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Nota de fallecimiento

A los 54 años años de edad, el día martes 5 de septiembre, bajó al descanso destacado misionero de la Iglesia Adventista en el área financiera.


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Ricardo Melo junto a su esposa Isabel Mella (Fotografía: Francisco Briceño)

Ricardo Melo nació el 6 de enero de 1963, en la ciudad de Santiago, hijo mayor de cinco hermanos. Desde sus primeros años, se destacó como un hijo trabajador y amante de su familia, demostrando su amor de múltiples formas a sus padres y hermanos. A los 21 años contrajo matrimonio con Isabel Mella y producto de su unión nacieron tres hijos: Ricardo, Daniel y Naishla, quienes llegaron a completar la felicidad de su hogar.

En el año 1997 Ricardo aceptó el llamado de ser misionero para la Iglesia Adventista del Séptimo Día, este nombramiento fue considerado por él como un privilegio y bendición de Dios, demostrando su gratitud trabajando arduamente por edificar y defender la Misión.

Durante su ejercicio en la Universidad Adventista de Chile (UNACh), sirvió como docente, coordinador de carrera y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. En el año 2005 fue llamado a servir como Secretario General y desde el año 2007 hasta el 2009, como Administrador Financiero. Luego se desempeñó como Auditor en la Asociación Norte de Chile (ANCh), ejerciendo sus funciones con entusiasmo y compromiso. En el año 2011 fue llamado a servir como Tesorero de la Asociación Sur Austral de Chile (ASACh); luego en el año 2014 ejerció en el cargo de Tesorero de la Misión Sur Metropolitana de Chile (MSMCh), cargo que ejerció hasta el año 2016, cuando fue llamado por la Conferencia General a ser partícipe del Staff de Auditores de la GCAS (General Conference Audit Service).

Quienes lo pudieron conocer, saben que el Señor era el centro de si vida. Su amor por Dios lo llevó a amar a su prójimo, preocupándose siempre del bienestar de las personas con las que tenía contacto, que estaban a cargo de él o que él decidió pastorear. Quienes trabajaron con él en el área de finanzas, pudieron recibir la lección de que el dinero de la Iglesia es santo y corresponde a un asunto espiritual y no material.

Ricardo ahora descansa en el Señor y espera su regreso según la promesa bíblica. Esta es la esperanza que tienen su familia y amigos, que muy pronto lo podrán volver a ver.