28)

Continuó explicando a sus oyentes lo que significa guardar los mandamientos de Dios, instándolos a "reconciliarse con su hermano" (v. 24), a "dar la otra mejilla" (v. 39) cuando otros nos maltratan, y a "recorrer la segunda milla" (v. 41) incluso para aquellos que no creemos que lo merezcan. Él nos insta a: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”. (v. 44)

¿Y por qué nos pide que hagamos estas cosas aparentemente imposibles? Para que podamos ser como Él, “que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. (v. 45)

Perfectos en Cristo

Sorprendentemente, Jesús dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. (v. 48)

¿Cómo puede ser esto? ¡A través de nuestros propios esfuerzos, es absolutamente imposible! Pero, alabado sea Dios, Jesús declaró: “...para Dios todo es posible”. (Mateo 19:26)

En el libro, El Discurso Maestro de Jesucristo, leemos: “Por su propia obediencia a la ley, Jesús atestiguó su carácter inalterable y demostró que con su gracia puede obedecerla perfectamente todo hijo e hija de Adán...  Dado que la ley del Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable, es imposible que los hombres pecaminosos satisfagan por sí mismos la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro Redentor. Era su misión, al hacer a los hombres participes de la naturaleza divina, ponerlos en armonía con los principios de la ley del cielo". (p. 46-47)

Cuando entregamos nuestros corazones a Jesús, Él hace un trabajo asombroso dentro de nosotros, transformándonos para que podamos ser partícipes de Su naturaleza divina, ayudándonos a ser más y más como Él cada día.

Ley escrita en el corazón

Amigo, ¿te gustaría ser más como Jesús? ¿Te gustaría tener su ley escrita en tu corazón? Esto es lo que Él nos está ofreciendo a ti y a mí hoy. ¿Por qué no oramos juntos ahora mismo, pidiéndole que haga esta obra maravillosa en nuestras vidas para que podamos glorificarlo?


Ted Wilson es el presidente mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.