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Misioneros comparten experiencias sobre desafíos y oportunidades del voluntariado

Durante la programación del I Will Go, los participantes conocieron experiencias de voluntarios que se desempeñan en diversos países.


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Durante la programación del I Will Go, los participantes conocieron experiencias de voluntarios que se desempeñan en diversos países del mundo (Foto: Pedro Freitas).

La experiencia de misión y voluntariado es inspiradora; sin embargo, no está exenta de desafíos. Durante la programación del I Will Go, evento que ocurrió en la Facultad Adventista de Bahía (FADBA), del 19 al 22 de octubre, los cinco mil participantes tuvieron la oportunidad de conocer experiencias contadas por voluntarios que se desempeñan en diferentes países del mundo.

En formato de semiplenarias y talleres, se abordaron 15 temas de motivación y orientación, como, por ejemplo, cómo usar la profesión como misión, cómo superar el choque cultural y los desafíos y oportunidades en países con restricciones a la libertad religiosa.

Misión al otro lado del mundo

(Por motivos de seguridad, los nombres de los misioneros entrevistados fueron cambiados para preservar su identidad. Las fotos no corresponden a ninguno de ellos).

Al contar sobre su experiencia en países del Medio Oriente, el misionero Juan contó que el islamismo es la religión mayoritaria, y por eso, gran parte de la población no conoce el contenido de la Biblia. Es una realidad diferente a la de la región occidental, donde las historias como la de David y Goliat o la de Daniel en el foso de los leones son comunes al repertorio, incluso de quien no es religioso.

Por eso, según Juan, el trabajo en los países musulmanes debe ser progresivo y cauteloso. Él relató que experimentó dos formas importantes de desempeñarse en ese país: la primera, por el ministerio de la oración; la segunda, construyendo relaciones interpersonales. “Construir relaciones interpersonales demanda sacrificio de tiempo. A veces, lleva cerca de ocho años que esas personas cambien su cosmovisión para entender y aprender sobre el Dios en el que creemos”, afirma.

Los voluntarios también llevarán lo que aprendieron a sus realidades (Foto: Pedro Freitas).

Marcos contó experiencias de voluntariado en Asia, y aconsejó a los oyentes que busquen conocimiento sobre el país al que pretenden servir. “Miren documentales, películas, conozcan el estilo musical regional. Toda preparación y toda búsqueda de conocimiento no es en vano en lo que se refiere a la misión”, comentó.

Incluso con los desafíos para hablar sobre el mensaje bíblico con mucha discreción, Marcos cuenta que fue un sueño hecho realidad. “Desde pequeño, soñaba ser misionero. Siempre quise expandir mis horizontes. Ya tenía un ministerio en Brasil, pero necesitaba algo más. Una cosa es saber lo que dicen los libros y lo que te cuentan las personas. Eso te motiva, pero vivirlo, te transforma. Mi esposa y yo estamos en la expectativa de cuándo será la próxima oportunidad”, compartió.

Choque cultural: puente para el aprendizaje

“Incluso dentro de un mismo país como Brasil, vemos culturas diferentes de una región a otra”, señaló María, psicóloga extranjera que está hace ocho años en Asia Central como misionera. Ella dio consejos de cómo superar el choque cultural al ingresar en una región diferente. Como dato destacado, contó cuán importante es que el voluntario se prepare para el campo misionero cuidando de su espiritualidad, estando firme sobre el propósito que lo mueve y también preparando su mente.

Gabriel do Valle trabaja en el estado de Goiás y estuvo en el tallersobre choque cultural (Foto: Evellin Fagundes).

María también cuenta que, al estar en el lugar, es necesario que el misionero cultive el respeto por lo diferente y trabaje en equipo para que los unos aprendan de los otros. Y terminó citando lo que está escrito en el libro de Eclesiastés, capítulo 4, versículos 9 y 10: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”.

Gabriel y su equipo hacen misión en una aldea indígena brasileña. Él ve la oportunidad como un momento de aprendizaje (Foto: acervo personal).

Gabriel do Valle trabaja en el estado de Goiás y estuvo en la presentación dada por María porque se identificó con el tema, ya que también tuvo la oportunidad de ser misionero en un lugar de una cultura diferente de la suya. Todos los años, él y su equipo hacen misión durante un mes en una aldea indígena en el estado de Tocantins. Cada visita es como una inmersión cultural de aprendizaje para todos. “No podemos ir al campo misionero solo con la intención de enseñar, sino que debemos tener en mente que podemos aprender mucho con el pueblo del lugar y, a partir de eso, enseñarles dentro de su contexto”, resaltó.