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Especialista explica sobre pestes, Armagedón y el regreso de Jesús

El regreso de Jesús y el fin de los tiempos son explicados por un teólogo dedicado a los estudios de la denominada área escatológica, especialmente en el libro del Apocalipsis.


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El regresso de Jesús tiene una fuerte consistencia bíblica. (Foto: Hope Channel Norge)

Los tiempos de pandemia revelaron, para muchas personas, un momento de profunda inseguridad y temor sobre el futuro. Temas como la relación entre plagas y el estudio de los últimos tiempos, el regreso de Jesús, entre otros temas relacionados, terminaron siendo objeto de preocupación para muchas personas.

La Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) decidió aclarar estos temas, desde el punto de vista bíblico, con un profundo estudioso del tema de escatología. El entrevistado es el teólogo Jonathan Paulien, de 71 años, mejor conocido como Jon Paulien. Tiene una licenciatura en Teología, que incluyó un año en el extranjero estudiando en Alemania. También es maestro y doctor en Nuevo Testamento.

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Miembro de la Sociedad de Literatura Bíblica y de la Sociedad Adventista de Estudios Religiosos, Paulien escribió docenas de reseñas de libros que fueron publicados sobre temas relacionados con la historia de la Iglesia Adventista y el libro de Apocalipsis. Actualmente es profesor de Teología en la Universidad de Loma Linda en los Estados Unidos.

Según su investigación, ¿cómo puede entenderse la pandemia del COVID-19, así como otros fenómenos mundiales como terremotos, pestes, etc., a la luz del estudio de las profecías bíblicas?

Desde el brote de la pandemia del coronavirus, muchas personas se están haciendo preguntas con base en la fe. ¿Es esto un juicio de Dios sobre la raza humana? ¿Es una señal del fin? ¿Habla la profecía bíblica sobre eso? Incluso las personas que no creen en Dios o en la Biblia, se están preguntando qué piensan sus vecinos cristianos sobre el tema. Entonces, voy a abordar lo que la Biblia dice con respecto a las enfermedades contagiosas y el rol que pueden representar como señales del fin en la profecía bíblica. ¿Es la pandemia actual el Gran Evento que muchos han temido?

Para comenzar, respiremos profundo y veamos las cosas en perspectiva. El COVID-19 tristemente ha traído cientos de miles de muertes prematuras, pero todavía palidece en importancia con la Gripe Española de hace cien años atrás. Esta resultó en 50-100 millones de muertes alrededor del mundo, en un momento cuando la población mundial era menor a dos mil millones (hoy en día es de aproximadamente ocho mil millones).

Y más atrás en la historia está la Peste Negra, que se estima que mató entre 75 y 200 millones de personas (1347-1351 d.C.) en un momento cuando la población mundial era menor a 500 millones. Esa es una proporción de una cada tres personas en el mundo, más o menos. Por lo que, aunque la situación actual es muy grave, en términos humanos, todavía no alcanzó el nivel de lo que uno podría llamar “de proporciones apocalípticas”.

Gracias. Es un contexto importante. Pero, ¿qué nos enseña el texto bíblico?

¿Qué es lo que dice la Biblia sobre las enfermedades contagiosas o las pandemias? En la parte más antigua de la Biblia, el idioma principal es el hebreo. La palabra hebrea para las enfermedades contagiosas o pandemias es dever. Aparece alrededor de 50 veces en el Antiguo Testamento. La raíz, en hebreo, tiene el significado de “destructor”, con un significado que se extiende a “pestilencia” o “plaga”. Irónicamente, esta palabra no está solamente asociada a las enfermedades contagiosas, sino también, con frecuencia, a animales; es la “plaga gravísima” del ganado (Éxo. 9:3).

Dios estaba planeando usar la amenaza de la pestilencia para espantar a los cananeos (habitantes locales de la tierra de Canaán), para que Israel no tuviera que luchar para entrar a la “tierra prometida” (Núm. 14:12). Sabemos, por experiencia actual, la facilidad con la que una pandemia produce pánico y conductas irracionales.

El uso más común para “pestilencia” en la parte hebrea de la Biblia fue como consecuencia de la infidelidad de Israel para con Dios. Cuando Israel fue infiel a Dios, perdieron su protección, con el resultado de que los enemigos invadirían su tierra y causarían destrucción. En ese contexto, repetidamente encontramos al famoso trío: guerra, hambre y pestilencia (Lev. 26:35; Jer. 24:10; Eze. 14:12-21). Los tres juntos retratan el asedio de una ciudad antigua.  La guerra lleva a las personas dentro de las murallas de la ciudad, el hambre viene después, con la duración del asedio, y el resultado final es la enfermedad contagiosa seguida por el exilio (Lev. 26:21-26; Jer. 21:6-9; Eze. 7:15).

El punto importante para las preguntas del principio es que esta enfermedad contagiosa (hebreo: dever) en estos contextos no está presentada como un castigo activo por parte de Dios, sino como una consecuencia de la desobediencia, lo que resulta en la pérdida de la protección divina (Jer. 27:13; 32:14; 34:17; 38:2). Las pandemias no vienen porque Dios está enojado con las personas, sino que estas son una consecuencia de la necedad y la rebelión humanas.

La porción más reciente de la Biblia (el Nuevo Testamento, escrito en el griego común del mundo romano) tiene menos que decir sobre las enfermedades contagiosas. Lucas 21:11 asocia la pestilencia (griego: loimos, loimoi) con terremotos, hambres y señales celestiales que ocurrirían en el momento de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. La palabra no se encuentra en la parte de Lucas 21 que trata sobre el fin del mundo (Lucas 21:25-28). Un texto paralelo a Lucas 21:11 es Mateo 24:7. Allí encontramos “pestilencia” en algunas versiones de la Biblia, pero no en otras.

La razón es que los manuscritos griegos en los que se basa la traducción a veces incluyen “pestilencia” y a veces no. Es posible que “pestilencia” no sea original en Mateo. Pero incluso si lo fuera, Mateo 24:8 no la coloca en el fin del mundo, sino como “principio de dolores”. Jesús veía la pestilencia como algo general a la experiencia humana, no algo específicamente asociado con el fin. La palabra también es utilizada de forma metafórica en Hechos 24:5, como, “este hombre es una plaga”. Esa referencia despectiva no es, por supuesto, una pista sobre el significado de la COVID-19 actual.

Hay otra palabra griega que también es frecuentemente traducida como “pestilencia”. Es thanatos, una palabra común griega para “muerte”. Por alguna razón, es la palabra que frecuentemente se elige en el Antiguo Testamento griego (LLXX) para traducir la palabra hebrea para enfermedad contagiosa, dever. Entonces, la palabra griega para muerte en el tiempo que se escribió el Nuevo Testamento, puede tener connotaciones de “pestilencia” o pandemia. Se usa de esta forma tres veces en el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis 2:23, se usa en el contexto de un evento específico que hoy está en el pasado.

La segunda referencia se encuentra en Apocalipsis 6:8. Al jinete del caballo amarillo se le da potestad sobre la cuarta parte de la Tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia. Como Mateo 24 y Lucas 21, la pestilencia se predice como una característica general de la historia humana, lo cual ha sido el caso.

Sin embargo, la tercera referencia a thanatos (muerte/pestilencia) está claramente en el contexto del tiempo del fin. La pestilencia es una de las consecuencias de la caída de Babilonia antes de la segunda venida de Jesús. Este texto no nos dice que el COVID-19 es una señal del fin, no hay suficiente información para ser tan específico. Pero sí indica, más que otros textos bíblicos, que es probable que las pandemias sean una de las características del tiempo del fin. Hay otro texto sobre el tiempo del fin que puede ser relevante para nuestras preguntas, Apocalipsis 16:2, el cual habla sobre llagas que afligen a los que tienen “la marca de la bestia”. Aunque esas llagas son graves, las palabras para enfermedad contagiosa o pandemia no se usan allí.

¿Y cuál es tu conclusión?

La conclusión corta de este estudio bíblico es doble. Las pandemias como tales no son una “señal del fin”. Ya que pandemias mucho peores han ocurrido en la historia, el COVID-19 no debería usarse como un indicador de dónde nos encontramos en la historia. Si el tiempo del fin está cerca, otros indicadores podrán ser más significativos que este. Para decirlo de forma simple, la profecía bíblica no indica que las pandemias sean un elemento clave de las “señales del fin”, pero tampoco las descarta como uno de los problemas del fin.

Las pandemias no son castigos activos de Dios, sino una consecuencia de la condición humana que la Biblia llama pecado y rebelión contra Dios. Según la Biblia, Dios (a través de Jesucristo) es el autor y el sustentador de la vida (Juan 1:3-5). Pero hay fuerzas en el universo que se oponen a Dios y crean dolor y destrucción (Job 1:6-12; 2:1-6). Al punto que la palabra “juicio” es apropiada en una pandemia, es Dios que permite que la condición humana siga su rumbo y coseche sus consecuencias.

Fechas para el regreso de Jesús

Cómo ve los intentos de colocar fechas para el regreso de Jesús, para el resultado final de este mundo, especialmente cuando muchas personas miran a la Biblia para obtener respuestas?

He escrito extensamente sobre estos temas en dos libros, What the Bible Says About the End-Time [¿Qué dice la Biblia sobre el tiempo del fin?] y The Millenium Bug [El bicho del milenio]. La respuesta corta a esta pregunta es que Jesús específicamente advirtió a las personas que no establecieran fechas para el fin. En Mateo 24, él cita guerras, hambres, pestilencias, terremotos, etc., todas “señales del fin” en el judaísmo. Pero él las cita diciendo “pero aún no es el fin”.

La única señal del fin que él ofrece es su propia segunda venida (Mateo 24:30). Esto es confirmado por Elena de White en el libro El conflicto de los siglos, página 623, donde una voz informa al pueblo de Dios del momento de su segunda venida justo un instante antes de que comiencen a verla. La evidencia científica de la necedad de establecer fechas es que cada fecha alguna vez establecida para el regreso de Jesús en los 2000 años de la historia del cristianismo ha estado equivocada.

Podría ser que alguna vez, algún día, alguien pudiera de hecho adivinarla, pero sería como que un reloj que no funciona diera bien la hora dos veces en el día. No sería de ayuda para el pueblo de Dios más que una predicción fallida. Hay gran sabiduría y equilibrio en la siguiente afirmación: “No hemos de vivir dependiendo de la excitación originada por fechas especiales […] nadie podrá predecir precisamente cuándo será ese tiempo […] No podréis decir que Cristo vendrá dentro de uno, dos o cinco años; tampoco debéis posponer su venida diciendo que quizá no se produzca ni en diez ni en veinte años” (Elena de White, Mensajes selectos, t. 1, p. 221).

Armagedón

Usted habla y estudia mucho acerca del Armagedón, una batalla presentada en el contexto de Apocalipsis 16. Esta batalla es vista por muchos estudiosos de la profecía como espiritual y no literal, aunque implica efectivamente un conflicto entre el enemigo de Dios y los poderes a su servicio y el remanente fiel a los principios de Dios. ¿Qué podemos decir sobre el Armagedón, desde la interpretación del texto bíblico?

He escrito extensamente sobre este tema en el libro Armageddon at the Door [Armagedón a las puertas], que está disponible en español, así como en inglés. A continuación, un pequeño resumen.

La palabra Armagedón aparece solo una vez en toda la Escritura, Apocalipsis 16:16. Es la ubicación de la batalla final en la historia de la Tierra. Que la batalla sea principalmente espiritual se indica en el versículo anterior (Apoc. 16:15). En esa batalla, la profana trinidad (Apoc. 16:13, las mismas tres del dragón, la bestia del mar y la bestia de la tierra de Apoc. 13) envía tres espíritus de demonios para predicar un evangelio falsificado al mundo (Apoc. 16:13-14) en contraste con los tres ángeles de Apocalipsis 14.

En ese contexto se encuentra el llamado final a estar preparado para la segunda venida (Apoc. 16:15). Entonces, hay dos trinidades, dos tipos de espíritus y dos mensajes del evangelio en conflicto entre sí. El Armagedón es un conflicto mundial que llama al mundo a decidir entre dos visiones de Dios y dos evangelios diferentes. Este conflicto será como el enfrentamiento en el Monte Carmelo, cuando cayó fuego del cielo para demostrar que Dios era el verdadero Dios (ver Apoc. 13:13, 14). En hebreo, Armagedón probablemente signifique Montaña de Meguido, la montaña cercana de la antigua llanura y ciudad de Meguido, Monte Carmelo.

En el contexto del tiempo del fin, las personas podrán discernir cuál es el verdadero Dios por el carácter de las respectivas deidades que se ofrecen. De acuerdo a Apocalipsis 13, el dios detrás del dragón, la bestia y el falso profeta busca persuadir por la fuerza, amenazas e intimidación (Apoc. 13:15-17) y por grandes muestras de poder, lo que resulta en engaño (Apoc. 13:13, 14).

En contraste, el verdadero Dios llama al mundo con base en su auto sacrificio (Apoc. 5:6; 12:11) y la verdad (Apoc. 15:3, 4). El contraste no podría ser más claro. Los que elijan a la trinidad demoníaca se volverán cada vez más como ellos. Los que elijan al verdadero Dios, lo honrarán, lo glorificarán y lo adorarán. Lo obedecerán (Apoc. 14:12), incluso en cuestiones como el sábado, sin importar las consecuencias (Apoc. 12:11).

La batalla de Armagedón finalmente expone a quién cada persona adora y admira. Se prepara para el final de la libertad condicional y la conclusión de todas las cosas. Podemos estar mejor preparados para la batalla de Armagedón prestando atención a 2 Cor. 10 y Efe. 6:10-17.