Mujer aprende a leer la Biblia y comparte su mensaje con la comunidad
Francisca Barros, sin instrucción formal, enseñó el contenido bíblico a decenas de personas.

El desarrollo tecnológico y la globalización digital no han sido suficientes para superar uno de los principales desafíos de la humanidad: la alfabetización. En un escenario en el que la información está disponible en la palma de la mano en tiempo real, millones de personas no saben leer ni escribir.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reunidos en 2024 estiman que esta sea la realidad de 739 millones de jóvenes y adultos. Contextos marcados por la pobreza, conflictos armados, escuelas precarias o la inexistencia de centros educativos comprometen el acceso a la educación.
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Francisca Barros conoce esta realidad de cerca. En la década de 1950, durante sus primeros años de vida, una serie de factores impidieron su alfabetización. Cerca de su casa, en la ciudad de Ipixuna, en plena selva amazónica, no existía ninguna institución educativa. Caracterizada por la extracción de látex, la localidad estaba aún más aislada de los grandes centros que hoy en día.
Ella tuvo que ayudar en casa desde muy pequeña, principalmente cuidando de sus hermanos mientras sus padres trabajaban. Además, se convirtió en parte activa en la provisión de alimentos, pescando, sembrando y cazando.
El matrimonio llegó a principios de la adolescencia, seguido de los hijos. La ausencia del esposo hizo que ella tuviera que asumir por completo el liderazgo de la familia, para garantizar el sustento de los niños. Se mudaron al estado de Acre a principios de la década de 1970, donde la pesada rutina continuaba acompañándola. "Trabajaba tanto que ni siquiera tenía tiempo para pensar en estudiar y aprender a leer", detalla Francisca, hoy con 74 años.
Sed de la Biblia
"Pero cuando descubrí la Biblia, tuve sed de aprender". Después de haber asistido a otras denominaciones religiosas, se convirtió en miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1997. Esta decisión influyó en su familia, dando lugar a nuevas generaciones de adventistas e incluso a empleados de la denominación.
Al igual que ya ocurría a lo largo de su experiencia religiosa, Francisca dependía de otras personas para escuchar los mensajes de la Biblia, sin tener la experiencia de leer y comprender sus palabras por sí misma. Sin embargo, a veces no había nadie disponible para hacerlo.
"Un día, ya cansada de toda esta situación, tomé mi Biblia, la levanté en alto y oré: ‘Señor, aquí está tu verdad, tu palabra. Si es tu voluntad, enséñame a leer para descubrir la biblioteca que hay dentro de este Libro’", relata.
Al terminar la oración, Francisca se sentó y comenzó a hojear las páginas del libro, desde Génesis hasta Apocalipsis. “Ahí aprendí el nombre de todos los personajes bíblicos”, subraya, destacando que los leyó todos. Cuando se dio cuenta, el reloj marcaba las 5:30 a.m. y habían pasado más de 12 horas. "Estuve tan entregada a ese momento que no comí ni bebí”.
Durante la entrevista, le pregunté: “¿Nunca había recibido instrucciones sobre la formación de palabras ni participado en ningún tipo de curso para aprender a leer?”
"¡Nada, nada, nada!", respondió.
Aún impactada por lo que había sucedido, Francisca decidió ampliar su pedido: "Tú me has permitido conocer el nombre de esos personajes. Ahora voy a cerrar la Biblia y mis ojos. Si es tu voluntad, abriré el libro y leeré lo que está escrito en ese pasaje", narra. El texto que apareció frente a ella estaba en el libro de Job, capítulo 1. Y ella lo leyó. “Desde entonces, dondequiera que abro, puedo leer. Entendí que la sabiduría no está solo en las escuelas. La verdadera sabiduría viene de Dios”.
En varios países, como Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, la Biblia impulsó la alfabetización para que la población pudiera leer sus páginas. La Reforma Protestante desempeñó un papel esencial en este proceso. Además, surgieron escuelas formales a partir de la comprensión de la importancia de la educación, no solo para estudiar el texto bíblico, sino también para expandir el conocimiento y contribuir al crecimiento de otras personas.
Un mensaje para compartir
La alegría y gratitud de Francisca eran tan grandes que comprendió que necesitaba ayudar a otras personas a entender los mensajes contenidos en esa "biblioteca". Así, comenzó a dar estudios bíblicos. A lo largo de los años, realizó un trabajo sistemático de visitas en una cárcel y ayudó a varios reclusos a conocer la misma esperanza que ella había encontrado.
"En una de las celdas había 12 presos. Todos ellos fueron liberados. Les dejé mi Biblia y les dije que era muy especial, preciosa para mí. Y les expliqué que el que saliera por último debía llevársela y, así como hice yo, compartir todo lo que contenía con otras personas. Y lo que Dios me había enviado a hacer por ellos, ellos debían hacerlo por otros", relata.

La agricultora, que dice no poder leer nada más que la Biblia, no tiene idea de cuántas personas estudiaron con ella ni cuántas se bautizaron, pero sabe que lo que se dispuso a hacer dio frutos. Y continúa orando por otras personas que aún no han aceptado a Cristo. Debido a su estado de salud debilitado, hoy ya no sale de casa, pero enfatiza que quien va allí siempre escucha sobre la Biblia.
Cuando le pedí que le dejara un mensaje especial a personas que saben leer, pero que no han dedicado tiempo a estudiar la Biblia y profundizar en su contenido, dijo: “Quiero leer un Salmo y al final te doy esa respuesta”. Entonces abrió en el capítulo 93 y leyó:
1 El Señor reina, revestido de esplendor;
el Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido.
2 Desde el principio se estableció tu trono,
y desde siempre has existido.
3 Se levantan las aguas, Señor;
se levantan las aguas con estruendo;
se levantan las aguas y sus batientes olas.
4 Pero el Señor, en las alturas, es más poderoso
que el estruendo de las muchas aguas,
más poderoso que los embates del mar.
5 Dignos de confianza son, Señor, tus estatutos;
¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!
“Este Salmo ya tiene la respuesta: el Señor en las alturas es más poderoso que todo. El consejo que doy es que las personas se vuelvan a Dios y estudien la Biblia de principio a fin. Es la mejor biblioteca que existe sobre la faz de la Tierra”, sostiene.
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