Año Bíblico: Qué hacer para no renunciar
La lectura completa de la Biblia ofrece una visión profunda sobre el plan de Dios para la humanidad y fortalece la fe de quien navega por sus páginas.
Comienza un año y termina un año. En ese ciclo mucha gente se propone leer toda la Biblia a lo largo de los doce meses, y cuando se da cuenta de no terminó ni Génesis. ¿Pero qué hacer para llegar al 31 de diciembre con todos los capítulos leídos? Uno de los puntos principales es tener disciplina para mantener el compromiso a lo largo de este tiempo. Y así lo analiza el pastor Rafael Rossi, evangelista de la Iglesia Adventista para ocho países sudamericanos.
Aunque sea el libro con mayor tiraje en todo el mundo, en 2021 la British and Foreign Bible Society calculó que ya se han impreso entre cinco y siete mil millones de copias a lo largo de la historia, no se estudia la Biblia como es debido.
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Además de los resultados espirituales, ¿qué otros beneficios se pueden obtener? De acuerdo con la Expert Editor, una empresa australiana especializada en edición y revisión dirigida a los académicos y escritores en el área de negocios, treinta minutos de lectura por día pueden estimular las vías neuronales; mantener el cerebro activo y elástico; mejorar la memoria y disminuir un 32% de la decadencia mental en los ancianos.
En esta entrevista, Rossi también detalla cómo puede contribuir esa práctica para que otras personas conozcan a Cristo a través de usted.
¿Por qué la Biblia debe ser estudiada versículo por versículo, de tapa a tapa, al menos una vez a lo largo de la vida?
Para nosotros, los cristianos, la Biblia es un libro de regla y práctica. Es la revelación de Dios para el ser humano en cualquier tiempo y cualquier cultura. O sea, la Biblia es atemporal y se aplica a todas las situaciones. Por eso, no es un libro cualquiera y se refleja como un don de Dios para la humanidad. Otro aspecto es que fue escrita por aproximadamente cuarenta autores en un período de 1.600 años. Los temas son abordados de manera diferente por cada uno de los autores, y para entender lo que la Biblia tiene que decir sobre determinado asunto, es necesario considerar todos los versículos y contextos.
Por eso, no se puede concentrar el conocimiento bíblico en algunos libros, sino es imprescindible ampliar la visión estudiando los versículos bíblicos en cadena. Leer toda la Biblia da una visión general del plan de Dios para la humanidad. De manera que quien pauta su vida a partir de lo que en ella está escrito, debe hacer una lectura completa.
¿Cómo proporciona el año bíblico ese conocimiento?
El año Bíblico sistematiza y organiza un programa de estudio diario de la Biblia por medio de la lectura de pocos capítulos diariamente, y despierta el interés y curiosidad sobre diferentes temas. Yo recomiendo que el Año Bíblico no sea una lectura apresurada, sino una lectura reflexiva con materiales adicionales sobre las historias bíblicas.
Y ¿Cómo hacerlo? ¿Es suficiente solo con abrir la Biblia y comenzar?
La Iglesia Adventista incentiva a los miembros a hacer el Año Bíblico. En el contenido diario de la lección de la Escuela Sabática, por ejemplo, están los capítulos para la lectura del día. Algunas Biblias también presentan un plan como sugerencia. Vea si la suya lo tiene. También hay recursos tecnológicos de incentivo y acompañamiento diario. Uno de ellos es la aplicación Bible Plan, disponible gratuitamente para los sistemas Android e IOS.
Si usted no quiere seguir ese plan, participe del proyecto Reavivados por su Palabra, que consiste en la lectura de solo un capítulo de la Biblia por día. Yo tengo mi programa particular de estudio sistemático, que ha sido una bendición en mi vida. Por eso, quiero compartir algunas indicaciones importantes que pueden ayudarlo a tener una experiencia todavía más enriquecedora:
- Encuentre el mejor momento del día para su estudio de la Biblia.
- Elija un lugar en su casa donde hacer diariamente ese estudio.
- Líbrese de las distracciones.
- Ore pidiendo la ayuda del Espíritu Santo.
- Use algo para destacar los versículos bíblicos más significativos (yo uso un marcador de texto de gel porque no mancha el lado opuesto de la página).
- Lea y reflexione.
- Anote en un cuaderno las ideas y cómo el texto habló con usted.
- Encuentre formas de aplicar lo que estudió.
- Comparta sus impresiones espirituales.
¿Pero con un programa tan extenso, con un año de duración, cómo mantenerse enfocado?
Es necesario tener disciplina para crear la rutina. Muchos se desaniman porque no logran leer por algunos días y se van acumulando muchos capítulos. Retome y siga el plan del día. Después, cuando tenga tiempo, estudie los capítulos que quedaron sin leer. Así, el hábito se va formando.
¿Y si se presenta el deseo de dejar de leer?
¡Persista, insista y no desista! Haga de la lectura bíblica un compromiso con Dios y con su crecimiento espiritual. Mantener un programa para leer 1179 capítulos requiere esfuerzo y determinación. Tengo la seguridad de que, a pesar de las luchas, valdrá la pena.
¿De qué forma el Año Bíblico puede transformarse en una herramienta de evangelismo o en un recurso para inspirar a otras personas?
El Año Bíblico es una forma poderosa de ampliar su conocimiento bíblico y profundizar en asuntos específicos de la Biblia. El testimonio que damos está basado en lo que la Biblia nos dejó como revelación. Mucha gente no testifica de su fe porque cree que no tiene suficiente conocimiento bíblico. Cuando se estudia la Biblia, se gana la confianza y la comprensión sobre los principales temas que son parte de las mayores dudas y necesidades que tienen las personas. Con eso, testificar de la fe se hace más natural.
¿Por qué el estudio de la Biblia es fundamental para acortar la distancia entre la Tierra y el cielo?
Me gusta una pequeña historia que ilustra esto. Una señora anciana vivía sola y se enfermó. Un matrimonio comenzó a visitarla diariamente y la ayudó en su recuperación. Ella era muy pobre, le hacían falta muchas cosas. En las visitas, el matrimonio la escuchó decir que tenía un hijo que vivía en los Estados Unidos y todas las semanas le mandaba una tarjeta postal verde. “Y todas las tarjetas son siempre iguales”, se reía ella. “Si el hijo era tan atento, y vivía en un país con buenas condiciones, ¿por qué no ayudaba a su madre?”, pensaba el matrimonio.
En una visita, cuando la anciana contaba que había recibido otra carta del hijo con algunas tarjetas verdes, el matrimonio sintió curiosidad y le pidió ver la carta. Cuando abrieron el sobre, descubrieron que las tarjetas eran en verdad billetes de cien dólares. La señora tenía cientos de esos billetes guardados en una caja, como recuerdo de su hijo que vivía lejos. Ese hijo enviaba por mes una buena cantidad para que ella viviera bien, pero ella vivía en extrema pobreza. Algo semejante sucede con muchas personas hoy. Jesús, “la perla de gran precio”, nos hizo ricos con la revelación de la Biblia. Por medio de ese libro, encontramos los medios para nuestro bienestar y se ponen a nuestro alcance la promesa y la seguridad de la bendición del Señor.
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